Un documental sobre la cicatriz y el reparo al salir del clóset en Lima: “Hijo, tú no eres gay... tú estás enfermo”

El cineasta Alberto Castro presenta un documental que reúne las voces de diez homosexuales y explora ese proceso de aceptación en una sociedad conservadora y homofóbica como la peruana

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Escena de 'Salir del clóset' que hace referencia al primer cortometraje de su realizador.
Escena de 'Salir del clóset' que hace referencia al primer cortometraje de su realizador.

Hubo silencio — “esa pausa más larga del mundo” —, hubo lágrimas — “no un llanto de dolor, sino quizás de reparación”—, y hubo, según cada experiencia, una aceptación genuina, o el despido de casa, o una ráfaga lacerante de palabras —“¿alguna vez te ha importado lo que yo he querido?”, “hijo, tú no eres gay… tú estás enfermo”—. Los diez protagonistas del documental ‘Salir del clóset’, escrito y dirigido por el cineasta Alberto Castro (Lima, 1989), coinciden en estos períodos cuando asumieron su homosexualidad ante sus padres, amigos o incluso delante de un espejo.

El filme llega tres años después del estreno de ‘Invasión Drag’ —un registro realizado por Castro sobre la llegada a Lima, en 2017, del programa RuPaul Drag Race— y es, en rigor, el hilo que une su proceso de aceptación con la vocación descubierta a sus 18 años, cuando grabó un corto amateur —'Cuarto oscuro’—, en el que exploraba la historia de un chico (su alter ego) que acudía a esos habitáculos donde se busca sexo desenfrenado o algo parecido al amor —“Éramos como fantasmas perdidos y sin nombre”—.

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“Cuando lo grabé —recuerda el egresado de comunicación audiovisual de la Universidad de Lima—, aún estaba en el clóset. Creo que la gran pregunta que me perseguía entonces era cómo decirlo, ¿en verdad quería decirlo? En ese corto exponía las cosas que me sucedían antes de poder asumir mi identidad. Esa salida afectó tanto la dinámica familiar que acabé fuera de casa”.

“Luego tuve una pareja que no estaba fuera del clóset, y yo lo culpaba de que la relación no funcionara. Fue una de las razones por las que se terminó. Esa es otra historia, pero el punto es que entonces escuché una línea que me quedó retumbando: ‘Puede que estés fuera, me dijo él, pero no es que realmente lo estés’. Y es verdad: al final no se trata de que la gente lo sepa, sino de un proceso más personal, más íntimo. Creo que ese fue el germen de este documental”, señala.

Alberto Castro, años atrás, en un set de grabación. Su trabajo recibió un estímulo económico del Ministerio de Cultura.
Alberto Castro, años atrás, en un set de grabación. Su trabajo recibió un estímulo económico del Ministerio de Cultura.

Se inspiró en el trabajo del brasileño Eduardo Coutinho y la argentina Agustina Comedi. Siguió una fórmula modesta: acompañar a sus personajes —homosexuales cisgénero radicados en la capital— con apenas dos cámaras y un equipo de audio. El documental los presenta en los exteriores de su casa, por los pasillos, por la cocina —salta a sus fotos de infancia, detalles de sus habitaciones—, los deja ver sentados o tendidos sobre la cama. Identificarlos y luego explicarles la propuesta, que incluía grabaciones los fines de semana durante tres horas, fue un ejercicio arduo. De todas esas voces quedaron diez.

“Hablar sobre ser gay es tan difícil que en el camino me topé con infinitos no —matiza Castro—. Muchas personas accedieron a ser grabadas, pero al final me dijeron que no usara la entrevista. Siento que no se habla del tema lo suficiente. No terminamos de entender a detalle toda la cantidad de emociones al sentirse discriminado. No sabemos hasta qué punto afecta. El documental es precisamente una muestra de esos matices para tener distintas caras de una misma situación”.

“Empezamos a grabar en 2018 o 2019. Estaba demorando el proceso porque, quiera o no, temía a esta exposición. Mi papá falleció en 2020 por el covid. Una parte mía se rompió en ese momento y decidí que ya era hora de sacar este proyecto. Para muchos personajes, era la primera vez que les habían dado orden y sentido a su experiencia”.
Uno de los diez personajes de 'Salir del clóset'.
Uno de los diez personajes de 'Salir del clóset'.

‘Salir del clóset’, que llegó a las pantallas de Cineplanet y esta semana salta a la Sala Azul del Centro Cultural PUCP, es un viaje catártico que incide, además, en temas como la falta de educación sexual para prevenir infecciones de transmisión sexual: “La sociedad peruana —remarca su realizador— tacha a los chicos gay en lugar de enseñarles que su forma de tener sexo existe, o de brindarles pedagogía sobre la mejor forma de protegerse”.

Es una mirada para entender lo difícil de asumir la identidad en un país conservador y machista, pero también expone la ‘plumofobia’ y la exclusión en la misma comunidad LGBTI: “Eso de dios perdona el pecado, pero no el escándalo es muy latino y muy peruano. O sea, debes ser gay, pero no tan amanerado. Debes ser gay e ir al gimnasio, no puedes ser gay y ser gordo. Eso de anular al gay amanerado, de decirle ‘ah, es que eres muy mujer’, pasa porque finalmente somos herencia de este país racista y clasista, donde unas vidas importan más que otras dependiendo de dónde vienen”.

‘Salir del clóset’ apunta a demoler estereotipos y crear aceptación, pero también invita a reconocer el privilegio: “Siento que emocionalmente hay un dolor similar. Sin embargo, un chico privilegiado, con mucho dinero, no se va a quedar sin casa, sin estudios, sin trabajo como un gay que está en otra posición. Puede ser la oveja negra, pero no un paria, como ocurre en otros ámbitos. Si bien las luchas son importantes, no podemos pensar que nuestra experiencia es predominante. Yo hago pelis para sentar una postura. El privilegio se debe emplear para hacer manifiesto”.
Escena de 'Salir del clóset' que hace referencia al primer cortometraje de su realizador.
Escena de 'Salir del clóset' que hace referencia al primer cortometraje de su realizador.

‘Salir del clóset’ visibiliza, finalmente, la importancia del respaldo familiar, pero plantea una comprensión, nunca justificación, sobre el posible repudio que pueda acarrear ese reconocimiento: “Entiendo el rechazo que puede haber tenido mi madre, me frustra, y entiendo también de dónde viene —dice Alberto Castro—. Es un proceso complejo. Muchos padres actúan a partir del miedo (de que te peguen, de que te enfermes, de que no consigas trabajo y un largo etcétera), pero, como dice un testimonio, uno también se encarga de que cada vez tengan menos miedo”.

Después se acomoda los lentes y sigue: “Me encantaría que esta peli abra una puerta para que otras generaciones puedan salir del clóset de una forma saludable, que sea motivo para hablar de otras identidades, y que marque el inicio de trabajos contra la temática hegemónica y heteronormativa que aún predomina”. Es activista, conductor de un pódcast, productor y asistente de dirección, pero alguna vez fue un niño que agachaba la mirada porque sentía culpa, un chico incomprendido que escribía guiones para no sentirse tan solo, un joven que buscaba liberación en un cuarto oscuro. No lo dice, pero ha empleado su cámara para sanar.

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