La foca anillada es una especie que logró sobrevivir a la Edad de Hielo y se encuentra en peligro de extinción. Actualmente la población de esta especie marina reside en el lago Saimaa en Finlandia, el cual trae consigo grandes beneficios para sus números poblacionales.
Ari Löytynoja, investigador de la Universidad de Helsinki, junto con colegas de la Universidad del Este de Finlandia y la Universidad de Copenhague, demostraron en una investigación que estos especímenes han generado tres subpoblaciones, lo que se podría traducir como una recuperación de “un cuello de botella drástico en la población”.
La investigación multi académica “El hábitat fragmentado compensa los efectos adversos del cuello de botella genética”, fue publicado por la revista Current Biology el pasado 22 de febrero. En este trabajo los investigadores detallaron que la topografía del lago Saimaa ha logrado crear una fuerte estructura de subpoblación.
Petri Auvinen y Jukka Jernvall, investigadoras de la Universidad de Helsinki que participaron en el estudio, detallaron que “las focas anilladas han sufrido una severa contracción del tamaño de su población”. Este aspecto resulta preocupante a largo plazo ante la falta de capacidad adaptativa que tienen.
El lago Saimaa
Esta población de focas anilladas se quedaron sin salida al mar después de que la tierra se recuperó hace 10.000 años del hielo continental. Los investigadores detectaron que en el grupo de alrededor 400 especímenes, se ha conservado gran parte de la variación genética original.
“La buena noticia es que la forma laberíntica del lago Saimaa ha generado tres subpoblaciones que son homocigotas para partes complementarias y muy diferentes de su genoma”, explicó Ari Löytynoja, es decir que la diversidad genética que tiene esta pequeña población de de focas es gracias a su hábitat.
Una de las preocupaciones que tenían los investigadores era que estos animales tuvieran poca diversidad genética y por ende bajas posibilidades de adaptarse al aumento de las temperaturas producidas por el cambio climático.
Löytynoja explicó que a pesar de que los números poblacionales de estos especímenes se han recuperado con el paso del tiempo, aún es un sector de la biodiversidad muy vulnerable, sobre todo ante los registros de inviernos cálidos y los cortos períodos de hielo y nieve.
El académico de la Universidad de Helsinki detalló que estos cambios afectan de manera directa a la “formación de guaridas de nacimiento, un grave riesgo para la reproducción y la vida temprana de las crías”.
La esperanza de las focas
Para el grupo de investigación el que tengan una gran diversidad genética significa un rayo de esperanza para que se puedan adaptar a los cambios climáticos y que dé como resultado una futura reactivación de la especie.
Las focas anilladas, junto con otras especies que viven en climas fríos, son el sector de la biodiversidad más vulnerable ante la destrucción de sus hábitats como resultado del calentamiento global.
De acuerdo con información de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se tiene previsto que las poblaciones de focas anilladas se reduzcan entre 50 y 99 por ciento a finales del siglo XXI, en caso de que sigan las condiciones climáticas que impiden la formación de nieve.
La foca anillada del Saimaa es una de las pocas especies de su familia científica que habita en aguas dulces, llegan a medir entre 130 y 145 centímetros de largo.
Según los investigadores del estudio publicado en Current Biology, esta especie es un caso muy especial de fragmentación del hábitat y podría ser considerada como una “historia de éxito de la biología de la conservación”, puesto que en la década de 1980 estaban “en peligro crítico” con una población de 100 a 160 individuos y se especula que actualmente la manada esté integrada por 400 ejemplares.
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