Moscú, enviado especial- Welcome to the games, saluda en inglés Rusia 2018 en un alto a su indescifrable alfabeto cirílico, y enseguida los primeros pasos de la recorrida por Moscú, "la señora de los anillos" (108 kkilómetros es la circunferencia de mayor diámetro de los 4 aros viales que recorren la histórica capital de la Federación Rusa, con 15 millones de habitantes), revelan a los protagonistas de los juegos del fútbol y el marketing con enormes carteles publicitarios al costado de la autopistas y las avenidas de acceso al centro: Cristiano Ronaldo, Messi, Neymar…
Todas las estrellas todas, a las que sentimos más cerca una vez que -¡por fin!- recorrimos un largo camino: más de 24 horas, a través del océano, Europa y más allá, hasta cruzar el día y ponerse 6 horas arriba, y quedar en el lugar justo, en el momento indicado, en el que casi todos quieren estar.
LOCALES COMO VISITANTES. Pero Rusia 2018 está lejos de ser el gran acontecimiento del año para los propios rusos que reciben al evento deportivo número uno del mundo con sorprendente indiferencia.
Sin resistencia ni oposición más allá de los comentarios sobre los problemas de seguridad (hay mucha, omnipresente y disuasiva) y de tránsito que pueda ocasionar especialmente en Moscú, sede del partido inaugural, del debut de la selección argentina y de la final del torneo, entre otros partidos trascendentales.
Lo cierto es que en la capital del país anfitrión el Mundial se sugiere –se impone- a través de la cartelería oficial de la organización, con las imágenes de la Copa FIFA 2018 y la de su mascota Zabivaka como sus principales embajadores.
"Le gusta mucho a los extranjeros¨, señala sobre el simpático lobo ("pequeño goleador" es su traducción al español) Mijaíl, el guía del City Tour organizado por TNT Sports para sus invitados, ocasión en la que seremos testigos directos de este Mundial que sucede acá y ahora –especialmente en el centro de la capital, en los espacios asignados como meeting points, los lugares montados para retirar los Fan ID y en el Fan Fest Vorobyovy Gory, en la lejana Colina de los gorriones, a casi dos horas de distancia de la ciudad, según el tráfico de cada día- pero que "le pasa a los otros": a los peruanos, inesperados protagonistas en la batalla de las hinchadas, a los colombianos, mexicanos, y a los argentinos, por supuesto, y a los brasileros y uruguayos.
También andan con sus trajes de fanáticos y embanderados los hinchas de Arabia Saudita, Irán, Egipto, Australia… Y de Europa, sólo los españoles coparon la parada en el principio del torneo. Los otros, alemanes, ingleses, franceses, belgas… seguramente llegarán sobre la hora de sus propios partidos.
¿Y los rusos? Buenos anfitriones, que miran relajados y con cautelosa curiosidad tanta exhibición de pasión (ajena) desenfrenada. Saludan, sacan algunas fotos exprés con sus celulares y siguen en sus cosas que nada tienen que ver con la Copa del Mundo.
PASIÓN SIN MULTITUDES. Y si de acontecimientos deportivos se trata, nadie duda de que los Juegos Olímpicos de 1980 (cuando eran la Unión Soviética) y, más recientemente, las Olimpíadas de Invierno en Sochi, en 2014, fueron mucho más que esta Copa del Mundo que los conmueve poco y nada y los tiene sin demasiadas expectativas sobre lo que pueda pasar con su propio seleccionado, sin estrellas ni figuras para destacar ni siquiera en una sola imagen en la vía pública.
Hasta el hockey, la natación y la gimnasia podrían hacerle frente al deporte más popular del mundo en el país que, desde hoy, será el centro del Universo.
Pero en el patio de su propia casa, Moscú seguirá andando a sus anchas por su enorme superficie (más de 2.500 kilómetros cuadrados) en los que hay espacio para un Mundial, y dos ciudades.
Texto y fotos. JUAN MARTÍN CUTRO. Agradecemos a: TNT Sports.
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