Había una vez una mujer de treinta y largos que entró a una librería en busca de un regalo para su sobrino. Leía títulos y chusmeaba las ilustraciones esperando que las historias la sorprendieran y le llegaran al alma. Ya tenía el libro elegido en mano cuando se acercó a la caja a pagar y divisó de reojo una portada que anunciaba Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes (Planeta). No se pudo resistir y decidió hacerle un regalo también a su niña interior. No reparó siquiera en que era fin de mes y que ya no quedaba ni un peso en su cuenta, sacó la tarjeta de crédito y metió todo en seis cuotas sin interés buscando aminorar el impacto. Su niña interior llevaba toda una vida esperando un libro así, no podía aguantar ni un segundo más. Ni bien subió al colectivo lo sacó para ojearlo. En sus páginas se encontró con las historias de vida de Elizabeth I, Coco Chanel, Marie Curie, Frida Kahlo, Malala Yousafzai, entre otras cien mujeres extraordinarias, narradas como cuentos cortos ideales para leer antes de dormir y con ilustraciones increíbles realizadas por sesenta artistas diferentes, ¡todas mujeres! Nada de frágiles princesas secuestradas en lo alto de una torre que se lamentan frente al espejo esperando el rescate del príncipe azul. Estas eran historias de mujeres fuertes que habían luchado por sus ideales y vencido obstáculos para lograrlo. Su niña interior estaba feliz, ¡al fin leía cuentos que la hacían soñar!
Tanto, tanto le gustó que decidió recomendarlo a cuanta niña o adulta se le cruzara en el camino. "¿Y si existen más libros como éste?", se preguntó. Para su sorpresa, ¡encontró un montón! Algunos contaban historias reales o reinventadas, con ilustraciones llenas de color o para colorear, pero siempre con mensajes feministas. Fue entonces cuando decidió que la recomendación de boca en boca no era suficiente. El mundo debía saber que existen otros libros para niñas –y no tan niñas– que narran historias de mujeres poderosas. Así que juntó cuantos ejemplos pudo y se dispuso a escribir esta nota.
DE LA ILUSTRACIÓN A LA ILUSIÓN. A excepción de algunos cuentos como los de Pippi Calzaslargas o Alicia en el País de las Maravillas, a las protagonistas de las historias infantiles nunca les toca la aventura o la osadía como a Tom Sawyer o El Principito. En la mayoría de los cuentos las princesas se quedan dormidas, limpian y pierden zapatos. Tal vez por eso nunca quise ser una princesa, porque no quería comportarme como tal. En cambio, en estos libros feministas las mujeres se atreven a ser piratas como Jacquotte Delahaye en el siglo XVII o a conducir un auto en un país donde lo tienen prohibido por ley como Manal Al-Sharif en Arabia Saudita. Muchas de las historias seguramente ya las conozcas, como la de Virginia Woolf o Cleopatra, sin embargo, cobran un nuevo sentido al estar narradas con el propósito de resaltar el granito de arena que sumaron al universo feminista. Y, sobre todo, al estar ilustradas. Según la escritora e ilustradora Teresa Duran Armengol, de la "lectura visual" o de imágenes que se lleva a cabo cuando un chico mira un libro derivan tres acciones importantes: el chico reconoce, identifica con él mismo e imagina. Leerlos es alimento para esa niña interior, aunque ya seas adulta y te sepas las vidas de estas mujeres de memoria.
En Mamá, quiero ser feminista, Carmen G. de la Cueva da testimonio de cómo los mandatos sociales nos orientan siempre a quedarnos en un segundo plano. Aunque su historia personal –a la que se suman las de Simone de Beauvoir y Jane Austen, entre otras– no la encontrarás en la sección "infantil", también está ilustrada. "El objetivo es hacer llegar a las personas menos cercanas al feminismo el mensaje de igualdad. Somos conscientes de que la palabra feminista tiene una connotación muy negativa", explican las autoras del libro Feminismo ilustrado, también creadoras del blog Feminista ilustrada. La ilustración en el mundo adulto ayuda a visibilizar de manera más clara y directa el mensaje, a la vez que suma un toque de ironía y humor. Feministas para colorear, la propuesta de Monoblock en este terreno, relata las biografías de treinta y cinco mujeres "que cambiaron el mundo" y, según Vik Arrieta, su editora, brinda la experiencia de colorear, pero no sobre dibujos vacíos, sino que se sostienen con un relato verídico que actúa como un puente hacia la realidad.
"Son historias de mujeres que no son perfectas, pero sí valientes, y que han ayudado a cambiar la perspectiva de género para el resto de las mujeres que vinieron después", asegura. "Cuando éramos chicas no nos enseñaron esto. No nos enseñaron que lo importante no era gustarle a otro sino gustarnos a nosotras mismas. No nos explicaron que lo más importante era ser libres y fuertes. No nos dijeron que podíamos ser lo que quisiéramos: astronautas, directoras de cine, pintoras, pilotos de avión. No nos avisaron que ser mujer en un mundo de hombres iba a ser duro, pero, sobre todo, nadie nos dijo que cuando todo eso pasara íbamos a ser más fuertes cuanto más juntas y más cerca estuviéramos de las otras", relata Caro Aguirre en el prólogo de Feministas para colorear y nos invita a grandes y chicas a no quedarnos con el deseo o la ilusión, sino a luchar hasta cumplirlo.
GIRL POWER. Valerosas, Las chicas son guerreras, Ellas hicieron historia, son algunos de los títulos en español que reúnen relatos de mujeres que cambiaron la historia, al igual que la colección Pequeña & Grande. Pero la serie que cambia las historias que todas leímos de chiquitas se llama Érase dos veces y narra los cuentos de La Sirenita, Blancanieves, Cenicienta y Caperucita Roja, entre tantos otros, en versión empoderada y feminista. Habrá que hacer lugar en nuestra biblioteca para estos libros y en nuestra cabeza para crear un nuevo imaginario de referencia lejos de mandatos de género y roles sexistas.
Textos: MARIELA RAFFAELLI (mraffaelli@atlantida.com.ar) Foto: MAXI DIDARI
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