Algunas familias parecieran estar signadas por la tragedia. Y este sería el caso de los Rosello, José y Victoria, los padres de Julen, el chiquito de 2 años que el domingo 13 de enero cayó en un pozo –que tiene entre 20 y 25 centímetros de ancho y algo más de 100 metros de profundidad- en la localidad de Totalán, en Málaga.
En el 2017 la pareja caminaba con su hijo mayor Oliver, de 3 años, por la playa cuando el niño sufrió una muerte súbita. "Fue de golpe, se quedó en el sitio", explicó un vecino de la zona que concluye: "Esa tragedia marcó un antes y un después para ellos. Por eso todos esperamos que ocurra un milagro y rescaten a Julen con vida, no creo que José y Victoria puedan tolerar un drama más en su vida".
José lleva tres días instalado junto al pozo en el que cayó su hijo. Sólo ha pasado por su casa una vez por día para comer algo y bañarse pero asegura que no puede dormir más de 2 horas.
Dice que el rescate va muy lento y si bien aclara que su crítica no es hacia los bomberos -"que están dejando la piel por mi hijo", según sus propias palabras- considera que el gobierno les ha dado pocos medios para trabajar. "No necesito tuits ni mensajes en redes, quiero que les den más recursos y herramientas para poder salvar a Julen", dijo en una entrevista que le dio a un periódico español.
Texto: Juliana Ferrini
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