La serie de televisión Mad Men cuenta la historia de una agencia de publicidad a comienzos de la década del 60. En esa época las mujeres embarazadas bebían y fumaban, las niñas jugaban con bolsas de polietileno en la cabeza y al finalizar un pícnic familiar la madre sacudía el mantel dejando un tendal de residuos diseminados sobre el césped. En la agencia las secretarias eran ofendidas con comentarios de mal gusto. Era 1960, antes de la guerra de Vietnam y el movimiento hippie.
Hoy muchas cosas han cambiado: la sociedad aprendió que no debe ensuciar un parque, que las bolsas de polietileno son peligrosas para los niños y que una mujer embarazada debe evitar el alcohol y el tabaco.
Más difícil es aprender a convivir. Los hombres llevan miles de años tratando a las mujeres como objetos de su pertenencia, y todo gesto de independencia provoca estupor en el varón. Muchos avanzan con el paso del tiempo, miran a la mujer con renovado interés y entablan una relación diferente. Pero hay otros llenos de ira que entienden la mera masculinidad como un factor de poder e impunidad.
Las mujeres son violadas, quemadas, apaleadas. Asesinadas. Y se hartaron. Ahora los nuevos movimientos comienzan a cambiar la mentalidad de la sociedad: Ni una menos, sus réplicas en otros países, y MeToo, es decir, yo también. Por eso la noche de los Golden Globes se vistió de negro, hombres y mujeres: la ceremonia tuvo una belleza singular y un fuerte mensaje político. Después del discurso de Oprah Winfrey una movida en Estados Unidos quiere candidatearla para la presidencia del país.
El caso Harvey Weinstein subió la temperatura del escándalo y enardeció un discurso que por momentos puede resultar desmesurado. Hay palabras que no se pueden decir, torpezas que no se perdonan y castigo al pecador. Una nueva moral patrulla el idioma y entroniza a la víctima. Llama víctima incluso a una chica que pasó un mal rato en un restaurante por culpa de unos patanes de la mesa de al lado. Las mujeres que quemaban corpiños en la década del 60 se habrían ocupado personalmente de resolver la situación: llamarían al dueño del local, a la policía, empezarían a los gritos, algo. Las chicas no somos tan vulnerables. No cualquiera sobrevive a un psicópata asesino, ¿pero a un grupo de sinvergüenzas borrachos?
Como dijo Oprah, el tiempo del abuso se acabó. Se acabó para el maltrato y la tolerancia al crimen. Pero en la vida de sociedad, Catherine Deneuve y otras cien intelectuales y artistas francesas creen que el movimiento exagera: "La seducción insistente o torpe no es un delito", dijeron. Pero el nuevo paradigma no perdona y castiga incluso el piropo callejero. Entre los gestos más extremos del nuevo orden está la audacia del director Leo Muscato en la puesta que hizo en Florencia de la ópera Carmen, de Bizet. En el final de esta versión don José no mata a Carmen por celos: ella le quita el arma y lo mata a él. Sin contar la profunda falta de respeto a todo, el hombre cambió un femicidio por un homicidio.
El filósofo esloveno Slavoj Zizek dijo que lo políticamente correcto no tolera la disidencia: es la forma actual del totalitarismo.
por Cecilia Absatz
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