Educación infantil es el mar de Claudia y Andrea Paz, uno que vienen navegando con esfuerzo propio desde el 2001 y donde esperan conquistar nuevos territorios como la internacionalización a través de sus historias, cuentos, música y enseñanzas. Ambas, junto a Cristóbal, su hermano menor, vienen trabajando con el corazón para que los niños crezcan con buenos valores, educados y, sobre todo, con diversión, algo que miles de padres e hijos ya han agradecido y valorado, pero que el Estado peruano aún no.
Claudia y Andrea nos dejaron ingresar a su íntimo espacio de trabajo para conversar y contar cómo fueron los inicios de su maravilloso trabajo hasta el momento, qué libro las hizo despegar, cuáles son los proyectos que tienen para este 2023 y los objetivos que esperan se cumplan pronto.
Los inicios de las Hermanas Paz
Desde muy niñas, Andrea Paz (50 años) y Claudia Paz (48 años) integraron ese gusto por los cuentos.
“Hemos crecido en un hogar lleno de libros, literatura, música, danza, cine, teatro. Los libros han sido claves en nuestra infancia. Hemos tenido cuentos que venían de todos los países del mundo: cuentos chinos, rusos, cuentos tradicionales, y con distintas clases de ilustraciones”, relata Claudia, profesora de inicial y primaria.
A pesar de que en algún momento la situación se complicó en el Perú durante el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado y las importaciones limitadas, su padre, Carlos E. Paz, se las ingeniaba para buscar los libros que ellas gustaban. Iba hasta el jirón de la Unión y conseguía ediciones hermosas.
“Mi papá cada vez que podía venía con libros bajo el brazo. Algunos venían con música. Junto a nuestra madre se preocuparon en ponernos un tocadiscos, el cual era manejado por nosotras. Lo armábamos, le poníamos el vinilo y hacíamos correr el cuento una y otra vez. Estaba la famosa campanita que te avisaba para pasar la página. Teníamos cuentos de Pinocho, Blancanieves, Winnie Pooh. Éramos lectoras de cómics también”, comentan ambas, quienes también disfrutaban de “Candy” o “La Pequeña Lulú” en la televisión o los cómics.
Amaban tantos los cuentos que querían replicarlo con sus manos. Reciclaban papel que les regalaban y elaboraban sus propios libros o historietas. Si era cumpleaños de sus profesores, entonces les obsequiaban unas historietas donde ellos eran los protagonistas. En los cumpleaños de la familia regalaban poemas o tarjetas y creaban obras teatrales para fiestas navideñas. Era un mar de creatividad de dos niñas que solo querían jugar. Así vivieron su infancia.
Las dos terminaron el colegio en la Holy Trinity, una escuela ubicada en Surco. Años más tarde Claudia egresó en Educación Primaria y Andrea culminó Diseño Gráfico y Publicitario. Además, Cristóbal Paz, hermano menor de las dos, estudió Ingeniería de Sonido. Los tres juntaron sus habilidades a finales del 2001 e iniciaron con los cuentos para niños.
El primer cuento y el despegue
Andrea estaba trabajando como diseñadora y diagramadora en Hemisferio, una editorial que ya no existe. Le preguntaron si conocía a alguien que escriba cuentos, pero con una condición: que tenga música. Allí mismo se pusieron a trabajar en la creación del libro con un disco, algo que se había perdido un poco en esos años, naciendo finalmente “Clavito el puercoespín”.
Al inicio, las ventas fueron tocando puertas. Hicieron un muñeco enorme del puercoespín para realizar promociones en los colegios por una cantidad de libros comprados. Las madres, al escuchar las canciones del libro, les pedían que sean parte de los show infantiles de sus hijos. Poco a poco fueron ganando un espacio en la alegría y educación de los niños y así empezó la creación de más de una docena de historias y colecciones educativas que miles de niños ya han disfrutado.
“Nuestros cuentos son requeridos en distintos colegios, por lo mismo que tocamos distintas temáticas que hacen que los maestros puedan abordar diferentes problemáticas en la sociedad. Tenemos la colección Educando a mi hijo, que es muy querida por los padres primerizos. Son seis tomos, uno enseña a que el bebé deje el pañal, a que se vista solo, a que se bañen, entre otros. Tenemos cientos de testimonios que nos dicen que ya dejaron el pañal. Es increíble como un libro puede ser una herramienta tan importante dentro de la crianza de los niños. Luego esos niños se convierten en futuros lectores”, indican.
Ahora, el despegue se dio cuando crearon “Chimoc, el perro calato” (2017), un canino que ayuda a los niños a aceptarse como son. Se inspiraron en el perro peruano porque les llamó la atención la raza cuando eran pequeñas. Les impresionó su apariencia y lo incluyeron años más tarde en sus cuentos. En esta historia, que ahora cambió de título a “Chimoc en la Playa”, el ‘mejor amigo del hombre’ reconoce que su verdadero poder no está en el supertraje, sino en su piel caliente.
“Fue un fenómeno porque apenas se lanzó arrasó en ventas. Los colegios nos comenzaron a llamar. Montamos la primera obra de teatro con este libro y tuvimos 3 años de salas llenas con música en vivo. Éxito total todos los fines de semana. De pronto vemos a niños con el disfraz de Chimoc, diciendo que son peruanos y que están contentos de serlo, cuando nuestra generación no quería estar en el Perú. Apostar por quererse, ser peruanos, identificarse era uno de nuestros objetivos”.
Por culpa de la pandemia del COVID-19 , estas presentaciones en el teatro fueron dejadas de lado; ahora se dedican a las narraciones musicalizadas con títeres, algo difícil de encontrar. Generalmente los autores solo se dedican a escribirlo, pero pocos a narrarlo y atreverse a tener contacto directo con los niños. Para esto, los hermanos Paz modulan sus voces: Andrea es la cabrita y el pollito, Claudia es la gallina y el conejo, y Cristóbal es el cuy y el ratón.
También crean e interpretan las canciones sin problemas gracias a los distintos cursos de música que llevaron en la infancia. Los temas son creadas por ellos; allí Cristóbal es la pieza clave porque se encarga de mezclar, masterizar y dar el álbum listo para que se vaya a las plataformas virtuales.
Por otro lado, sus libros son vendidos en tres editoriales por el momento, entre ellas Planeta. Recientemente crearon su propio sello que se llama Los Hermanos Paz, que incluye una página web donde se pueden encontrar todos sus libros y productos, así como promociones y próximas presentaciones.
“En nuestro trabajo está nuestro corazón. Se nutre mucho en los sentimientos. Calar en los sentimientos es muy importante para poder vivir feliz, para formar ciudadanos felices, justos y donde todos nos llevemos bien”, dijo Claudia.
Los Hermanos Paz tienen planeado sacar un nuevo título este año. De todas maneras con Chimoc y los amigos de la Colina. Tienen pensado sacar más merchandising para que los niños jueguen porque saben que les encantan los peluches.
Las barreras que quieren romper
El reconocimiento y la internacionalización son dos terrenos donde aún no han podido desembarcar. Sin embargo, en los dos casos tienen casi nada o cero culpa, pues vienen remando desde hace más de 20 años con un gran trabajo por la educación de la mano con la diversión. Ya han logrado que algunos libros se vendan en el extranjero, pero no con la fuerza que ellas esperan. Esto, confiesan, las ha golpeado duramente.
“Vemos que a mucha gente los premian, los felicitan, pero a nosotros no. No sabemos si es porque nos dirigimos a la infancia -y la educación infantil siempre es la última rueda del coche- o porque no saben, o no les interesa. Ese es un golpe, el poco reconocimiento del Estado. Esperamos algún reconocimiento grande donde nos inviten y no den el empujón para que todo el Perú nos lea. Todo lo que nosotros hemos conseguido es a punche propio. Esperemos no llegue cuando estemos muertos”.
Han presenciado cómo las editoriales de otros países les cierran la puerta a su trabajo. En la mayoría de casos, sienten que es por ser muy cerrados. No se prioriza un buen trabajo, sino que el autor sea de su propia nacionalidad. Sin embargo, no dejan de luchar y esperan lograrlo pronto. Tal vez, mencionan, hace falta esa pizca de suerte.
“El objetivo final es que nuestras historias y nuestros cuentos lleguen a internacionalizarse. Muchos han tenido un golpe de suerte, nosotros necesitamos esa chispa para llegar a la meta. La suerte funciona chambeando y nosotros lo hemos hecho”, enfatiza Andrea Paz, quien es experta en pintura y le enseñó a su hermana.
Lo que si es cierto es que la globalización y las plataformas webs les han permitido hacerse conocidas en el exterior. Por ejemplo, la canción “Tres Dinosaurios”, que está dentro del álbum del disco del ABC, un cuento que tienen para que los niños aprendan el abecedario a través de rimas y canciones, es la más escuchada. Tienen música instrumental que es pedido en países asiáticos para usarse en yoga de niños.
Los milagros de sus libros
Aunque el Estado no lo valore, los padres de familia y los propios niños están eternamente agradecidos con Claudia, Andrea y Cristóbal Paz. A ellos les han llegado innumerables cartas con agradecimientos e historias inolvidables.
“Recuerdo de una mamá que nos escribió y nos mencionó que su hijo tenía asperger y no hacia click con ningún tema, con nada. De pronto le llegó la colección del ‘Uno, dos... ¡tren!’, un libro que se trata de un tren que te enseña los números del 1 al 10 a través de los carrilles. Ella nos escribió feliz, diciendo que el libro hizo click y el niño quería leer todos los números”, cuenta emocionada Andrea.
Hay niños con dificultad para hablar, pero empiezan a tararear con las canciones de sus cuentos y de pronto ya están hablando. Resaltan que son milagros.
“Agradecidos, los papas nos escriben exponiendo sus corazón. Esto quiere decir que se cerró el círculo. Porque uno escribe dando el corazón y que eso haya terminado en el corazón de otra persona, significa que cerró ese círculo. Es el gran premio que todo autor recibe cuando toca un corazón”, concluyen.