Aeropuertos de Arequipa, Juliaca y Jaén extienden cierre, mientras que los de Ayacucho, Puerto Maldonado y Tacna limitan acceso

Tres aeropuertos seguirán cerrados y sin servicio debido a las protestas contra la presidenta Dina Boluarte, que de momento dejan cerca de 50 muertos

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Por segundo día, decenas de pobladores intentaron invadir la pista de aterrizaje del aeropuerto de Arequipa, cerrado y resguardado por fuerzas del orden. Foto: AFP
Por segundo día, decenas de pobladores intentaron invadir la pista de aterrizaje del aeropuerto de Arequipa, cerrado y resguardado por fuerzas del orden. Foto: AFP

Las operaciones de tres terminales aéreos del país se mantendrán suspendidas debido a las violentas protestas que piden adelanto de elecciones y cierre del Congreso de la República. A través de un comunicado, Latam señaló que el aeropuerto de Arequipa, donde decenas de pobladores intentaron nuevamente invadir la pista de aterrizaje, se mantendrá cerrado hasta el domingo 22 de enero como medida de “protección a la integridad de pasajeros y colaboradores”.

La aerolínea también informó “del cierre temporal de las instalaciones aeroportuarias de Jaén (hasta el 21 de enero) y de Juliaca (hasta el 22 de enero), lo que nos ha forzado a cancelar nuestras operaciones desde y hacia estas ciudades”.

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Por su parte, Aeropuertos del Perú comunicó que a las terminales de Ayacucho, Puerto Maldonado y Tacna “solo está permitido el ingreso de pasajeros presentando su tarjeta de embarque, con excepción de aquellos que requieran asistencia”.

Latam remarcó que “los pasajeros con vuelos cancelados cuentan con flexibilidades para cambios y/o devoluciones sin ningún tipo de penalidad”. Adicionalmente, “ha activado flexibilidades a aquellos pasajeros que desistan de viajar hacia el Perú o dentro del país”, se lee en la misiva de la compañía.
Nuevos enfrentamientos en regiones del norte y sur se producen este viernes en medio de las manifestaciones en contra del Gobierno, que no dan tregua pese a los 45 muertos que dejan desde su inicio en diciembre, mientras que unos 300 turistas quedaron varados en Macchu Pichu.

Las protestas llevaron al Ejecutivo a declarar el Estado de Emergencia en siete de las 25 regiones del país hasta mediados de febrero, habilitando así la intervención militar junto a la policía para el control del orden público y frenar los actos de vandalismo.

Los choques de esta jornada se concentraron en las regiones La Libertad y Arequipa, con bloqueos de carreteras y batallas campales entre los manifestantes, que lanzaron piedras con hondas, y la policía, que repelía con gases lacrimógenos.

Manifestante exige elecciones anticipadas y liberación de Pedro Castillo en bloqueo de carretera en Cusco, Perú. REUTERS/Hugo Courotto.
Manifestante exige elecciones anticipadas y liberación de Pedro Castillo en bloqueo de carretera en Cusco, Perú. REUTERS/Hugo Courotto.

Reinicio de operaciones en Cusco

En Cusco, el servicio ferroviario a la ciudadela inca Machu Picchu, joya del turismo peruano, siguió sin renovarse en el contexto de las protestas, mientras que el aeropuerto de la región reinició sus operaciones.

La suspensión de trenes a la ciudadela inca dejó varados a al menos a 300 turistas extranjeros y locales en Aguas Calientes, que se halla al pie de la montaña donde se levanta la famosa urbe incaica.

Los turistas reclaman a las autoridades locales “un tren humanitario” para evacuarlos del lugar. El tren es el único medio de transporte masivo para abandonar la zona.

Mensaje a la Nación de Dina Boluarte. TV Perú

En Lima, los manifestantes aseguran que las movilizaciones no cesarán hasta lograr la dimisión de la presidenta, quien volvió a llamar a la calma en un mensaje a la Nación.

“A las hermanas y hermanos que sí quieren trabajar en paz, que sí quieren llevar el ingreso a sus hogares para sostener a sus familias, les digo y también a los que están mostrando estos actos de protesta, a los que se han trasladado de las provincias a la capital, no me voy a cansar de llamarlos al buen diálogo”, dijo.

La crisis refleja la inmensa brecha entre la capital y las provincias pobres que respaldan a Pedro Castillo, recluido tras orquestar un autogolpe, a cuya elección veían como una revancha contra el desprecio de Lima.

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