Por qué volvías cada verano (Madreselva) es el nombre de la primera novela de Belén López Peiró. Escribir fue la manera que encontró para renacer, para superar el miedo y la culpa, para redimirse, encontrar la verdad, perdonar y finalmente, empoderarse.
Se trata de un relato basado en su propia historia: la de una adolescente que con tan sólo 13 años era abusada todos los veranos por su tío en la localidad de Santa Lucía, un pequeño pueblo ubicado en la provincia de Buenos Aires.
En la lectura de esas páginas fue que la actriz Thelma Fardín encontró el coraje para tomar la difícil decisión de realizar la denuncia pública contra Juan Darthés.
Nos encontramos con Belén para hablar de su inesperada exposición y su inconmensurable resiliencia, así como de la relación con el colectivo de actrices y su compromiso por la lucha contra la violencia de género. Así nos cuenta cómo hizo para transformar su dolor en fuerza.
-En tu libro decís: "Todo lo que perdí se volvió mi escudo". ¿Cuáles son esas pérdidas y cómo lograste transformarlas en fortalezas?
-Para mí es muy importante eso que dije, porque si no pasaste por una situación de abuso, es muy difícil que puedas a llegar a darte cuenta de qué es lo que se siente. Sentís que tu cuerpo fue expropiado, que es un desecho que sólo sirve para tirar. Ese cuerpo que pasó a estar en manos de otro sin mi consentimiento, con el paso del tiempo se convirtió en un cuerpo empoderado, recuperado. Un cuerpo que no responde a estereotipos y cumple con sus deseos. Que no se queda en el lugar de víctima, al contrario, y quiere ser libre otra vez.
-¿Qué les dirías a esas mujeres que se deciden a denunciar?
-Les diría que se cuiden, que se organicen y preserven. Para realizar una denuncia hace falta tiempo, gente que te crea y dinero para afrontar gastos administrativos. Hacerlo desamparadas, solas, sin una familia que las contenga, sin apoyo psicológico ni recursos económicos, puede ser muy doloroso y frustrante. Y a las que todavía no tomaron esa decisión, les diría que se animen a hablar, que no se callen. Que se lo cuenten a esa persona en la que ellas confían, porque por ahí se empieza a luchar contra el miedo. Y que lean. Que busquen historias en donde puedan sentirse reflejadas. Reconocerse en el dolor del otro siempre nos hace sentir menos solos.
-Los abusos intrafamiliares se repiten, ¿es posible que nuestro hijo esté siendo abusado y que nosotros no nos demos cuenta? ¿No podemos verlo, no queremos o elegimos no mirar?
-Creo que es un poco de todo eso. Porque no se trata de coartar la libertad de los hijos y llenarlos de miedo, pero sí de darles las herramientas necesarias para que puedan y sepan defenderse. De hablar con ellos y explicarles cuáles son los derechos que tienen sobre su cuerpo y hasta dónde puede llegar el otro. La comunicación dentro de la familia es esencial. Y lo mismo sucede con la educación sexual en los colegios. En mi caso, perdí a la mitad de mi familia después de realizar la denuncia. Perdí a mi tía y a mis primas, eso es muy doloroso. Ahí te das cuenta de que hay mucha gente que se resiste a saber, que no puede o que no quiere saber la verdad.
-Escribiste tu libro después de haber realizado un taller de escritura donde te encontraste con escritoras muy comprometidas con la lucha contra la violencia de género y también contaste con el apoyo de tu mamá, ¿es así?
-Sí, ella me creyó desde el primer momento, pero después me encontré muy sola y fue todo muy difícil. En mi caso, en el único lugar donde me sentí acompañada y contenida por otras mujeres fue en el taller de escritura de Gabriela Cabezón Cámara. Porque fue en ese lugar en donde noté que todas las mujeres que me rodeaban, no sólo me escuchaban, sino que estaban dispuestas a acompañarme sin cuestionamientos. Que creían en mi palabra. Y en mi dolor.
-¿Cómo fue tu reacción al saber que, de alguna manera, tu libro e historia le dieron coraje a Thelma Fardín para hacer su denuncia? ¿Y cómo es tu relación con ella?
-Somos compañeras de una misma causa. Porque como te decía antes, la mayoría de las mujeres no cuentan con las herramientas necesarias para poder alzar la voz, y por eso el compromiso de ellas (y el mío como escritora) me parece muy importante. Es una manera de decirles que no están solas.
-La sororidad de la que tanto hablamos es real y concreta, sin embargo, seguimos atravesadas por el patriarcado y algunas mujeres se resisten a este cambio, ¿no?
-Es cierto lo que decís, pero también es importante entender que venimos de un patriarcado que nos atraviesa desde hace años. Muchas mujeres todavía están intentando comprender qué es lo que está pasando. De todos modos, también creo en la empatía. Para una mujer que ha sido víctima de abuso, entender mi dolor va a ser muy fácil, pero para otra que no pasó por mi situación es diferente. No vale la pena intentar convencer a los demás, hay mucho por hacer y lo debemos realizar con todas las mujeres que quieran hacerlo y con los hombres, claro, que no son pocos.
-¿Leíste las últimas declaraciones de Rita Segato, donde dice que está en contra de los "escraches" y que el feminismo no puede ser fascista ni construirse desde la política del enemigo?
-Sí, las leí. Rita es y será siempre una gran referente para mí y para muchas otras mujeres. Por otra parte, también dijo que el feminismo que construimos debe incluir a los hombres y yo estoy muy de acuerdo con eso, porque ellos también sufren. El hombre también está lleno de mandatos, de miedos y de presiones. Tienen que ser machos, galanes, poderosos; no pueden llorar, tienen que ser exitosos… Eso también es doloroso. No se trata de una lucha contra los hombres, los únicos que deben sentirse amenazados son los que abusan de su poder. Nosotras no somos ni víctimas ni heroínas, creerse el papel de heroína es muy cansador y ser víctima para siempre te puede arruinar la vida. El problema no es el tipo, sino el estereotipo.
-¿Qué les dirías a todas esas mujeres que sufren en silencio y sienten que nunca van a poder recuperarse del dolor con el que conviven?
-Que no le den el gusto. Que no se entreguen. Que la vida no empieza ni termina con una situación de abuso, que eso es mentira. Les diría que confíen en ellas y que busquen refugio en todos los lugares que puedan.
-¿Sentís que la denuncia de Thelma marca un antes y un después y que esto está generando una verdadera consciencia en los hombres?
-Sí, yo creo que marcó un antes y un después, inevitablemente. La denuncia se replicó por todo el mundo, en diferentes medios, y creo que ahí está el quiebre. En darle la misma posibilidad a todos. Que un hombre, una nena, una mujer adulta o una abuela de ochenta años que mira a Tinelli tengan la posibilidad de deconstruirse, si quieren y tienen ganas, es invaluable.
-¿Qué le dirías hoy a esa nena de 13 años que fuiste alguna vez?
-Hace muchos años, compré un libro que se llama Esto también pasará; creo que le diría eso. Que nada es para siempre, y que aunque sienta que que el dolor va a ser eterno e incurable, eso no es cierto. También le diría que no se sienta culpable, por favor, porque que ella no tiene la culpa de nada. De nada. Y que se perdone. Que primero y antes que a nadie, se perdone a ella misma.
Textos: Luciana Prodan. Fotos: Fabián Matiazzi
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