La agresividad en los perros: por qué la educación respetuosa del animal es clave para evitarla

En un capítulo de Data Animal, Juan Manuel Liquindoli, máster en Etología Clínica, psicólogo y adiestrador canino, desmontó el mito que dice que existen razas agresivas. La importancia de comprender las señales para prevenir comportamientos agresivos

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El comportamiento agresivo de algunos perros se convierte en un debate público en los medios de comunicación cuando ocurren ataques que dañan a personas, en muchos casos de la misma familia del animal. Pero siempre es un tema de interés, sobre todo si se trata de conocer de boca de un experto, cuál es el origen de estas conductas y cómo actuar ante ellas.

En una nueva edición de Data Animal dialogamos al respecto con Juan Manuel Liquindoli, máster en Etología Clínica de la Universidad Autónoma de Barcelona, licenciado en Psicología y adiestrador canino con formación en la UBA, además de creador de Filosofía Animal, una organización que fomenta la educación respetuosa de los perros.

Juan Manuel comenzó desmitificando la idea que indica que ciertos perros son intrínsecamente agresivos. Según explicó, la agresividad es una conducta que puede manifestarse en determinados contextos para resolver conflictos, y no define la esencia de ningún animal ni de una raza.

“Ningún perro es agresivo en el sentido de que toda su individualidad, su esencia, su ser sea agresivo. La agresividad es una conducta que suele aparecer en determinados contextos y situaciones para resolver un conflicto. Es una conducta normal dentro del repertorio comportamental de un perro y adaptativa, es decir, que a la especie le ha servido para adaptarse al entorno”, afirmó.

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Juan Manuel Liquindoli desmitifica la idea de que ciertos perros son intrínsecamente agresivos (Imagen Ilustrativa Infobae)

Los signos más evidente de la incomodidad o el momento agresivo que puede estar atravesando un perro es cuando muerde o ataca, pero hay que prestar atención a otros comportamientos como el gruñido, cuando levanta los belfos y muestra los dientes en determinadas situaciones “son conductas comunicacionales de amenaza y luego, si no lo puede resolver a través de esas señales, pueden pasar a las otras conductas que son las de ataque”, señaló.

—¿Cuál es la diferencia entre la agresividad y la reactividad?

—La reactividad es un poco más amplia que la agresividad habla de una activación del sistema nervioso simpático, o sea cuando ante un determinado estímulo se activa su sistema simpático que lo prepara para la lucha y para la huida, hay un aumento de la frecuencia cardíaca, dilatación de las pupilas, etcétera. Podemos decir que ese perro ante ese estímulo está siendo reactivo. Pero puede ser reactivo y expresar una conducta de miedo. Por ejemplo, poner la cola entre las patas y alejarse, o de ansiedad y atacar. Cuando un perro está ante una conducta agresiva podemos decir que también es reactivo.

—Es decir que ellos con esa conducta previa avisan antes de llegar a la mordida o a esos accidentes que generalmente pasan en casa. ¿Cómo tenemos que reaccionar nosotros ante eso?

—La mayoría de los episodios de agresividad se podrían prevenir si supiésemos leer en nuestro perro sus señales comunicacionales, pero muchas veces las omitimos, las desdeñamos y no les prestamos atención. El perro empieza a gruñir y no le prestamos atención y después termina atacando. Es muy importante no castigar estas señales comunicacionales previas, porque cuando un perro está gruñendo se está comunicando, le está informando al entorno que está incómodo ante una situación. Si nosotros castigamos ese gruñido lo único que vamos a hacer es que el perro aprenda a inhibir esa señal comunicacional, pero su incomodidad, su malestar, va a persistir ante esa situación. Entonces, la próxima vez, como sabe que lo vamos a castigar por gruñir, va a omitir el gruñido, pero va a pasar al próximo paso, que es atacar.

Un ejemplo de este tipo de represión de la conducta de gruñido, se está produciendo en la casa de Gran Hermano, donde fue introducido el perro llamado Arturo, quien convive con los participantes. El animal gruñe o ladra en forma habitual y esa actitud es castigada.

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La agresividad en perros se manifiesta en contextos específicos para resolver conflictos (Imagen Ilustrativa Infobae)

Esto puede derivar en una conducta agresiva “y hay estudios que dan evidencias de que, cuando se usa la confrontación o el castigo en los métodos educativos, ante cualquier estímulo que pueda generar dolor o miedo en el animal, cuando uno lo está confrontando al perro, se puede asustar y pueden surgir otras conductas como agresividad. Entonces algo que hubiera sido mucho más simple de solucionar, como un perro que está avisando que está incómodo, termina siendo mucho más complejo, porque ahora el perro no sólo avisa que está incómodo, sino que aprendió a atacar”.

—¿Por qué se vuelve agresivo un perro? ¿Cuáles son las patologías previas emocionales que puede tener para terminar siendo agresivo?

—La agresividad es algo multifactorial. Siempre que hablamos de comportamiento hablamos de que una parte viene en los genes y una parte viene en el medio ambiente. Cuando hablamos de medio ambiente hablamos también de que hay algunos estudios que muestran que antes de nacer es importante el ecosistema donde estaba la madre. Por ejemplo, si la madre estaba estresada o no, después cómo fue el primer vínculo con la madre y cómo fueron sus experiencias de aprendizaje. Todo eso hace a las condicionamientos de un perro. De acuerdo a sus experiencias, pueda desarrollar problemas de agresividad o no.

De esta forma, en la agresividad, el componente genético, es muy bajo. “La genética cuantitativa, que es la rama de la ciencia que estudia qué rasgos de la conducta tienen que ver con la genética y cuáles tienen que ver con el ambiente, muestra que la agresividad tiene una heredabilidad muy baja. Entonces, que en los problemas de conducta relacionados con agresividad en perros tiene más que ver el medio ambiente o el aprendizaje desde que el perro nació, sus experiencias traumáticas, de maltrato —ahí el perro aprende que las personas pueden ser una amenaza—, una falta de socialización”.

El medio ambiente y las
El medio ambiente y las experiencias traumáticas son factores determinantes de la agresividad canina (Imagen Ilustrativa Infobae).

En cuanto a la edad clave para educar a un perro para evitar la agresividad, Liquindoli precisó que “el período sensible de socialización en perros son los primeros cuatro meses, son muy condicionantes en la conducta. Todo aquello que no le socializamos, después el perro puede en su vida adulta percibirlo con temor. Y el miedo es la tierra fértil, por ejemplo, para que aparezcan problemas de agresividad”.

Para cerrar, Juan Manuel remarcó que “no hay razas que sean genéticamente más agresivas”. El motivo es lo que mencionó antes: “La carga de heredabilidad de la agresividad es muy baja”. En cambio, “sí es cierto que el miedo tiene una heredabilidad alta y muchos problemas de agresividad se relacionan con el miedo. Entonces, con padres miedosos, hay una probabilidad alta de que den una descendencia miedosa y eso está en los genes”, pero destacó que “no quiere decir que todos los perros miedosos van a terminar siendo agresivos, pero es un factor predisponente, un factor de riesgo”.

“La realidad es que el factor más influyente es el contexto, el ambiente, las experiencias que va teniendo el perro a lo largo de su vida”, dijo para cerrar.

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