Corría el año '84 cuando a la francesa Yazemeenah Rossi (63), siendo ya madre de dos hijos y con 28 años, le ofrecieron por primera vez hacer un trabajo como modelo.
"Alguien que conocía se había quedado sin su modelo a último momento, me pidió que lo hiciera y así fue que empecé", le cuenta por teléfono a Para Ti desde Malibú.
Esa primera experiencia, no muy buena de por sí, fue el punto de partida de una carrera que años después la llevó a trasladarse a Nueva York y más tarde a Malibú, donde todavía trabaja en campañas de moda.
"Hoy puede ser que haya más mujeres de esa edad trabajando, pero en esa época a los 28 años una modelo estaba mucho más cerca de retirarse que otra cosa", dice. Dueña de una de las primeras melenas blancas naturales que se popularizaron más tarde, Yazemeenah lleva 35 años trabajando en una industria en la que es difícil sostenerse en el tiempo. Fotógrafa, amante de la naturaleza y la vida sana, pero sobre todo del placer y el disfrute, su imagen y su estado físico impecable la convirtieron en un referente de estilo de vida: hoy tiene más de 230 mil seguidores en Instagram (@yazemeenah).
-¿Desde que empezaste nunca dejaste de trabajar?
-En el modelaje hay una constante y es que nunca se puede saber cuánto trabajo vas a tener: hay épocas en que trabajo más y otras un poco menos, pero siempre trabajé y pienso seguir haciéndolo. El modelaje es una de las tantas cosas que hago y, por ahora, lo disfruto mucho. Además, hoy tu lugar está vinculado a un estilo de vida, no se te ve como una modelo nada más. Yo siempre fui una persona muy sana, eso no es algo que haga hoy porque está de moda. Además de trabajar como modelo, soy fotógrafa y ceramista, me gusta cocinar, diseñar ropa, leer, escribir, tengo mis proyectos de fotos… Soy una mujer que sabe pasarla bien consigo misma, nunca me imaginé que podía estar sola (sin pareja y sin mis hijos) y disfrutar tanto. Creo que eso es algo que en algún punto se transmite.
-¿Te considerás un referente de estilo de vida?
-Me convertí en un referente por el interés que tenía la gente en mi modo de vivir, no porque lo haya buscado, y me gusta porque siento que atraigo a las personas a cierto modo de vivir la vida. Me acuerdo que cuando llegué a Estados Unidos yo era prácticamente la única mujer que tenía el pelo blanco; con los años veo que se ha consolidado todo un movimiento de mujeres que lo llevan así, ¡y me encanta!
-Yendo al tema de las canas, ¿a qué edad te empezaron a salir?
-Las primeras canas me salieron a los 10 años, pero fue algo gradual. Como empezaron muy temprano, sentí que se convirtieron en una parte de mí muy rápido: no tuve que hacer un trabajo para aceptarlas porque no me preocupaban, incluso me gustaban porque me daban un aspecto distinto e interesante. Nunca me las teñí porque no sentía la necesidad, pero de todos modos no tuve problemas con el paso de los años.
-¿No te molesta envejecer?
-No, no me molesta ni me preocupa y creo que eso es una gran cosa, porque la sola idea de combatir algo natural significaría dar una batalla perdida. En las entrevistas y en general me preguntan mucho cómo combato el paso del tiempo, ¡yo no lo combato en absoluto!, porque no hay nada que podamos hacer que vaya a cambiarlo y me parece un error tratar de ir contra eso. Prefiero poner mi energía en las cosas que sí puedo cambiar. Pero me imagino que tendrás tus rutinas o conductas para estar con ese estado físico a los sesenta. Bueno, lo primero que hago es no tomar el envejecimiento como una batalla o un problema: tomárselo así genera un estrés que después se refleja en nuestra imagen. Con el tema de las arrugas, por ejemplo, siempre dije que no iba a operarme antes de los sesenta, y si después sentía la necesidad o las ganas, entonces iba a hacerlo. Ya pasé esa edad y, hasta ahora, no quise hacerlo. No es que las arrugas me gusten, por supuesto que preferiría no tenerlas, pero ¿qué puedo hacer con eso? Prefiero no dedicarles atención ni energía y enfocarme en otras cosas que me hacen bien, porque en el momento en que empiece a preocuparme el tema se va a notar y voy a perder el brillo. Y no quiero sentirme así. Hay algo bastante francés en esa aceptación de la imperfección como parte de la belleza… No me gusta ponerlo en una cuestión de países: hay personas que lo viven de distinto modo en todos lados. Para mí la belleza tiene que ver con una cuestión espiritual: detrás de la belleza hay una búsqueda que es mucho más profunda y ha estado en todos los países y culturas. Esto que hoy vemos de gente que sube continuamente sus fotos, algo que yo vengo haciendo con mis autorretratos hace años, no tiene que ver con un deseo narcisista sino con una búsqueda de proyectar nuestra belleza. Lo que no entiendo son esas aplicaciones que hoy se usan para corregir todo porque, para mí, la belleza está en lo natural, y no se trata de ocultar lo imperfecto sino de enfocarse en lo bueno.
-¿Hay alguna clave para llevar tan bien los años?
-Siempre me preguntan eso. Yo les respondo que para mí mi estado físico no tiene que ver con lo que como o si hago gimnasia o no, sino con el modo en que elijo vivir. Por ejemplo, no tengo televisor en mi casa porque no quiero entrar en ese mundo y porque prefiero hacer otras cosas que disfruto más y que me hacen bien en vez de estar sentada frente a la pantalla. Otra cosa que hago es elegir muy bien la gente con la que me rodeo: busco que quienes estén conmigo sean personas positivas que no me tiren abajo o me hagan sentir mal. Para mí, la base de todo está en el placer y el disfrute, en hacer sólo las cosas que me hacen sentir bien. A veces, cuando digo esto la gente me contesta que es un tema de genes. Si bien es cierto que tengo buena genética, seguro podría haberla echado a perder si no fuera porque he tomado buenas decisiones en mi vida. No se trata de algo de un día, sino de años de buenas decisiones: el cuerpo es un reflejo de muchas cosas.
-Si tuvieras que aconsejar algo a una persona que quiere llegar bien a la madurez, ¿qué le dirías?
-Yo no recomiendo nada porque creo que eso es muy personal. A una persona le puede servir bailar en su casa, a otra ir al gimnasio todos los días. En mi caso, no soy estricta con el ejercicio pero toda mi vida hice deporte porque me gusta y lo disfruto mucho. En general, trato de hacer un poco de yoga cada día, camino en la playa y ando en bici, todas cosas que disfruto mucho y me dan placer. Si una semana no tengo ganas o tiempo, no lo hago y listo. Para mí, se trata de enfocarse en lo que a uno le da placer y priorizarlo. Hay que hacer mucho de lo que uno disfruta.
TExto: Lucía Benegas.
Fotos: Gentileza Yazemeenah Rossi
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