El hombre de Buenos Aires corre y camina. Camina sin cesar y en esa lucha sin fin, reflexiona sobre lo que lo rodea. Por eso, quizás mucha gente no sepa en honor a quién es la calle Chonino, en el barrio de Palermo.
Muy pocos acertarán en que Chonino, ese pasaje cercano al tren y lindero a la nostalgia del arrabal y del río, es una de las pocas calles del mundo y la única en Buenos Aires que lleva su nombre en honor a un perro.
El hombre y el perro, esa rara simbiosis que unos rudos policías le dieron una significación muy particular cargada de compañerismo, ternura y reconocimiento. Nuestra Ciudad de Buenos Aires, como toda gran ciudad, bulle de actividad pero duerme en sentimientos, salvo en estos hechos como el de Chonino y su calle, que reconcilian con la mejor esencia del ser humano.
Esta es la historia de Chonino, un perro noble y sencillo, que murió al servicio de todos nosotros. Por eso hoy se conmemora el Día Nacional del perro.
En 1977 un hermoso cachorro de Ovejero Alemán fue seleccionado para ser miembro del cuerpo de perros de la Policía Federal Argentina tras cumplir ampliamente las aptitudes físicas y psíquicas necesarias. Lo bautizaron Chonino.
El can fue adiestrado concienzudamente como perro de seguridad, preparado para entrar en acción sólo cuando hubiese peligro de vida, tanto para sus conductores como para terceros.
Desde entonces, este ilustre animal acompañaba a los oficiales en recorridas de vigilancia por la ciudad y participaba en operativos como miembro activo de la fuerza.
Una triste noche de junio de 1983, Chonino fue asignado para patrullar, la zona de Devoto. En medio de la oscuridad reinante y frente a una copiosa lluvia los funcionarios policiales observaron, de pronto, que dos hombres manoseaban en forma dudosa, las puertas de coches estacionados en la Calle Lastra.
Ante el pedido de identificación, los sospechosos respondieron brutalmente a tiros hiriendo a uno de los oficiales. De repente el lugar se transformó en una angustiosa sinfonía de disparos, ladridos, lluvia, fogonazos y sangre.
Chonino, por instinto propio y sin perder el tiempo, al ver agredido a su guía, se lanzó al ataque, en medio del tiroteo.
Trágicamente uno de los delincuentes alcanzó con un balazo el corazón de Chonino, y mientras los asaltantes escapaban, con su último aliento, el animal se arrastró hacia su guía extendiendo, agónico, su hocico.
En su boca, llevaba un trozo de bolsillo que contenía los documentos de los asaltantes lo que permitió la detención de los criminales que hoy están cumpliendo una condena de ejecución perpetua.
La historia fue contada en un concurso que organizó una sección de un matutino porteño a fin de establecer el Día Nacional del Perro. De ese modo, Cora Cané, la conocida escritora, a raíz de las numerosas cartas recibidas, tuvo la idea de declarar que el día 2 de junio, aniversario de la muerte de Chonino, sea el día del perro en nuestro país.
Chonino, es hoy sólo el nombre de una calle de Buenos Aires, esa ciudad donde muchos seguirán corriendo, mirando la tasa del dólar, viviendo en el mundo de las reuniones, o hablando por teléfono con alguien ineludible, ignorando que es muy cierto que todos los perros van al cielo y que Chonino ladra sonriendo desde la entrada...
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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