Todos los 29 de abril se celebra en la Argentina el día del animal. Esta jornada es una oportunidad para hablar del cuidado y respeto por la vida de la fauna silvestre, con la que convivimos de una forma cada vez más cercana y que sufre los impactos de nuestro modo de vida. Pero, ¿cómo se ven afectados por la presencia de seres humanos?
El crecimiento de urbanizaciones, el corrimiento de la frontera agropecuaria, los incendios, la caza o los atropellamientos los pone en peligro. Para el bienestar de todos, debemos reaprender a convivir con la naturaleza, ya que los encuentros con la vida silvestre son cada vez más frecuentes y, al afectarla, también nos ocasionamos un daño.
A través de tres historias de animales, que llegaron al Centro de Recuperación de Especies de Fundación Temaikèn (CRET), podemos ver lo importante que es cuidar la vida silvestre y convivir armoniosamente con ella. Más allá de compartir un mismo espacio, el bienestar de los animales también se vincula con nuestra salud.
Cachorros de gato montés: huérfanos con quemaduras por incendios forestales
En enero de este año, el Parque Nacional Ciervo de los Pantanos, ubicado en el norte de la provincia de Buenos Aires, sufrió un incendio en parte de su reserva. Esta zona alberga a una gran diversidad de fauna y flora del Delta. Lamentablemente, los incendios son muy frecuentes en verano y muchas veces se originan de forma intencional y se agravan en un contexto de sequía.
En este escenario, una familia de gatos monteses melánicos (Leopardus geoffroyi) fue víctima de esta problemática: una mamá había parido hacía pocos días a sus cachorros, cuando el fuego los alcanzó. La gata no fue encontrada por los guardaparques, pero encontraron a sus dos cachorros de entre 15 y 20 días de vida, que llegaron a la Fundación Temaikèn y tuvieron atención médica inmediata en la nursery del Hospital Veterinario.
Los cachorros fueron recibidos por profesionales del CRET, que observaron su pelo quemado por el fuego y una secreción en los ojos. Pesaban aproximadamente 200 gramos, apenas podían ver y tuvieron que ser alimentados a mamadera. En esta etapa, todos los profesionales del CRET usaron máscaras cada vez que estuvieron en contacto con los gatos, para que los cachorros no vieran los rostros de las personas y así evitar la impronta. Es decir, que asocien su comida y cuidado con la presencia de humanos.
Los hermanos continúan en recuperación y aislamiento humano. Ya no están más en la nursery, fueron trasladados a un recinto del CRET lejos del contacto con personas y van creciendo con comportamientos propios de su especie, incorporaron nuevos alimentos a su dieta y, al mismo tiempo, a través de distintos estímulos, se les va enseñando a desarrollar sus instintos de caza y supervivencia, ya que el plan para ellos es que, una vez que se considere que están aptos de salud y comportamiento, puedan volver a su hábitat natural.
Un zorro gris en la familia
Una familia de Merlo, provincia de Buenos Aires, adoptó un cachorro que estaba en manos de un grupo de chicos que lo había encontrado solo. Lo tuvieron algunas semanas como mascota, alimentándolo a mamadera porque todavía no ingería sólidos, hasta que notaron un comportamiento más agresivo de lo común, ya que gruñía mucho.
Al mismo tiempo, el animal iba tomando una forma distinta a la de un perro, su hocico se alargó más de lo normal. Era un cachorro de zorro gris (Lycalopex griseus), una especie propia de nuestra región y que de pequeño tiene mucha similitud con un perro.
Pero, ¿por qué llegó el zorro a manos de una familia? Seguramente, los chicos que lo encontraron no prestaron atención a si su mamá estaba cerca o bien el animal salió a explorar el terreno y como las urbanizaciones se extienden cada vez más, es más frecuente que se produzcan esta clase de encuentros. La familia adoptante, al darse cuenta de que tenían un zorro de mascota, decidió ponerse en contacto con la Fundación.
El zorro ingresó al CRET con buen estado general, con aproximadamente 3 meses de vida y con un peso de 1,200 kg. Se le realizó el chequeo veterinario de rutina donde además se analizaron posibles enfermedades y, al igual que todos los animales que llegan al Centro de Rescate, se le estableció una cuarentena que cumplió junto a otros zorros cachorros que también habían llegado para esa época, con distintos orígenes.
Los profesionales decidieron criarlos todos juntos, ya que de esa forma se los ayuda a identificarse con otros de su especie y desarrollar los comportamientos esperados de un animal silvestre.
Ellos, al igual que todos los animales que tienen posibilidades de volver a su hábitat, tuvieron una estadía en aislamiento humano, monitoreados a través de cámaras. Todos, inclusive el zorro que estuvo en una casa algunas semanas, crecieron saludables y con sus instintos de supervivencia desarrollados. En este caso, todos pudieron volver a la naturaleza y fueron reinsertados hace unos días en un predio en la zona norte de la provincia de Buenos Aires.
Ciervo de los pantanos: en peligro por la caza en el Delta
Hace algunas semanas, la Fundación recibió un llamado de alerta porque en una isla del Delta los vecinos observaron un ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus) con una herida muy grande en su lomo. El equipo de Temaikèn fue al rescate de este cérvido, que es el más grande de Sudamérica.
La población que se encuentra en la provincia de Buenos Aires es la más austral de esta especie que está en Peligro de Extinción, víctima de la cacería (ya que todavía se los mata por su carne, cuero y astas), ataque de perros cimarrones, accidentes o tráfico ilegal.
En este caso se trataba de un ejemplar joven cercano al año de edad, macho, que estaba en shock por el tamaño de su herida, probablemente provocada por una bala. Al estar con esa zona abierta, las moscas pusieron huevos y las larvas fueron comiendo su tejido blando como piel, músculos y tendones. Estuvo así varios días, lo que fue agravando su estado de salud.
Luego del operativo realizado para encontrarlo, fue trasladado al Centro donde se lo asistió para estabilizarlo y se le limpió la herida. Pero algo agravó su situación: los análisis de sangre del ciervo mostraron que sus niveles de proteínas eran muy bajos, lo que afectaba su salud.
El ciervo estuvo algunos días bajo un cuidado intensivo y el equipo de profesionales del CRET hizo lo posible para salvar a este valioso animal, pero lamentablemente no sobrevivió. Más allá de su deficiente estado de salud, la herida desencadenó este triste final que es muy común para esta especie, ya que todavía son víctimas de la caza.
En estas tres historias de rescate de Fundación Temaikèn se puede ver cómo se trabaja para mitigar las consecuencias de una mala convivencia entre personas y animales. Los seres humanos estamos insertos en ambientes biodiversos y debemos aprender a compartir esos espacios, por el respeto a la vida de todo ser vivo y porque, como aprendimos a partir de la última pandemia, la salud de ellos es también nuestra.
*Lina Zabala, bióloga y coordinadora operativa del Centro de Recuperación de Especies de Fundación Temaikèn.
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