Una de las especies más famosas en el mundo es la gallina de origen asiático, la que ha conquistado a todo el planeta por su adaptabilidad y ductilidad que le ha permitido ser una fuente de alimentación de una buena parte de él. En tanto, la gallina araucana, una raza rara de gallinas, también conocida como mapuche, llama mucho la atención por su inusual aspecto y, sobre todo, por el color de la cáscara de sus huevos, que es ligeramente azul o algo verdosa.
Son animales muy sensibles y cercanos al ser humano, lo que los lleva a ser criados cada vez más lejos de los fines comerciales. Sus orígenes son inciertos y responden a diferentes versiones, existiendo algunas creencias míticas sobre sus huevos.
Esta verdadera raza, o estirpe, puede ser considerada como una de las manifestaciones genéticas de esta especie, más antiguas del mundo, a pesar de que su origen todavía es discutido o por lo menos incierto. Existe la casi convicción de que la gallina araucana proviene de los pueblos originarios del Sur de Chile y de la Argentina, a partir de animales introducidos por los conquistadores.
Aunque no se tienen constancias concretas sobre su origen muchos investigadores especializados aseguran que esta gallina estuvo en el continente un siglo antes de la llegada de los españoles, sin poderse establecer claramente como llegó a América, lo que hace más enigmático su principio americano. La llamada “gallina de los huevos azules” se puede identificar por tres características: pone huevos azules o verdosos, no tiene cola y el color de su plumaje suelto y algo alborotado es una mezcla de negro, blanco y gris.
Si bien el territorio que originalmente habitó la gallina araucana fue la región ocupada por los pueblos originarios que la crearon, se expandió en la segunda década del siglo XX a Europa y Norteamérica, por la acción de los piratas o mercaderes, que vendían sus distintivos huevos.
La gallina araucana tiene largas plumas en el área de la barbilla y las orejas, por lo que su apariencia suele compararse como si luciera aros o como si tuviera barba. No tiene rabo o cola plumada, debido a mutaciones genómicas.
Asimismo tiene una cresta triple, una barbilla con plumas pequeñas, las patas de color oliva verdosos y sus orificios auditivos (oídos) lleno del mismo plumaje, como si fueran oídos humanos con pelo exuberante. No se trata de una gallina grande, no excede los 2,5 kg de adulta y llega a poner 130 huevos por año, contra una producción mucho mayor de otras razas.
Recientes investigaciones explican la causa de por qué los huevos de esta raza no tienen el color habitual del de otras gallinas. Los expertos concluyeron que se debe a una mutación genética que se originó en los primeros ejemplares de la raza en Sudamérica y que fue transportada a sus descendientes araucanos llevados luego a Europa.
Analizado el ADN se descubrió que la mutación se originó en el genoma de las gallinas causada por un retrovirus, provocando que los huevos se pigmentaran con un colorante biológico llamado biliverdina, ocasionando el color verde azulado en la cáscara.
Estas gallinas araucanas no son preferidas masivamente, ni ellas ni sus productos por razones estrictas de marketing, estuvieron en peligro de extinción a tal punto de casi dejar de existir.
Sin embargo, gracias al INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) de nuestro país, Argentina, se inició un programa de reproducción entregando pollos reproductores que permitieron garantizar la continuidad de esta raza ancestral y especialmente resistente a enfermedades y penurias alimenticias.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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