La tumba está en el Parque del Recuerdo, un camposanto en las afueras de la ciudad, y, desde hace nueve años, se carga de arreglos florales, carteles o peluches cada marzo, el mes en el que nació y murió Edita Guerrero, exvocalista de Corazón Serrano. A mediados de 2014, bajo el resguardo de un centenar de policías, el personal del Ministerio Público llegó hasta aquí para ejecutar una exhumación.
Era una mañana de sol. La diligencia respondía, en rigor, a una investigación que señalaba a Paul Olórtiga, el viudo, como presunto feminicida de Edita, y cambiaba la primera versión sobre su muerte: un aneurisma.
Desde entonces, el caso originó especiales televisivos –más de diez mil personas asistieron al velatorio y Olórtiga estuvo en prisión durante 74 días–, tesis académicas –tratamiento informativo desde la teoría del encuadre, la construcción del juicio mediático–, y un libro fundamental –'Morir dos veces’ (Planeta, 2015)– que apunta a que todo lo anterior fue una farsa y una trama corrupta orquestada en la Fiscalía de Piura.
Infobae habló con su autor, el escritor y abogado Umberto Jara, referente del periodismo de investigación en el país.
-SANNA Clínica Belén, donde Edita murió, te contrató para el manejo de crisis en 2014. Así llegaste al caso.
Sí, llegué profesionalmente porque estaban involucrando a cinco médicos de la clínica. Cuando terminé el tema, vi que había una investigación que iba más allá e involucraba un caso de corrupción en el Ministerio Público. Entonces, la trabajé para mi libro.
-Veamos los datos. Edita fue sepultada. Semanas después, una denuncia anónima revolvió la versión del aneurisma e introdujo una posible muerte por agresión de Paul Olórtiga. La Policía mandó todo a Fiscalía.
Es un caso claramente montado entre la Policía y Victoria Allemant [fiscal provincial de Piura]. ¿Quién fue el instigador de esto? Los Guerrero Neira. Y aquí es gravísimo porque la propia familia de la difunta se encargó de hacer un montaje. El anónimo lo envió una peluquera que fue amiga de Edita, y con eso la Policía realiza un atestado que se lo envía a la fiscal.
En lugar de verificar, la fiscal abre una investigación y ordena detenciones. Toda la evidencia clínica, revisada además por Alberto Trelles, uno de los mejores neurocirujanos del Perú, si no el mejor, mostraba claramente que se trataba de una muerte por aneurisma. Con ese invento de un anónimo, junto con policías que se prestaron y una fiscal corrupta que aún sigue en funciones, se hizo el montaje del caso.
-¿Con qué interés?
Claramente, como se expresa en el libro, para no asumir las obligaciones que tenía [la empresa de los Guerrero Neira] para los herederos de Edita, y por encono al cuñado. La familia no quería que los hijos puedan acceder a los derechos hereditarios.
-La secuencia de datos sigue con la exhumación. En tu libro expones el vínculo amical entre la fiscal Allemant y Rosario Medina, la perito que realizó la necropsia a los restos.
Las necropsias se realizan en un formato que está dentro del sistema computarizado de la entidad de Medicina Forense. El documento que presentó la fiscal en el proceso no está dentro del registro oficial, no tuvo el formato que se sigue en el sistema computarizado, por tanto, es un documento nulo. Con esa necropsia falsa, la fiscal abrió la investigación y, nueve años después, ocurren dos cosas: esa investigación no la quiere cerrar porque significaría asumir todos los equívocos que cometió, pero, sobe todo, esta fiscal sigue impune.
Yo pedí una cita con el exfiscal de la nación Pablo Sánchez, fui a su oficina. Le entregué todas las pruebas de este acto delictivo cometido por la fiscal y un audio en el que ella me decía: ‘vaya y quéjese donde quiera’. Esas pruebas nunca fueron utilizadas y la impunidad es tremenda.
-También has señalado que el caso fue utilizado por el exfical de la Nación, Carlos Ramos Heredia.
En ese momento, Ramos Heredia estaba con problemas y necesitaba un caso mediático para distraer. Lo que me parece cuestionable es que periodistas, sin haber revisado el expediente, sin haber consultado, simplemente repitieron la versión que les alcanzaban desde la Fiscalía diciendo que se trataba de un feminicidio. Ramos Heredia utilizó esta versión para todos los problemas que afrontaba y que originaron la liquidación de su carrera.
-Con la exhumación, salió otro alcance importante: al menos 28 golpes, uno de ellos contundente en el cuello.
Eso fue el otro invento de Rosario Medina [perito], quien dijo que el cadáver estaba lleno de moretones. Medina empleó de manera perversa un hecho: cuando una persona fallece, la sangre deja de circular, ya no tiene movimiento, entonces en todos los cadáveres se empieza a empozar en diferentes zonas del cuerpo porque ya no hay actividad sanguínea. Eso genera la apariencia de moretones.
Lo que hizo esta supuesta perito forense fue utilizar eso para decir que eran huellas de golpes, pero esos golpes no existen en la historia clínica. Y lo otro, con la ignorancia que ha tenido la fiscal y el estilo malévolo de la forense, se señaló que la golpiza había sido de tal magnitud que le habían ocasionado una luxación en el hueso atlas de la cabeza, contigua a la columna cervical. El argumento de la fiscalía es una falsedad clínica médica que, además, contradice la ciencia médica.
-Olórtiga cumplió prisión preventiva. En tu libro mencionas que él fue la gran víctima.
No es mi postura, es la realidad de los hechos. El caso de Edita Guerrero es una muestra de cómo en nuestro país, si uno se compra un policía y un fiscal, puede terminar enviando a prisión a un inocente. Es la vergüenza del sistema judicial, pero la gran vergüenza del Ministerio Público es que la fiscal Allemant, corrupta, siga en funciones.
-Dices: si uno se compra un policía y un fiscal. ¿Te refieres a los Guerrero Neira?
Si existe una familia muy interesada en que un inocente vaya a prisión y una fiscal que cumple con ese interés, que envía a prisión, inventa pruebas y actúa todo, ¿existe o no ese vínculo?
-El caso continúa en proceso. Los médicos quedaron fuera. ¿Has tenido comunicación con Olórtiga?
Traté de entrevistarlo para el libro, pero no quiso. Cuando me dijiste para esta entrevista, busqué más alcances y me encontré que la fiscal ha variado de versiones. Está en un callejón sin salida. Nueve años después, no formula acusación, no decide si el caso debe archivarse o si debe presentar una acusación para que se cierre. ¿Por qué lo hace?
Sencillamente, porque no tiene los elementos para presentar una acusación sólida. La propia fiscal de la Nación debería revisar la actuación de la fiscal Allemant porque, insisto, es cuestionada no solo en el caso Edita Guerrero, sino en otros en Piura. Hasta hoy, el caso muestra el horror del pésimo manejo de las situaciones judiciales en nuestro país.
-¿Tuviste alguna algún acercamiento con la defensa o alguien vinculado a los Guerrero Neira a raíz del libro?
Amenazas verbales, pero represalias no. Por una sencilla razón: porque ellos son conscientes de que, ante cualquier acción, yo tengo todas las pruebas de la barbaridad que cometieron. Sería dispararse a los pies [el abogado de los Guerrero Neira, quienes no acceden a la prensa para abordar el caso, confirmó en abril de 2015 que denunciaría penalmente a Umberto Jara].
-Después de haber cursado varias investigaciones periodísticas, ¿qué significó este libro para ti?
Una tremenda desazón del país ante una fragilidad tremenda. Eso tiene un nombre: inseguridad jurídica, y es gravísimo. Pero lo que a mí me dejó un sabor amargo es cómo el periodismo puede difundir información sin tomarse el afán de ir a ver el expediente, a hablar con los abogados y a consultarle a expertos.
-En informes televisivos se hicieron visibles denuncias de maltrato psicológico y hasta físico contra la excantante.
Sí, pero eran del mismo círculo de los Guerrero Neira. Ese trabajo de consulta previa al que está obligado todo periodista no se hizo, pero sí se lanzaron titulares, programas, acusaciones de que se había cometido el feminicidio. Los periodistas no podemos tomar a cualquier persona como testigo. Debemos saber quién es, por qué lo hace, qué intención tiene.
Finalmente, es un daño que nadie va a resarcir [a Olórtiga] y eso es lo grave. Ahí hubo premeditación. Los Guerrero Neira sabían que estaban participando de un caso que estaba armado. Me parece lamentable todo lo que ocurrió, pero que cada quien asuma lo que hizo.