El 20 de octubre de 2017, menos de una semana después del Día de la madre, Jorgelina Coke Delfino recibió el llamado del juzgado en el que le decían que desde ese fin de semana "el negrito" (tiene 9 años y su identidad está protegida hasta que la adopción se concrete) pasaba a vivir en su casa.
Hacía dos meses que Coke (49) y su marido Hugo Santos (50) iban los viernes al hogar en el que vivía y lo buscaban para que fuera a pasar el fin de semana a su casa. Todavía recuerda con lágrimas ese momento en que él volvía al hogar y los despedía llorando del otro lado de la reja de un patio que compartía con 180 chicos. "No me olvido más del día en que lo trajimos para quedarse: entramos a su cuarto a dejar las dos cosas que tenía, y yo le dije 'negrito, ¿vos entendés que ahora te vas a quedar acá con nosotros? Ya no vas a tener que volver'. Me miró, me dio un abrazo y me dijo '¡Por fin!' El modo en que me lo dijo fue tremendo", cuenta con los ojos vidriosos la diseñadora, integrante del equipo de 47 Street.
En un año la vida de los tres cambió radicalmente, pero sobre todo la de él: su mudanza, su paso por dos colegios, la preparación con una maestra particular que le enseñó a leer y escribir y el apoyo de psicólogos, profesionales y amigos son parte de esos cambios que incluyen más emociones y alegrías de las que cualquiera de los tres podía imaginar.
A días de terminar con los últimos trámites y cerrar esa carpeta de adopción que hace diez años abrieron, su experiencia con este chiquito de 9 años es uno de esos casos que hace bien escuchar entre tantas críticas y planteos al sistema de adopción.
"Nosotros abrimos la carpeta de adopción hace 10 años, después de buscar quedar embarazada y hacer dos tratamientos. En nuestras preferencias dijimos que estábamos dispuestos a adoptar un chico de hasta 5 años porque sabíamos que había mucha más gente que esperaba un bebé", cuenta.
-Debe ser diferente el modo en que encara el tema alguien que espera un bebé que alguien que está abierto a un chico más grande…?
-Sí, la verdad es que uno va transitando un proceso que tiene sus duelos biológicos. Nosotros hace 21 años que estamos casados y en ese tiempo solamente hicimos dos tratamientos: supimos bastante rápido que no se nos iba a ir la vida en eso. La verdad es que, a diferencia de otras mujeres, yo no tenía frustración por la maternidad. Me volqué mucho a lo social, empecé a trabajar con merenderos y comedores e involucrarme en una villa acá cerca e hice mi vida con mi marido. Pero creo que todo eso me hizo transitar otro camino y vivir cosas que me ayudaron a tomar la decisión.
-¿Por qué tardó tanto en salir la adopción. A juzgar por lo objetivo, ustedes tenían que ser el caso ideal…
-Sí, pero teníamos treinta y nueve o cuarenta años, ¡éramos grandes! Igual hoy nos pasa que, aunque uno entiende por qué es tan largo, después te das cuenta de que también está bueno, pensando en todo lo que viene. Después de abrir la carpeta pasaron más de 5 años hasta que nos contactaron por primera vez para un caso que, evidentemente, no tenía que ser.
-¿Cómo fue que te contactaron?
-Me acuerdo de que estaba trabajando cuando me llaman del juzgado, una mujer divina que me pregunta en qué andábamos. Me comenta que, aunque sabía que nosotros habíamos hablado de chicos de hasta 5 años, estaba este chiquito que en una semana cumplía 9, que sentía que podía funcionar. Me explicó que él necesitaba una pareja bien constituida y no un grupo familiar y que era divino. Después de contarme su situación me propuso que lo hablara con mi marido y que lo pensáramos.
-¿Con quién vivía en ese momento?
-Él viene de un grupo familiar grande y disperso, pero estuvo en dos hogares. En el último estaba hacía dos años y medio. Su madre biológica lo había dado en adopción tres años y medio atrás.
-Es decir que él probablemente se acuerda de todos ellos.
-Sí, él se acuerda de todo, pero no le gusta hablar mucho. De hecho, ahora que estamos con los trámites del cambio de apellido, manifestó ante minoridad que no quiere conservar el otro apellido (cosa que nosotros le ofrecimos) tampoco poner su primer nombre.
CONSTRUIR UNA FAMILIA. "El negro", sobrenombre con el que Coke y Hugo llaman cariñosamente a su hijo, tenía nueve años cuando llegó a vivir con ellos. "Uno cree que un chico de nueve años es grande, pero cuando lo ves te das cuenta de que son chiquitos, súper inocentes y que necesitan mucho amor", asegura Coke.
De su primer día de clases en un colegio al primer arbolito de Navidad o la primera torta de cumpleaños, el año que llevan juntos estuvo lleno de momentos que la emocionan apenas empieza a recordar. "Yo digo que esto es como cuando te operan a corazón abierto, quedás súper movilizado. Creo que nunca lloré o me emocioné tanto como este año", cuenta entre risas y lágrimas ella que este año celebrará por primera vez el Día de la madre como mamá.
-Él les dice a ustedes mamá y papá, ¿fue algo que nació de él o lo hablaron previamente?
-Nosotros nunca le dijimos cómo tenía que decirnos, pero el "papá" surgió enseguida porque él quería un papá. A ellos en el hogar siempre les hablan de que les van a buscar una familia, algo que puede ser un poco riesgoso cuando no resulta. En nuestro caso, a mí siempre me tocó lo más complicado (se ríe). Él ya había tenido una mamá y no tenía un lindo recuerdo. Al principio me ignoraba y no me miraba, y después le costaba entender dónde podía ubicarme. Por suerte yo estaba muy asesorada y lo había hablado: sabía que tenía que hacerlo diferenciar "la persona que te hace" de la "mamá"; una mamá no es la que te hace, sino la que te cuida y acompaña. Un día en que estábamos solos, me encaró y me dijo: "Coke, yo ya tengo una mamá, ¿vos podés ser mi mamá del corazón?". Ahí yo le expliqué y le dije que sí, que podía ser su mamá del corazón. Y me contestó: "vos sos mi mamá". Y listo. Desde ahí creo que me lo debe decir, como mínimo, treinta veces por día.
-¿Y para vos cómo fue encontrarte en ese rol de madre? ¿Te costó?
-¡Qué pregunta! Creo que hoy a la distancia (se larga a llorar) me emociono, no me hubiese podido ir de este mundo sin experimentar esta cosa tan maravillosa que siento por él. Jamás pensé que iba a poder amarlo tanto como lo amo, no sé si a un hijo biológico se lo ama tanto como yo lo amo a él. El otro día la escuchaba a Margarita Barrientos que decía que a los hijos adoptados los llegás a querer incluso más que a uno biológico porque son hijos que elegiste, y pensaba que, en serio, siento eso. La verdad es que yo nunca sufrí esa frustración por no haber sido mamá. Yo siempre lo acepté porque soy de aceptar las cosas, y creo que ésta es la devolución que me dio la vida. Todos los días cuando lo levanto a la mañana y me abraza y me da besos pienso que ya está, que no puedo pedir más.
Adoptar en Argentina
"Lo primero que yo le digo a quien está pensando en adoptar es lo que me dijeron a mí: esto es una adopción en Argentina, uno tiene que saberlo porque siempre puede haber complicaciones y falta de información", dice Jorgelina Delfino. El primer paso para adoptar es inscribirse en el RUA (Registro Único de Adopción) donde se empieza a armar la carpeta que después se deriva al juzgado correspondiente en el que se sigue el tema. Cada vez que uno adopta un chico esa carpeta se cierra, y en caso de que se quiera adoptar otro chico el trámite se reinicia. "Si bien el trámite es complejo, hoy se ve que es mucho más ágil y rápido que cuando nosotros empezamos", aseguran. Abierto a parejas igualitarias, familias monoparentales y parejas heterosexuales, la idea es que cada vez sea menos el tiempo que pasa desde que uno se inscribe hasta que se concreta la adopción.
Textos: Lucía Benegas (lbenegas@atlantida.com.ar) (Fotos: Fabián Uset/ Para Ti)
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