De regalos y regaladores
por QUENA STRAUSS, periodista
"Vos sos tu regalo": quiero llevar la noche de Navidad una camiseta estampada con esa frase, y no porque sí. Uno es eso que regala. Justamente por eso yo me tomo muy en serio esto de las fiestas y de una sola mirada puedo decirte qué está regalando cada uno. ¿Querés pruebas?
El regalo del que no te ve nunca: por temor a meter la pata, va a lo seguro: un libro clásico, una música clásica, una ropa clásica y todo lo que combine con clásico. Son los famosos regalos "ni fu ni fa".
El regalo regalado: pañuelos, medias tres cuartos azules, remeras unisex, colonias… Presentes recibidos por el que hoy te lo regala y que seguramente será regalado por vos a un pobre tercero, que reiniciará la rueda maldita del regalo regalado, que es lo mismo que decir del presente que nadie quiere.
El regalo soñado: no pasa a menudo, pero cuando pasa descubrís dos cosas. La primera es que la persona que te lo regala realmente te presta atención. La segunda, que cuando un regalo es así de perfecto se debe al amor con el que fue preparado. ¿Un ejemplo? Toda tu vida quisiste volar en globo y tu amiga del alma se aparece en tu cumple con un voucher. ¿Otro ejemplo? Enamorado divino se te apersona con el libro inconseguible de tu autor favorito.
El regalo 2×1: ahora que llueven las promos, no pocas tías creen ver la oportunidad de quedar bien con vos y con tu prima. No te enojes, que la pobre ya no sabe más cómo hacer de goma sus haberes. Pero, eso sí, en breve tomate revancha y devolvele la atención: hay una promo de changuito y chismosa para los mandados que te va a dejar como una reina con tu vieja y con la tía ahorrativa. ¿Te la vas a perder?
Los inevitables
por LUIS BUERO, periodista
Uno de los condimentos de las cenas de fin de año son los regalitos. Yo apuesto, como casi siempre, por los baratos, porque este año tampoco quiero incendiar la tarjeta de crédito. Todo un tema, porque uno conoce los gustos de dos personas, las más íntimas, pero ¿y el resto?
Para las primeras, la elección nacerá del corazón y, para los otros… saldrá de algún "Todo por cien pesos". Pronto llamará nuestra cuñada y nos invitará a pasar la Nochebuena en su casa, oportunidad que eligió para convocar a sus cinco hermanas y sus hijos, abuelos, nietos, familiares con los que se reconcilió, algún vecino, el socio del marido, Papá Noel, el reno mayor y una prima segunda que viene de Groenlandia.
Entre la multitud de festejantes que se besan sin recordar el nombre del prójimo habrá hinchas de Boca y de Chaco For Ever, un flaco que pilotea un zeppelin, una pintora de cuadros con canoas vacías, un inventor de un rascador de espaldas a pilas para gatos y una exprofesora de yoga que tiene 95 años y en invierno duerme con las ventanas abiertas.
Y de nuevo, cuando lleguen las doce aparecerán las sonrisas de circunstancia durante la ceremonia de apertura de paquetes. Como ocurrió la Navidad pasada: al fabricante de chorizos le tocó un llamador de ángeles, la nena vanidosa recibió un títere hecho con fibra-esponja, la transgresora encontró un jabón personalizado, el estoico descubrió un billete de lotería, la filósofa halló bajo el pino una biografía de Wanda Nara, y yo me sigo preguntando todavía qué haré con esta cajita metálica vacía que me dieron, porque no tengo alhajas ni a quién cremar para guardar ahí las cenizas. ¡Por suerte!
ilustración VERÓNICA PALMIERI
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