"Mujeres de mi Patria, recibo en este instante, de manos del Gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo ante nosotras, con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas". Con estas palabras, Eva Duarte de Perón anunciaba que las argentinas adquirían el derecho de expresarse en las urnas por primera vez.
El 23 de septiembre de 1947 fue promulgada la denominada Ley del Voto Femenino (número 13.010), que se puso en práctica en las elecciones del 11 de noviembre de 1951, en la que votaron 3.816.654 mujeres (el 63,9 % lo hizo por el Partido Justicialista, el 30,8 % por la Unión Cívica Radical).
Más adelante, en 1952, las primeras 23 diputadas y senadoras ocuparon sus bancas, representando al Partido Justicialista. Evita tuvo un rol fundamental porque movió a miles de mujeres a que quisieran votar y poder ser elegidas. Pero no fue la única. Antes hubo otras, como Julieta Lanteri, Alicia Moreau de Justo, Elvira Rawson, Carolina Muzzilli, Victoria Ocampo o Delia Parodi.
CÓMO SE GESTÓ LA LEY. El 9 de septiembre de 1947 una multitud de mujeres se agolpó en las inmediaciones del Congreso de la Nación para exigir a los legisladores la aprobación la ley de sufragio femenino. El Poder Ejecutivo fue quién presentó el proyecto, en el marco de una batería de más de cuarenta leyes que Juan Domingo Perón había anunciado dentro de la planificación estatal conocida como el Plan Quinquenal.
Hasta ese día, los únicos habilitados para votar eran los hombres mayores de 18 años, nacidos en Argentina y residentes de las 14 provincias del país (Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Neuquén, La Pampa, Chaco, Formosa y Misiones eran considerados territorios nacionales, y por lo tanto, no eligieron autoridades hasta las elecciones de 1951). Así lo establecía la Ley Sáenz Peña (1912).
Cientos de telegramas llegaban a diario en los despachos los diputados y senadores nacionales de aquel entonces. Eran personas, organizaciones sociales y grupos partidarios que solicitaban la aprobación de la ley del voto femenino. Incluso, muchas actrices y actores famosos de la época, participando en cortos audiovisuales que fomentaban el debate.
Asimismo, las mujeres organizadas empapelaban las ciudades bajo el lema "la mujer puede y debe votar", mientras Evita impartía sus discursos por radio incitando a las mujeres a luchar por sus derechos: "La mujer puede y debe votar, como una aspiración de los anhelos colectivos. Pero debe, ante todo, votar, como una exigencia de los anhelos personales de liberación, nunca tan oportunamente enunciados (…) Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país, que es, en definitiva, el destino de su hogar". El 21 de agosto de 1946 el proyecto fue aprobado por la Cámara Senadores, para que el 9 de septiembre del año siguiente hiciera lo propio la Cámara de Diputados, luego de un maratónico debate. Días más tarde, el 23 de septiembre de 1947, se promulgó la Ley 13010. Ese día, una multitud celebró la promulgación en Plaza de Mayo.
Y LLEGÓ EL DÍA. Si bien la ley se promulgó en 1947, recién en 1951 las mujeres acudieron masivamente a las urnas. La demanda histórica que el peronismo materializó tiene sus antecedentes en las persistentes batallas y conquistas que llevaron adelante, desde principio de siglo, las mujeres organizadas en las agrupaciones feministas, las socialistas y radicales. En 1911, los requisitos para empadronarse contemplaban, entre otros, ser ciudadano mayor de edad, saber leer y escribir, ejercer alguna profesión y tener domicilio en la ciudad de votación. La médica feminista Julieta Lantieri cumplía con ellos y exigió empadronarse, convirtiéndose en la primera mujer en la historia argentina en poder votar. Al año siguiente, a estas condiciones se le agregó el poseer libreta de enrolamiento, por lo tanto, solo accedían los varones al realizar el servicio militar obligatorio.
Se presentaron diversas iniciativas que buscaron garantizar el voto femenino, aunque muchas de ellas ni siquiera se debatieron en el recinto. Fue el representante del Partido Bloquista, Aldo Cantoni, quien al asumir la gobernación de San Juan, modificó la Constitución provincial y habilitó a las mujeres sanjuaninas a votar y a presentar sus candidatas en las elecciones municipales de 1928.
Los debates para apoyar o no la ley del sufragio femenino sucedían en el interior de los partidos políticos y entre las diferentes organizaciones de mujeres. Los radicales siempre apoyaron el voto femenino, más aún el sector de Frondizi, pero dar el voto implicaba beneficiar al peronismo, porque sabían que las mujeres lo iban a apoyar masivamente.
Los conservadores estaban en contra bajo el argumento tanto de la especulación política del peronismo como del que no había tiempo suficiente para instruir a las mujeres en cuestiones cívicas, que se carecía de padrones electorales y que la participación de la mujer en la vida política iba a dividir a las familias. Algunas de las especulaciones de la oposición se cristalizaron el 11 de noviembre de 1951, cuando se celebraron las elecciones que permitieron la reelección de Juan Domingo Perón. La fórmula Perón-Quijano alcanzó nada menos que el 63.4%, seguida por los radicales Balbín- Frondizi, que obtuvieron el 32.2%.
Con el empadronamiento, la mujer obtuvo su Libreta Cívica, porque hasta ese entonces, la única documentación con la que contaba era su partida de nacimiento. Además, la promulgación de la ley otorgó a las mujeres argentinas una mayor equidad real en términos civiles y políticos. La patria potestad compartida (1949) y la ley de divorcio (1954) fueron algunas de las conquistas más relevantes de la década. También lo fue la participación dentro del Congreso. Para 1952, entre los 30 senadores nacionales, 6 eran mujeres, y las diputadas conformaban apenas el 15% de la cámara baja. Sin embargo, los sucesivos golpes de Estado dejaron sin efecto cientos de derechos obtenidos. La patria potestad compartida, por ejemplo, se restableció en 1985, con la transición democrática, y en 1991, cuando se aprobó la ley de cupo femenino, que estableció garantizar, al menos el 30% de participación femenina en las listas de partidos políticos para cargos nacionales. Fueron las primeras victorias logradas por y para las mujeres. Aún queda mucho por batallar.
Texto: Redacción Para Ti. Fotos: Archivo Atlántida/Gentileza Editorial El Nuevo Extremo.
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