28 de enero de 2023. Un grupo de manifestantes se desplaza por las calles del Centro de Lima. Los protestantes se encuentran en el cruce de la avenida Abancay y Nicolás de Piérola, vías que han presenciado cientos de movilizaciones sociales a lo largo de la historia del país. Los disturbios se apoderan del casco histórico y las pistas son cubiertas por el humo que genera la explosión de gases lacrimógenos. Tres efectivos policiales caminan en medio del álgido escenario cuando uno de ellos se dirige hacia un conjunto de participantes de la marcha y dispara directamente hacia el cuerpo de estos con una bomba lacrimógena. El hecho habría acabado con la vida de Víctor Santisteban Yacsavilca de 55 años. Todo fue grabado por las cámaras de la Municipalidad de Lima, solicitadas por el programa La Encerrona.
Hasta el momento, no se conoce la identidad de la persona que fue impactada por la bomba lacrimógena disparada por el miembro de la PNP. Sin embargo, de acuerdo a información difundida aquellos días, en aquella zona se encontraba Víctor Santisteban Yacsavilca, uno de los hombres que fue parte de estas movilizaciones y que murió en dicha fecha.
Mucho antes de la difusión de este video, los familiares de Santisteban y testigos de su muerte señalaron que fue un cartucho de bomba lacrimógena lo que acabó con su vida. Además, mencionaron que esta fue lanzada a una corta distancia. Esta afirmación coincide con los resultados de la necropsia practicada por el Ministerio Público. De acuerdo a estos exámenes, un “elemento contundente duro” impactó en el cráneo del hombre y ocasionó la pérdida de su vida.
De acuerdo a las imágenes difundidas por La Encerrona, si bien la Policía no empleó armas letales en contra de los manifestantes, los videos muestran el uso incorrecto de las bombas lacrimógenas. Aunque estas no sean consideradas potencialmente peligrosas para la salud de los participantes de estas movilizaciones, utilizarlas de forma errónea sí puede desencadenar lesiones y daños. Por este motivo, la PNP cuenta con un manual que dicta un protocolo para su uso.
Según estas indicaciones, las bombas lacrimógenas no deben ser disparadas en dirección al cuerpo. “En el caso de utilizar la Escopeta Lanza gas, no debe dirigirse los proyectiles contra las personas en forma directa, debiendo hacerlo siempre en parábola. No debe lanzar las granadas lacrimógenas contra las personas en forma directa”, recalca.
Sobre todo, estas normas resaltan que las bombas empleadas por la PNP no deben vulnerar la salud de quienes se encuentren cerca. “Su uso debe ser gradual, considerando la temperatura ambiental y la dirección del viento, de manera de no afectar al personal interviniente”. Asimismo, el manual precisa que estas herramientas deben ser empleadas únicamente para “contener, dispersar y/o disolver a manifestantes”. Es decir, “debe ser el principal elemento disuasivo” en estas concentraciones.
Las bombas lacrimógenas son consideradas armas no letales y su uso es común en movilizaciones sociales. Sin embargo, según el médico Celso Salgado, es necesario que estas herramientas sean empleadas responsablemente, pues su impacto en el cuerpo humano puede generar lesiones graves.
“Las bombas lacrimógenas son instrumentos u objetos contusos que producen una lesión al momento de chocar con el cuerpo humano. También depende en qué parte del cuerpo humano impacta. Si cae en una mano donde hay poco tejido blando, puede lesionar fácilmente las estructuras tendinosas, si impacta en la pierna, en la parte inferior, puede producir una fractura”, explicó a Infobae.
El traumatólogo también enfatizó que estas lesiones podrían convertirse en cuadros graves, perjudicar la salud de la persona y hasta ocasionar la muerte. Por este motivo, opinó que estos dispositivos no deben estar dirigidos al cuerpo humano.
“Un impacto de una bomba lacrimógena en la zona torácica fácilmente puede comprometer a una costilla, y la costilla puede comprometer una fuerte contusión o una fractura, y esta fractura definitivamente puede producir lesión en el pulmón que puede llegar a una insuficiencia respiratoria e inclusive a la muerte”, detalló.
El docente de Medicina Humana hizo referencia al caso de Víctor Santisteban Yacsavilca y destacó que se presume que el motivo de su muerte habría sido el impacto de este instrumento en la región posterior de su cabeza. Al respecto, precisó que también es necesario tomar en cuenta la distancia desde la cual es disparada una bomba lacrimógena para evaluar los posibles daños que puede generar. “Mientras más cerca es el disparo, definitivamente la fuerza es mayor y, por ende, las consecuencias”, dijo.
“Que esta [bomba lacrimógena] sea una herramienta común no significa que no pueda desencadenar un cuadro grave. Por supuesto que sí puede generarlo. El hecho de que sea un arma no letal no significa que no pueda desencadenar un proceso bastante serio para el paciente y causarle un compromiso tan grave que inclusive puede llegar hasta la muerte, como ya se ha visto en varios sucesos, en varios procesos”, aseveró.
Restos de bombas lacrimógenas en el lugar
La periodista Juliana Oxenford publicó mediante su cuenta de Twitter el acta del Ministerio Público donde se detalla que en el lugar donde Santisteban perdió la vida se encontraron restos de granadas lacrimógenas. “Se encuentra en el lugar casquillos de granadas lacrimógenas de similares características a las recogidas (4 unidades de aluminio) y 05 casquillos de similares características a las recogidas”, indica el documento.
También resalta la presencia de “un casquillo de escopeta calibre 12 marca Nobel con cuerpo de material sintético color verde”.
Videos evidencian procedimiento irregular
Desde que iniciaron las manifestaciones en Lima Metropolitana, el material audiovisual que revela los enfrentamientos entre autoridades y protestantes se ha difundido a través de distintos medios. Uno de los primeros videos publicados, grabado por una cámara de seguridad de la zona, muestra a un brigadista ponerse a buen recaudo en una vereda de la avenida Abancay. Pero, a los pocos segundos, un policía lanza gases lacrimógenos. Uno de los hombres recibe el impacto.
Otro video fue difundido por Canal N el pasado lunes 30 de enero. En este clip, grabado por la cámara de seguridad de un restaurante, se aprecia que un elemento impacta contra la cabeza de uno de los hombres que permanecen en tal zona.
Para Jennie Dador, de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH), estas piezas son fundamentales para conocer que la PNP ha vulnerado sus protocolos de operativos policiales durante sus intervenciones en las movilizaciones sociales. “Desde la coordinadora hemos advertido que es un hecho que viene ocurriendo hace años. Ahora, como tenemos manifestaciones más largas, se sostiene. Lo vemos varios días, en distintas provincias, de varias formas: la policía ha vulnerado sus protocolos de actuación”, precisó a Infobae.
La experta recalcó que el uso de armas letales y no letales vienen acompañadas de normas y procedimientos a seguir para cuidar el bienestar de todas las personas que forman parte de tal intervención. “Hemos visto reiteradas veces cómo los efectivos policiales incumplen sus propias normas. Es tan sistemático este incumplimiento que pareciera que no se trata de alguien que solo está cumpliendo su norma, sino que todos lo hacen. Es como si les hubieran dicho que no hay problema, que solo disparen”, dijo.
Dador recalcó que el uso erróneo de las granadas lacrimógenas ha generado que estas herramientas se conviertan en armas letales para los manifestantes. “Si disparas una de estas bombas a la cabeza o al pecho, a una distancia corta, termina siendo en un arma letal por el uso y el abuso, porque la propia prensa extranjera ha señalado el exceso del uso del gas en el país. Es un uso indiscriminado de este recurso”, acotó.