Stephany Orúe es una de las actrices con una larga trayectoria en las artes escénicas. La artista de 36 años no se cansa de aprender y sigue explorando en su talento para sacar lo mejor de sí y demostrar lo camaleónica que puede ser.
La figura de cine, teatro y televisión brindó una entrevista a Infobae, donde habló de su trabajo actual en el teatro, su preparación constante y su nueva pasión, el pole dance; deporte al que llegó por pura curiosidad y sigue trabajando para mejorar cada vez más.
Stephany, hoy en día estás enfocada en ‘La Omisión de la Familia Coleman’, ¿cómo sientes la recepción del público?
Está siendo un viaje bien nutritivo en todo sentido. Como proceso, como artista, porque es una obra bien compleja y el viaje de cada personaje. Hemos estado muy bien acompañadas por la gente, yo creo que el boca a boca nos ha hecho muy bien. El público ha sido súper amable compartiendo siempre su experiencia, porque es una obra que además toca un tema que en realidad es algo de lo cual deberíamos quizá hablar un poquito más.
La salud mental...
Sí, el tema de la salud mental, los vínculos en la familia, es una trágicomedia. Además de reír, te invita a reflexionar sobre qué es lo gracioso cuando en realidad son situaciones bien extremas y dramáticas, no trágicas, pero la risa es un ingrediente que de alguna forma te ayuda a pasar este viaje, no siendo tan denso, porque es una obra cruda.
¿Cómo has trabajado tu personaje?
Ha sido todo un reto, de verdad. En primer lugar, desde los ensayos, porque había muchas situaciones y muchas decisiones que Verónica toma en la obra, que no necesariamente yo, Stephanie tomaría, entonces en el proceso he ido tratando de entender el por qué de sus decisiones, de dónde viene. Ella lidia, además, con emociones que son bien fregadas, porque está entre la vergüenza que siente por esta familia, a la cual no pertenece, pero de la que viene, porque son sus raíces, y culpa justamente por sentir esa vergüenza. Como actriz cada viaje es un reto, cada noche es un reto, el llegar a los picos, el habitar al personaje y vivir realmente desde la empatía todo lo que vive Verónica.
¿Consideras que ha sido el personaje más complejo que has hecho?
Sí, exactamente. Verónica a mí me está enseñando muchísimo, yo aprendo en cada puesta en escena. Debo defender el propósito del personaje que se termina convirtiendo en el mío.
Ayuda mucho también poner estos temas en la palestra a través del arte, así como la salud mental...
Sí, por supuesto. Bueno, este tema de la salud mental ya se puso más sobre la mesa a raíz de la pandemia. La gente ya empezó a enfrentarse consigo mismo, con sus miedos, sus temores, sus frustraciones, sus fantasmas y ese trabajo de uno mismo que no lo puede hacer nadie más.
Hoy en día destacas en la actuación, pero hubo un tiempo que quisiste ser vedette, ¿qué te hizo cambiar de opinión?
Yo decía de niña que yo quería ser vedette porque en realidad lo que quería decir era que quería estar en el escenario cantando, bailando y actuando. En esa época cuando yo era chiquita las vedettes cantaban, bailaban y actuaban. Era una artista completa. Solo que mientras fue pasando el tiempo ese término de vedette se fue desdibujando un poco porque ya tú decías vedette y automáticamente pensabas en las chicas porristas o en las bailarinas de repente solamente de night club.
Tú te referías a la profesión netamente artística...
Sí, me refería al término vedette, al tradicional, al que unifica todos los lenguajes del arte, que es lo que estoy logrando ahorita. Por ejemplo, haciendo un musical, de alguna forma tú amalgamas eso, todos los lenguajes, porque bailas, cantas y actúas.
¿Estás cumpliendo ese sueño a tu manera?
Claro, yo te diría que ahora en ese momento de mi vida sí estoy cumpliendo mi sueño. No es un sueño cumplido, llo estoy cumpliendo y lo cumplo cada vez que me subo al escenario y que a través de cualquier lenguaje del arte puedo contar una historia o puedo interpretar un personaje. Ahora que ya hace unos años hago más musicales, me reafirmo que esto que estoy haciendo ahorita era lo que siempre quise hacer de niña: cantar, bailar y actuar. Todo junto.
También practicas el pole dance, ¿cómo te animaste?
Sí. El tema físico para mí es bien importante. Ya hace más de 15 años soy deportista. Esto ha sido un proceso explorativo, porque primero empecé con la cultura fitness del gimnasio, todo lo que tenía que ver con musculación, pero también cardio, el step, el baile, todo. Luego empecé a hacer arte marcial, conocí el Muay Thai, conocí el box y hace años que hago arte marcial. En estas ganas de querer seguir explorando físicamente, primero como deportista, pero también pensando en poderme dar más recursos para mi trabajo. Yo quería bailar, de hecho, me fui a alguna academia de salsa para ver si de repente podía bailar salsa. Pero siempre me salía pole dance en la publicidad hasta que un día dije, voy a probar pole dance, no sé, algo me llamaba.
Por la curiosidad...
Sí, la curiosidad. Yo empecé a ir porque quería bailar, entonces empecé con el sexy dance, con los tacos, bailando alrededor del tubo. Pero eso me llevó a mí a querer mucho más y ya después quise hacer acrobacias. Fui mezclando un poco el sexy dance, que es con los tacos altos alrededor del tubo, pero ahora ya hago más acrobacias. Hace como un año me di cuenta que me llevo bien con este deporte, que me comunico bien. Considero que soy una pole dancer en formación.
¿Es un arte, una disciplina, un deporte?
Es una disciplina. Yo lo veo como deporte también, porque exige mucha concentración, mucha fuerza, mucha coordinación, elasticidad, mucha valentía. Tienes que ser valiente, el reto es controlar la ansiedad de querer llegar a hacer lo que tienes que hacer y estar tranquila para que no sudes de más, porque si tú sudas de más, puedes resabalar. Entonces es mucho más difícil poder lograr mantenerte en el tubo haciendo las coreografías y haciendo una secuencia limpia. Es dominio y concentración.
Esta disciplina sigue siendo estereotipada y criticada, ¿cómo lo afrontas?
Claro. Lo bueno es que, en estos tiempos, siento que esta cultura del pole dance es mucho más expuesta. Veo a muchas amigas que antes no hacían nada y que de pronto ya están probando hacer pole dance y eso me gusta mucho, porque ser inspiración de otras personas es bravazo, finalmente yo me inspiro de otras personas. Se genera una cadena muy bonita de empoderamiento.
¿Has tenido que lidiar con desafortunados comentarios?
Sí, me dicen: “Ay, a ver si mejor que salga calata”, pero yo siempre trato de compartir un poco para sacar de la ignorancia a las personas. Hay gente que no sabe, ni siquiera se imagina todo lo que tú tienes que entrenarte para poder llegar a treparte el tubo o hacer alguna figura. Conlleva un trabajo arduo. Ni siquiera saben y seguro se preguntarán, pero ¿por qué calatas? Lo que sucede es que con ropa no se puede hacer pole dance. Tiene que haber fricción y contacto directo de la piel con el tubo. Y eso implica hacer este deporte dolores, con moretones. Si tú ves el cuerpo de un pole dance, de todas maneras, lo vas a ver con moretones, abolladuritas. Porque es que es lo que uno tiene que enfrentar para poder lograr las secuencias o las figuras.
¿Te gustaría más respeto para el pole dance?
Sí, porque es como cualquier disciplina, hay que profesionalizarse, hay un montón de ensayo y de trabajo previo para que tú te montes allí en el escenario a contar una historia. O si estás haciendo ficción, hay toda una preparación. La gente del arte lo sabe, hay más seriedad en la forma de pensar, hay tantas formas de comunicar a través del arte, y el pole dance es una de ellas. En lo personal, a mí no me gusta que me encasillen, me gusta hacer lo que quiero y me gusta. Soy actriz, bailarina, cantante, escribo, compongo, yo puedo hacer todo lo que quiera, lo que me provoque, hoy día me provoca hacer esto, lo hago, mañana me provoca hacer otra cosa, lo hago, ¿por qué no?, si es mi vida, soy dueña de mí, eso es lo que a mí me hace feliz. Pero a veces hay pensamientos muy esquematizados que te quieren encasillar en una cosa y si tú eres actriz no puedes hacer esto, eso me parece lo más absurdo, lo más limitante. Yo no pienso así.
También estás haciendo música, ¿es difícil desarrollar este arte en nuestro país?
Sí, de hecho. Mi pareja es músico y él me dice que definitivamente es muy difícil. El hecho de que yo haya empezado primero en mi carrera de actriz, de todas maneras, a mí me ayuda mucho, porque es gracias a mi profesión como actriz que yo estoy solventando mi proyecto musical. A mí como cantante no me conoce nadie, he empezado a escribir mi música, pero mi música es súper explorativa, es bien teatral, estoy empezando siendo fiel a estas primeras ganas de contar estas historias que no son para nada comerciales, más adelante no sé qué saldrá. Yo no gano ni un sol por lo que yo he invertido en mis singles, en mis fotos, en algunos videitos que he hecho, en pagarle a mi productor, esa es una inversión. Todavía no me está dando ingreso, pero lo que estoy ganando como ser humano y como artista es invalorado.
Es una carrera de largo aliento...
Es una carrera de largo aliento. Yo considero que estoy gateando, que estoy en pañales, sé que es una puerta que he abierto y estoy recién en la entrada, y tengo que seguir indagando y explorando hasta que me den frutos.
¿En qué género te estás especializando?
Distintos. Tengo una canción andina que tiene un poco de quechua con aymara, pero también tengo una que es un poco carnavalesca, también tengo balada, tengo por ahí una balada hip hop. Quisiera hacer una salsa, también quiero hacer cumbia. Estoy así súper abierta a lo que me provoque.
Respecto a la actuación estás enfocda en el teatro, ¿extrañas la televisión?
Yo extraño todas las plataformas, no podría quedarme solamente haciendo cine, televisión o teatro. Los códigos de la tele no son iguales que los del teatro, tampoco los del cine. Sin embargo, todos te sirven para complementarte.
Dato:
‘La Omisión de la Familia Coleman’ se presenta de jueves a martes a las 8:00 p.m. y domingos a las 7:00 p.m. En el Teatro La Plaza (C.C. Larcomar, Av. Malecón de la Reserva 610, Miraflores). Actúan Miguel Alvarez, Gerald Espinoza, Miguel Murray, Pilar Nuñez, Stephanie Orúe, Yolanda Rojas, Angelita Velásquez Campos y Martín Velásquez.