Los Incas fueron una de las civilizaciones más importantes y avanzadas de la América precolombina. Su imperio se extendió por la región andina de Sudamérica, abarcando los actuales países de Perú, Ecuador, Bolivia, Chile, Argentina y Colombia.
Los estudio y relatos indican que el Inca fue el líder político y religioso, con un cargo hereditario. También tenía el control sobre el ejército y la justicia, y supervisaba la administración de los recursos, incluyendo el agua, la tierra y la producción agrícola.
La economía inca estaba basada en la agricultura, especialmente en la producción de maíz, papa, quinua y otros cultivos andinos. Este factor no era exclusivo para la nobleza. Los alimentos eran distribuidos entre todos los que estaban bajo la protección del líder del antiguo pueblo indígena.
Uno de los tubérculos protagonistas de esta época fue la papa, que fue un recurso estudiado en investigaciones antropológicas y arqueológicas para entender de su importancia. Se estima que, con la alimentación que conservaban, estos antiguos habitantes del Perú podían vivir más de 90 años.
Aunque no se conoció con exactitud el tiempo de su vida, el caso de Sinchi Roca ameritó ser analizado a detalle. Se cree que superó la edad promedio de un hombre o mujer que se dedicaba al trabajo forzoso. De acuerdo a una publicación de diario Correo, el éxito de su longevidad fue gracias a los alimentos que consumía y al estilo de vida que llevaba.
Pese a ser un alimento destinado a los pobres, que surgió ante la hambruna, rápidamente se adaptó a las comidas de todos, sin distinción de clases. La papa era usada como un pan, según indican los relatos. Pasó por varias formas de cocción, asada o en guisados. Estas prácticas, así como su conservación, dio origen al ‘chunu’.
Los autores Emilio Romero y Carlos Contreras, de la obra “Historia económica del Perú”, sostienen que las comidas de las comunidades se basaban básicamente en animales, vegetales y minerales.
Su trabajo en las cosechas les permitía tener una importante producción en papa, mote, cancha, fréjoles, rocoto, hierbas aromáticas, algas marinas, olluco, yuca, pallares, camote, maíz, ají, quinoa, yuca y otros frutales. Si hablamos de las formas en las que cocinaban estos elementos, estas habrían sido las primeras técnicas en poner en acción: papa sancochada, chupes, macerados, sopa de harina de papas, mazamorras, papas asadas en la tierra, guisos, y similares.
Otro insumo que también cobró popularidad en el imperio Inca fue el pescado, sobre todo en la zona del Titicaca, gracias a los ríos y los lagos que permitía la pesca. También era un escenario propicio para que practiquen la casa de aves, que formaban parte de sus comidas.
Los alimentos forman parte del legado de los Incas que hemos heredado los peruanos. Con el paso de los años, se descubrieron varios tipos de papa, camote, entre otros. Asimismo, la creatividad generó que se planteen nuevas versiones de las preparaciones, así como perfeccionar las técnicas de cocción.
Por otro lado, el Perú tiene una participación importante en “La bóveda del fin del mundo”, ubicada en la isla de Spitsbergen, donde se conservan semillas del planeta que proporcionaron varias naciones.