Volví a empezar Mad Men este fin de semana. Hace años, como todo publicista que se precie, la arranqué con entusiasmo y no sé si también como todo publicista que se precie, la abandoné temporadas después.
Esta vez, tengo el firme propósito de llegar al capítulo 92, lo juro!, aunque creo que solo voy a lograrlo si puedo verla sacándome el saco de redactora y dejando de ser un “bicho de agencia” (término que me adjudico a mí misma cada vez que me preguntan qué es lo que soy) .
Ver cada capítulo de ésta, dicen los que saben, maravillosa serie (15 premios Emmy, 4 Globos de Oro y considerada la sexta mejor serie de drama/ficción de todos los tiempos) es un “yala” constante para mí, y es que todo lo que pasa dentro de Sterling Cooper pasó, pasa y pasará en todas las agencias de publicidad del mundo.
Me temo que esta vez, con más años, más horas de vuelo y más agudeza, estoy frente a la serie para darme cuenta que, como dice la famosa frase del comercial de Brahma y aplicándola ahora a la publicidad: ¡Estás Igual! Y digo “me temo” porque, desde los sesentas hasta ahora, nuestro mundo ha cambiado poco y nada, por lo menos en lo “intrínseco” (término que he acuñado gracias a mis ex clientes de Backus).
Ok, si, aún con los avances de la tecnología, el mundo digital, el empoderamiento de la mujer y la globalización, en una agencia de publicidad de Madison Avenue de los años sesenta, una de los noventas de la Av Larco y otra de la actualidad de una calle cualquiera, igualito hay creativos frustrados por campañas que un despiadado cliente “nunca entendió”, igualito estamos a horas de presentar una campaña y no tenemos nada, igualito el ejecutivo trata de relajar las pujas entre el cliente y el creativo y es idéntica la forma como miramos con recelo al nuevo geniecito creativo presentado por el jefe con bombos y platillos como es tal cual también la forma como, muchas veces , tiempo después y, ante el inminente fracaso del “iluminado”, tiramos una frase como: “Ya sabía que no la iba a hacer”.
Dicen que Don Draper está inspirado en David Ogilvy, y aunque yo no tuve el placer de conocer a este último, sospecho que el primero, el director creativo neoyorquino, se parece a bastantes más, que sí conozco.
Este tipo Draper cuando dice cosas como: Las mujeres necesitan ser atraídas, ¿ya conocía AXE? o cuándo menciona que todo se vende y que, sin embargo, no todo se puede comprar, ¿entendía las necesidades de Mastercard? Imposible, piensa uno de entrada y claro pues! pasamos a entender después, cuándo vemos al gran Matthew Wiener, el genio creador de Mad Men (y habiendo avanzado ya hace rato el siglo XXI) y nos damos cuenta que no es más que un gran compilador de anécdotas, un tipo que la supo hacer contando la vida de todos nosotros, develando que estamos locos y que pone en la boca de su protagonista frases como: La publicidad es, nada más y nada menos que la felicidad. Y yo le contesto: No querido Matt, te equivocas, no eres tan listo como para saber eso. La felicidad es Coca-Cola.