Desde la Catedral de Lima, monseñor Carlos Castillo, actual arzobispo de Lima, presidió este domingo 15 de enero una misa por las numerosas muertes en las protestas contra el gobierno de Dina Boluarte. Aprovechó para hacer un llamado de paz y rectificación de actos para cesar la violencia en las diversas regiones del país.
“Hermanos y hermanas, este domingo que hemos concluido unas semanas muy difíciles en nuestra patria, queremos en el día de hoy dedicar esta misa a nuestros fallecidos... Todos ellos son nuestros difuntos, no hay muerto ajeno, todos somos peruanos”, expresó.
“Por esa razón, unidos al dolor de todos nuestros hermanos en distintas provincias y a nuestros hermanos de la Policía Nacional vamos hoy día a rezar; rememorándolos, porque son hijos de Dios dignos que no podemos olvidar”, agregó.
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En su discurso, además, remarcó que a la Iglesia Católica le corresponde “una reflexión fundamental y espiritual” y no ligada a interpretaciones políticas, económicas o sociales.
“Nosotros no vamos ni a la derecha, ni a la izquierda, ni al centro, vamos al fondo y esa es nuestra misión. Pero desde el fondo podemos hacer, renacer, resucitar todas las condiciones sociales, políticas, económicas, derechas, centros e izquierdas. Todo puede perfeccionarse si se va al fondo de las cosas”, afirmó.
Fotografías de las víctimas
El arzobispo ofreció esta misa ante seis paneles que portaban fotografías de los fallecidos y otras relacionadas a ellos. Antes del inicio de su homilía leyó los nombres de ellos y, posteriormente, se refirió a una imagen que mostraba a una multitud en la Plaza de Armas de Juliaca junto a los féretros de las víctimas.
“Al ver la foto que nos llegó de Juliaca con la multitud y su hilera de féretros que fueron llevados al medio de la plaza, pero colocados frente a la iglesia mayor (que estaba cerrada), podemos comprender que algunas circunstancias hayan impedido abrirla, pero tenemos el deber, como Iglesia, de abrir nuestras iglesias a los dolores de nuestro pueblo”, dijo.
“Por eso, esta misa no solamente lo hacemos como Iglesia de Lima, sino unidos a todas las iglesias nacionales y a los sufrientes con los cuales quisiéramos compartir su sufrimiento, familiares, hermanos policías, médicos y, sobre todo, la enorme cantidad de jóvenes que han sufrido la muerte”, añadió.
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