Emilia Barcia Bonifatti: la maestra de educación inicial que lo cambió todo en el Perú

La profesora se apoyó en su hermana Victoria para lograr el sueño de velar por el bienestar de los niños más necesitados del país.

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Emilia Barcia Boniffatti, precursora de la educación preescolar. (Archivo Familiar)
Emilia Barcia Boniffatti, precursora de la educación preescolar. (Archivo Familiar)

La educación es el mejor legado que un padre le puede dejar a su hijo para que pueda contar con las herramientas necesarias para desarrollarse en esto vida dura.

Es por eso que desde muy niños ya los mandan al nido para que aprendan las cosas más básicas como formas, colores, a comenzar a escribir y leer. Sin embargo, hubo una época en la que esto era visto como algo que se debía hacer en casa.

Justamente ahí aparece la figura de la Emilia Barcia Bonifatti, quien pasaría a la historia por ser la pionera en la educación preescolar en el Perú. Y esta es su historia.

Nació en la selva

Emilia Barcia Boniffatti  dándolo todo en una de sus clases con sus pequeñas alumnas.(Archivo Familiar)
Emilia Barcia Boniffatti dándolo todo en una de sus clases con sus pequeñas alumnas.(Archivo Familiar)

De padre español y madre argentina, Emilia Barcia Bonifatti llegó junto al nuevo siglo un 20 de marzo de 1900 en la ciudad de Iquitos.

Tras culminar sus estudios escolares, junto a su familia viajó a España, en donde decide estudiar en la Universidad de Madrid. ¿La carrera? Educación Inicial.

Fue durante este periplo europeo en la que llega conocer, y ser alumna de varios maestros que le servirían de inspiración para su futuro, como Gregorio Marañón y Juan Ramón Jiménez, autor de ‘Platero y yo’.

Es más, sus biógrafos cuentan que Emilia fue parte de este clásico de la literatura infantil, luego de hacerse amiga de la esposa de Jiménez, Zenobia Camprubí.

A su regresó al Perú, en 1921, y al lado de su hermana Victoria, decidieron fundar el primer Kindergarten moderno, basado en las enseñanzas del pedagogo alemán Friedrich Fröbel, que en el siglo XIX, había creado la educación preescolar y del concepto de jardín de infancia. El lema de este primer centro educativo para infantes era “todo por amor, nada por la fuerza”.

Le llegó la fama

Emilia Barcia Boniffatti en una de sus famosas clases en el Parque de la Reserva (Archivo Familiar)
Emilia Barcia Boniffatti en una de sus famosas clases en el Parque de la Reserva (Archivo Familiar)

Tras algún tiempo trabajando con singular éxito en Iquitos, las noticias de mismo llegaron hasta el mismo presidente de la República de ese entonces, Augusto B. Leguía que las convocó para replicar el novedoso modelo de enseñanza preescolar en los colegios de Lima.

Sin embargo, el destino las haría esperar a las hermanas Barcia Bonifatti, ya que el 25 de agosto de 1930 el coronel Luis Miguel Sánchez Cerro dio un golpe de Estado y depuso de su lugar al entonces presidente Leguía. Esto le puso una inesperada pausa al proyecto.

Entonces tanto Emilia como Victoria optaron por seguir laborando en su natal Iquitos y fueron parte importante de la creación del programa ‘La gota de Leche’ (de aquí sacaría su idea para el ‘Vaso de Leche’ el futuro alcalde de Lima, Alfonso Barrantes).

En el programa original, las hermanas Barcia recogían a todos los niños de la ciudad que estuvieran en situación de desamparo. Luego se encargaban de darles alimentación y educación. De esa manera, se convirtieron en las pioneras en ofrecer desayunos a todos los niños en las escuelas. Un concepto que hasta hoy sobrevive gracias al programa estatal Qali Warma.

Llegada a Lima

Emilia Barcia Boniffatti saludando a la primera ministra de India, Indira Ghandi  (Archivo Familiar)
Emilia Barcia Boniffatti saludando a la primera ministra de India, Indira Ghandi (Archivo Familiar)

El futuro estaba en la capital y Emilia Barcia lo sabía muy bien, pues a pesar del golpe de Estado de Sánchez Cerro, igual llegó a Lima junto a su hermana y, con la ayuda de otras maestras y madres de familia enteradas de su arribo, se instalaron en los jardines del Parque de la Reserva para comenzar a dar clases.

Sus primeras herramientas fueron seis esterillas que hicieron la función de sillas y mesas. Aunque estas “no eran necesarias si teníamos como alfombras el verde césped y como paredes de colores, los hermosos árboles y plantas con flores”, tal como escribió Emilia en sus diarios personales.

Gracias a su loable labor, Emilia y Victoria llegaron a ser recibidas en el mismo Palacio de Gobierno, a donde acudieron con sus niños y que fueron recibidos con “dulces, refrescos y juguetes”, según contaría luego Emilia.

La visita protocolar fue devuelta poco tiempo después, luego que el mismo Sánchez Cerro fuera ver a los niños que, entusiastas con esa inocencia propia de ellos, le demostraron todos sus avances.

Por esos tiempos, Emilia declaraba a la prensa: “Era necesario hacer llegar a través de las autoridades la realidad del jardín de infancia como imperiosa necesidad en nuestra educación pública”

Es oficial

Hasta que su periplo por Lima por fin tuvo el resultado que ellas tanto estaban buscando. Ocurre que el 25 de mayo de 1931 se inauguró de manera oficial el primer jardín de la infancia del Estado peruano. Desde entonces esta fecha es recordada como el Día de la Educación Inicial en el Perú.

Dicho local estaba ubicado en una antigua casona frente a la Iglesia Santa Teresa, en la calle José Díaz. La misma que se encuentra a pocos metros del Estadio Nacional. En la actualidad, el mencionado colegio se encuentra en el distrito de San Miguel.

Así comenzó su sueño de crear muchos jardines de la infancia por todo el territorio nacional. Y vaya que lo lograron, pues en estos días ya son 333 de estos centros en todo el Perú.

El legado de  Emilia Barcia Boniffatti se mantiene hasta el día de hoy. (Andina)
El legado de Emilia Barcia Boniffatti se mantiene hasta el día de hoy. (Andina)

Además, Emilia también fundó el primer Centro de Formación especializado en la docencia infantil. El mismo que tiempo después provocaría la creación del Instituto Nacional de Educación Pre Escolar.

Para 1925, las hermanas fundan el Patronato Departamental de Leprosos, logrando organizar un jardín de la infancia dentro de las instalaciones del Leprosorio de San Pablo.

A través de su vida, Emilia logró un sinnúmero de condecoraciones y el Ministerio de Educación le entregó las Palmas Magisteriales.

Pero como la vida nunca es justa con todos, y después de más de 50 años dedicados al cuidado y educación de los niños de Perú, y ya jubilada, muere en Lima, un nueve de mayo de 1986, en estado de pobreza y soledad.

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