La automedicación —el tomar un fármaco sin consultar a un profesional de la salud— es un fenómeno que crece entre los seres humanos, y esa tendencia a veces se replica con los animales de compañía, como perros o gatos. Te pido que por favor, no lo consideres como opción porque es riesgoso para la salud de tu amigo de cuatro patas.
¿Por qué? Porque, por ejemplo, los perros no pueden recibir paracetamol. Es tóxico, causa daño hepático grave con dosis bajas. Los perros ni los gatos tampoco pueden tomar ibuprofeno porque también es tóxico. En el perro su uso está vedado por las graves consecuencias secundarias que su consumo puede provocar.
Los gatos son muy sensibles a la dipirona, eso que nosotros le damos a nuestros bebés inclusive para bajar la temperatura, en el gato se potencia casi 200 veces. Cuando se trata de medicar a un gato sin el aval de un profesional con una serie de medicamentos o sustancias, en la mayoría de los casos, tendremos la desagradable sorpresa que seremos los causantes de la muerte de nuestro querido compañero.
Los gatos son animales de desierto, y como tales, poseen un metabolismo del agua ahorrativo porque se trata de un elemento escaso, que involucra casi un circuito cerrado en su organismo. Por esa razón, siendo por su origen y evolución, animales de desierto, hoy nos resulta muy difícil observar a nuestro gato tomar agua.
Es por eso que tienen una manifiesta tendencia natural a ahorrar agua, a recircularla metabólicamente en aras de un aprovechamiento integral.
De esa forma, la desintoxicación es algo más difícil que en otras especies y la concentración de un tóxico será siempre mayor que en otros animales. Si a ello le agregamos una cierta característica particular de la especie en cuanto a su reacción frente a determinadas sustancias, veremos que al gato no debemos suministrarle nada que no sea estrictamente indicado por el médico veterinario de confianza, ni siquiera el más inocente de los medicamentos.
En general, los gatos, se intoxican fatalmente con cualquier compuesto que en su fórmula lleve el grupo químico del núcleo benceno o fenol. Para ubicarnos químicamente, más del sesenta por ciento de los medicamentos humanos llevan fenol (o sea el núcleo benceno), como conservante en su formulación.
Hay drogas que son imposibles de pensar en un perro o en un gato, por lo tanto, a la hora de una emergencia, garantizá que tu médico veterinario de confianza te dé un número de emergencia si no atiende él personalmente esa situación, pero que vos sepas dónde correr. No busques a tu veterinario de confianza frente a una situación límite, recurrí al primero de los servicios y, a partir de ahí sí, refugiate en tu veterinario de confianza.
Pero acordate, un perro no es un ser humano disfrazado o un ser humano que sabe otro idioma. Un gato, no es un perro que sabe idioma o que está disfrazado de gato, ni alguien que está vinculado con el ser humano. Son tres especies diferentes. Nosotros somos monos sin pelo, el perro es un carnívoro y es un perro, el gato es un carnívoro y es un gato.
Tres especies diferentes que no admiten ninguna, la automedicación, pero dos de ellas no admiten los medicamentos en su gran mayoría que vos tenés para vos mismo. Por lo tanto, antes de medicar a tu perro, a tu gato, recurrí a tu médico veterinario de confianza.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
Seguir leyendo