La historia política del Perú está llena de hechos que más rozan con lo extravagante y extraño. De esos sucesos que a uno le hacen preguntar ¿qué pasó acá?
Ejemplos tenemos demasiados desde nuestra independencia hasta nuestros días. Hay un capítulo en nuestra historia republicana que podría llevarse todos los premios al más insólito. Y es cuando el aún joven arquitecto Fernando Belaúnde Terry decidió enfrentarse a un duelo con espada con el diputado por el departamento de Amazonas, Eduardo Watson Cisneros, en 1957. Esto fue lo ocurrió aquella vez.
Cosa de caballeros
Muchos millenials se preguntarán qué cosa es un duelo. Pues para dejarlo claro, recurrimos al diccionario de la Real Academia Española para hallar que su significado es “combate o pelea entre dos, a consecuencia de un reto o desafío”.
En ese sentido, los duelos han estado presentes en la humanidad desde casi la creación del mundo. Por ejemplo, en el famoso libro ‘Iliada’ de Homero, uno puede leer sobre los duelos que sostuvieron Paris contra Menelao o Héctor y Aquiles.
Con el paso del tiempo, estos comenzaron a ser tomados como la mejor manera de resolver un conflicto, pero no se trataba de un enfrentamiento cualquiera, pues tenía sus propias reglas y condiciones. Algunas de ellas era que debían escoger qué tipo de armas usar. Estas podían ser espadas, sables o pistolas.
Otro detalle para tomar en cuenta es que solo entre caballeros podían batirse a duelo. Estaba prohibido hacerlo contra un plebeyo.
Un ejemplo de que esto era respetado, fue la vez que el filósofo francés Voltaire exigió una satisfacción al noble De Rohan. A pesar de perseguirlo por toda Francia ‘exigiendo una satisfacción’ luego de un altercado ente ambos, finalmente terminó exiliado en Gran Bretaña.
Por otro lado, los contendientes debían ir acompañados de sus respectivos padrinos, que si deseaban entrar en el pleito, también podían sostener su propio duelo. Cosas de siglos pasados.
En el Perú
Como es de suponer, en nuestro país también hubo un tiempo en la que moda de los duelos hizo furor, aunque el único registrado que ha quedado de esos tiempos fue el que sostuvieron los ciudadanos Arturo Campo y Plata y Guillermo Porras. El pleito en este caso fue por una banca en el parque de Barranco y terminó con la muerte de Porras de un balazo en la cabeza, en 1899.
Pero el siguiente capítulo, y el más memorable además, de los duelos en nuestro país lo escribiría el que luego sería elegido dos veces presidente del Perú: el arquitecto Fernando Belaúnde Terry. Su ocasional contrincante fue el diputado por la región Amazonas, Eduardo Watson Cisneros.
Necesito un motivo
Existen dos teorías de cómo dos jóvenes políticos prometedores para la vida democrática del Perú llegaron hasta este punto.
La primera reza que el que sería líder histórico de Acción Popular, seguía todavía muy molesto por haber perdido las elecciones presidenciales de 1956 (ante Manuel Prado Ugarteche) cuando las encuestas lo daban por ganador seguro.
Tanta era su rabia que llegó a declarar que “en el departamento de Amazonas ha ganado una diputación un jovencito de nombre extranjero. Esa es una prueba del fraude”.
Ese muchachito al que se refería Belaúnde Terry era Eduardo Watson Cisneros, quien mostró su fastidio y así se lo hizo saber. Sin embargo, esto no habría pasado a mayores (aunque con nuestros políticos uno nunca sabe) que la idea del duelo nació del propio Manuel Prado que exclamó. “¡Pero qué bruto! ¡Un duelo!”.
La otra hipótesis, ya la más difundida por la prensa de aquellos años, es que todo comenzó luego que Eduardo Watson acusara al arquitecto de ayudar a bloquear un proyecto de ley en el Congreso de la República que beneficiaría a su región. Hasta escribió una carta que fue publicada en el desaparecido diario ‘La Prensa’.
En ese sentido, Belaúnde se vio ofendido por tales acusaciones y más por la carta que lo exponía como alguien que él no era. Entonces, caballeroso él, le solicitó a Watson que se retractara. Y al no ocurrir, pues no le quedó más salida al futuro presidente que ‘exigir una satisfacción’ al diputado y que se apurara en elegir a sus padrinos. El reto estaba hecho y solo había que esperar.
Aunque también vale recordar que la Iglesia Católica quiso prohibir el encuentro y los amenazó con excomulgar a ambos. Ninguno hizo caso a esas amenazas sinsentido y continuaron con su plan.
De igual manera, efectivos de la Policía Nacional también intentaron impedir el duelo, pero ambos protagonistas lograron esquivarlos para llegar a su destino.
El que se muere, pierde
El día elegido para el histórico choque fue el 17 de enero de 1957. Y ya la prensa se había enterado de todo, por lo que fueron a cubrir el evento ante la mirada de otros curiosos que no daban crédito que dos políticos serios resuelvan sus diferencias como si todavía estuviesen en el siglo XIX.
Las armas elegidas fueron sables y el lugar la terraza del Aeroclub de Collique. La principal regla impuesta para este duelo fue que consistiría de tres asaltos de tres minutos cada uno. Entre asalto y asalto se darían dos minutos más de descanso.
Comenzado el duelo, los participantes se hicieron apenas algunas heridas y, felizmente, no hubo alguna muerte que lamentar. Por una parte, Belaúnde terminó con algunos cortes cerca a la oreja. Esas cicatrices le quedarían de por vida. Por el otro, Watson también terminó con algunos rasguños en el cuerpo.
Al finalizar el tiempo establecido previamente, los dos se dieron por satisfechos, se despidieron y cada uno a su casa.
De este hecho, el que sacaría mayor provecho mediático sería Belaúnde, que volvería a postular a la presidencia, que esta vez sí la ganaría, en 1963.
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