Fin de semana de lluvia. ¿Qué mejor plan que maratón de series? Le propuse a mis hijas, de 20 y 15 años, ver juntas Chernobyl. Nunca imaginé que iban a sentir tanto interés por el tema. Mientras veíamos la serie, ellas me iban haciendo preguntas sobre el hecho.
La serie nos atrapó porque fue sobre nuestra historia más reciente, sobre la realidad y por qué trataba sobre las consecuencias que provocó y aún sigue ocasionando en la humanidad y en el planeta.
Cuenta con lujo de detalles lo que pasó el 26 de abril de 1986, en Ucrania, cuando aún era parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Desde que se estrenó la serie, las búsquedas en Internet se dispararon acá y en el mundo.
La miniserie ha aumentado las visitas a la página de Wikipedia que recoge los datos de la catástrofe nuclear: de menos de 200.000 visitas en abril, el pasado mes de mayo se registraron más de un millón, tan solo en la página de España.
Despertó el interés sobre el mayor desastre nuclear de la historia de una manera como ninguna otra serie lo ha hecho. Porque cala en lo más profundo, y porque en ella se da aquello de "la realidad siempre supera la ficción".
La serie tiene momentos conmovedores. Habla del sacrificio de los que dieron su vida para salvar a miles de personas. Es desgarradora cuando muestra cómo un grupo de soldados debe exterminar a los perros y gatos contaminados por la radiación, y un joven sin experiencia alguna en la milicia, es reclutado para tal fin. A los golpes se acostumbra al horror y se convierte en verdugo improvisado.
Se hace carne la historia de los bomberos que pelean contra el fuego desde la primera fila, los mineros que cavan desnudos "total al ropa no detiene la contaminación radiactiva" y los tres operarios que arriesgan su vida metiéndose en agua contaminada para evitar que el desastre se propague aún más.
Cada una de esas personas no es un personaje de ficción, fueron o son –algunos todavía viven- personas de carne y hueso como el bombero Vasili Ignatenko y su mujer embarazada, Lyudmila.
Incluso influencers de varias partes del mundo se anotaron en el tour que se puede hacer durante un día a la zona de exclusión, que son 26 mil kilómetros cuadrados, para tomarse fotos en el lugar y subirlas a sus redes. Algo polémico si se quiere.
Es que después del estreno de la serie, aumentaron considerablemente las visitas donde ocurrió la tragedia nuclear más grande de la historia.
Pripyat, la ciudad ucraniana abandonada tras la catástrofe, está mortalizada en fotos y videos en Internet. El lugar no será habitable hasta dentro de 24 mil años, aún así es visitada a diario y es escenario de influencers que juntan likes posando casi desnudos –desafiando los niveles de contaminación radiactiva- en el lugar bajo el título "Yo estuve en Pripyat".
Las agencias de turismo que operan en el lugar tuvieron un incremento del 30% en el mes de mayo, desde que la serie comenzó a ser emitida. Y ya se sabe que las reservas para el verano crecieron un 40% con respecto al año anterior. El tour comienza generalmente tomando un autobús en Kiev que recorre los 120 km que separan la capital de Ucrania de Chernóbil.
Una vez allí comienza la visita guiada que puede ser de unas horas o de varios días: en el caso de los tours más amplios se pernocta en alguno de los hoteles construidos en la zona.
Los precios oscilan entre los 80 euros para las excursiones más sencillas a más de 400 para los tours privados que incluyen una entrada a las zonas no restringidas dentro de la propia central nuclear de Chernóbil.
Pripyat es la principal atracción de la zona: no se puede entrar a los edificios desde 2012, pero sí al parque de diversiones abandonado donde todos se sacan fotos. Aunque la mejor toma es delante del reactor 4, ahora cubierto por una estructura de contención.
Sin duda, el fenómeno que despertó la serie no tiene precedente. Y si bien el morbo tiene que ver en algo, también atrapa porque funciona a modo de recordatorio: es una advertencia sobre lo que podría el apocalipsis de la humanidad. Por eso es una buena excusa para mirarla en familia y reflexionar sobre lo que fue y que podría haber sido.
Texto: Daniela Fajardo
Fotos: Gentileza HBO/Instragram
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