El estado alterado de algunos perros puede hacer eclosión en el momento de paz de la casa generando la discordia. El ladrido de un perro muchas veces es un verdadero signo de alarma y es el fundamento del contrato animal, algo así como “yo te cuido de noche, vos me alimentas de día”.
Puede significar la llegada de extraños a la casa o cualquier situación de alerta. Sin embargo, en algunas ocasiones los ladridos pueden ser excesivos, inoportunos o no tener una causa aparente.
El ladrido es un comportamiento natural, propio de los perros (los lobos no ladran pero pueden aprender) y hay algunos que lo hacen más que otros, tal vez por de más.
Naturalmente, el ladrido es la respuesta a un estímulo, como por ejemplo alguien entrando a la casa o un ruido más alto como el de una moto o el de un escape o una explosión.
El ladrido es una advertencia comunicacional a la manada y sobre todo al líder de ella, para que esté atento. En definitiva, a veces el ladrido tiene una clara razón y sentido, y otras veces no lo tiene para nada.
Para corregirlo, puede ser suficiente modificar la situación que origina y motiva los ladridos, pero a veces resulta necesario un proceso de adiestramiento que modifique ese comportamiento indeseado.
En ocasiones, se piensa que los perros ladran por agresividad cuando el motivo real es que el perro tiene miedo y ladra por advertencia ante una eventual amenaza.
Si bien no existe una clave única, ni una receta mágica o una sola forma concreta de hacer que un perro no ladre, lo que importa, en cualquier caso, es conocer la causa. Sabiendo el por qué podremos buscar la manera de corregir ese comportamiento.
Además, se debe tener en cuenta que el ladrido es una conducta normal en ellos. Sólo hay que preocuparse y corregirlo cuando se convierta en algo preocupante, molesto o excesivo. Existen algunas reglas básicas para enseñarle a un perro a no ladrar en exceso:
- Reducir el estrés del perro: esto resulta el elemento básico para lograr el éxito, creando un ambiente tranquilo y relajado tanto en la casa como durante los paseos en la calle. La ansiedad o el estrés que trae como inexorable consecuencia no son buenas para nuestro propósito.
- Reenfocar su atención hacia otra cosa: los perros que ladran lo hacen motivados por algún estímulo exterior como el timbre de la puerta, escapes, ruidos estridentes o los extraños llegando a la casa. Por eso necesitan algo que desvíe su atención y que sea más interesante, para que lo que provocó la andanada de ladridos pase a un segundo plano.
Una opción interesante puede ser darle sus golosinas-recompensas favoritas y dejarlo por el piso para que su atención se dirija a conseguir los premios y no a lo demás.
- Transmitir un estado de tranquilidad: cuando ladran a otros perros en la calle, no hay que tirar de la correa ni manifestarse nervioso o ansioso ya que esto se transmite, provocando más nerviosismo y estrés en el animal y no ayudará a que deje de ladrar.
- Pedir ayuda si ladra compulsivamente cuando se queda solo: en el caso de los perros que ladran compulsivamente cuando se quedan solos, puede tratarse de un caso de hiper apego y su consecuencia patológica más habitual, la ansiedad por separación En esos casos sólo la ayuda profesional veterinaria especializada puede ser efectiva.
Como medida comportamental remedial, ante estos casos, puede funcionar hacer salidas muy cortas que se vayan alargando en la medida que el perro progrese en su conducta, y dejarle música o una radio encendida. También es necesario moderar las caricias y juegos antes de salir, para no dejarlo nervioso o frustrado.
- Condicionar aversivamente el ladrido: cuando el perro esté ladrando, tomarlo firmemente cerrando su hocico con una mano al tiempo que bajamos su cabeza en un solo movimiento.
Esto debe relacionarse con un chistido o una palabra corta y enérgica para poder hacerlo callar cuando sea necesario. Esto es lo que hace la madre con los cachorros cuando ladran espantando su presa en la cacería.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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