En los hogares contemporáneos, los animales de compañía han trascendido su papel tradicional de guardianes leales y fieles, para convertirse en fuentes de amor incondicional y armonía. Esta relación, que ha encendido la polémica en algunos círculos, no puede ser ignorada, ya que refleja una profunda transformación en nuestra sociedad.
Los perros y gatos, en particular, brindan compañía, amor y alegría, mejoran el estado de ánimo y creando un ambiente positivo. Ya no son meros cuidadores del hogar; son considerados integrantes de la familia.
Esta evolución ha llevado a una proliferación de productos -como prendas, cuchas, alimentos sofisticados- y servicios especializados, desde prendas y alimentos sofisticados hasta una creciente especialización en los estudios veterinarios. Estos cambios, antes impensables, se han incorporado como cuestiones necesarias e incluso imprescindibles en nuestras vidas.
La tendencia hacia un trato más humano y cuidadoso con los animales de compañía es generalizada y refleja una modificación en el estilo de vida de los tutores en la sociedad postmoderna. Ya no se trata solo del cuidado meticuloso de la salud, sino también de atender a aspectos más banales, como la estética o la simple compañía en un paseo.
Podríamos hablar, incluso exagerando, de un fenómeno de “perrijo” que ha multiplicado exponencialmente los servicios para perros y gatos. La “humanización” de los animales, aunque pueda sonar exagerado, ha llevado a un hipercuidado hacia ellos.
El concepto de “pet friendly” se ha instalado en locales gastronómicos, y servicios como guarderías, pensionados, y hasta funerarias para animales han surgido con total normalidad. La salud de los animales de compañía es prioritaria, y no se escatima en gastos, incluso recurriendo a colectas solidarias para animales sin recursos.
La gran polémica alrededor de la denominada humanización de los animales o de hipercuidado, se centra en la modificación de su comida, poniéndoles ropa o incluso no dejándolos jugar porque pudieran ensuciarse.
Un error común ocurre cuando el tutor prioriza sus necesidades estéticas sobre las del animal, creando una necesidad donde no la hay. Los animales no saben si la ropa les queda bien o mal; se visten para la satisfacción del tutor. Tener esto claro permitirá que el juego interactivo continúe sin cuestionamiento ético.
Es importante recordar que los animales, en su mayoría, pueden regular su temperatura gracias a su manto piloso. Aunque algunos puedan sufrir más el frío, a muchos no les resulta estrictamente necesario el abrigo. Cuidar su manto natural suele ser suficiente.
A pesar de las confusiones que pueden surgir de estas conductas, lo que prevalece es la importancia del compromiso que tiene hoy la sociedad humana con el cuidado y bienestar animal. Los animales de compañía son sumados con amor a la vida cotidiana en la mayoría de sus aspectos, reflejando una relación que va más allá de la simple compañía, y que se ha convertido en un vínculo profundo y enriquecedor.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
Seguir leyendo: