Carla Quevedo: “La gente subestima la depresión, es una enfermedad"

Sufre depresión y trastorno generalizado de ansiedad pero eso no le impide ser la actriz del momento. Debutó en El secreto de sus ojos y se fue a Nueva York. Aunque afuera la rompe, la actriz volvió para protagonizar El maestro junto a Julio Chávez, Inés Estévez y Luz Cipriota. 

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fotos Raúl de Chapeaurouge/ Para Ti
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Todos la señalan como la nueva cara de la tevé, pero la realidad es que Carla Quevedo (29) de novata tiene poco y nada. Es más, ¿cuántos actores pueden darse el lujo de debutar en una película ganadora del Oscar? "Haber estado en El secreto de sus ojos me abrió muchísimas puertas. Gracias a eso conseguí que me representara una agencia grosa de Estados Unidos como Innovative Artists, la misma que maneja a Amanda Seefeld, entre otros", confiesa la morocha de piel de porcelana que en 2009 interpretó a la joven asesinada en la que se centró la historia de Juan José Campanella.

En pleno boom se fue a probar suerte a Nueva York y supo codearse con el jet set hollywoodense y ganarse un lugar: participó del corto Side Effects, en la película Affluenza, Youth in Oregon (en la que compartió cartel con Billy Crudup y Franl Lagella) y en la taquillera How to be single (con Dakota Johnson y Rebel Wilson).

Además, fue una de las protagonistas de la serie de HBO Show me a hero junto a nada más y nada menos que Oscar Isaac y Winona Ryder. "¡Lo digo y siento como si no me hubiera pasado a mí! Sé que tuve la suerte de hacer un montón de proyectos grosos en Estados Unidos, pero todavía lo vivo como una fantasía –asegura entre risas sin salir del asombro–. De hecho, me moviliza mucho más trabajar en mi país. Para mí, estar ahora en El maestro junto a Julio Chávez en una serie de El Trece es más fuerte que haber llegado a Hollywood".

Si bien anteriormente vino para actuar en proyectos como Parque Lezama (teatro), Abril en Nueva York (cine), 20.000 besos (cine) y Farsantes (tele), ésta es la primera vez que protagoniza una serie del prime time en su país.

Instalada desde marzo junto a su perro, Ramón, Carla está disfrutando de la repercusión de la tira junto a su familia y amigos. "A los 20 me divertía sentirme una extraña en cualquier lado y una turista en mi propia vida, pero ahora me cansó. Estoy abierta a lo que pueda pasar, tanto en lo personal como en lo laboral", asegura la chica de la que todos hablan.

Fotos Raúl de Chapeaurouge/ Para Ti
Fotos Raúl de Chapeaurouge/ Para Ti

-¿Tuviste que prepararte de alguna manera especial para encarnar a una bailarina clásica?

-Sí, de hecho antes de enterarme que había quedado, me anoté en clases de danza en Align Ballet Method en Los Angeles. Es un lugar donde te aseguran que salís bailando en puntas a los seis meses. Pero a los dos meses me confirmaron para el papel y me vine a estudiar acá con Raúl Candal, que es un groso. Entrené durante seis meses, cinco veces a la semana durante tres horas por día. Durísimo.

-¿Ahora te considerás una bailarina?

-No, para nada. Decir que yo bailo ballet es prácticamente faltarles el respeto a las bailarinas. Es una disciplina súper compleja y las chicas se preparan desde los cuatro años. Yo no sólo no sabía bailar, sino que jamás fui deportista porque sufro de trastorno de ansiedad. Me agito y no la paso bien. Siempre me costó mucho la constancia con el deporte, estar en movimiento me paraliza.

Fotos Raúl de Chapeaurouge/ Para Ti
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-¿Que sufrís trastorno de ansiedad es una manera de decir o estás diagnosticada?

-No es una manera de decir. Es muy común decir "no seas ansiosa", pero más allá de la frase popular existe el sufrimiento patológico que se trata de un desbalance químico, entre otros factores. A mí me diagnosticaron depresión y trastorno generalizado de ansiedad a los 16 años. Empecé con ataques de pánico, que en ese momento no eran moneda corriente. O por lo menos no se hablaba tan abiertamente como ahora.

-¿Tenés miedo de que hacerlo público pueda perjudicarte laboralmente?

-No. Es que si alguna persona dejara de contratarme por sufrir algo así, igual sería alguien con el que no me gustaría laburar. Jamás dejé de cumplir con mis responsabilidades en el set. De hecho, creo que parte de mi mundo emocional y de ese padecimiento me termina beneficiando actoralmente porque siento todo a flor de piel. Considero que ahora que tengo una llegada más importante, puedo aprovechar para hablar de ciertos temas y desestigmatizarlos. Yo prefiero mil veces que me preguntes cómo hago para lidiar con la angustia y la ansiedad a que me preguntes cuál es mi rutina de belleza.

“Me diagnosticaron depresión y trastorno generalizado de ansiedad a los 16 años. Empecé con ataques de pánico”.

-¿Cómo reacciona la gente cuando contás que sufrís de trastorno de ansiedad?

-Lo agradecen. Porque en un mundo donde nada es real, la gente busca vestigios de realidad y una grieta en el otro. Te hace sentir más cercano.

Fotos Raúl de Chapeaurouge/ Para Ti
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-¿Qué le dirías a una persona que sufre ataques de ansiedad?

-Que pida ayuda, eso es lo principal. Una cosa es la tristeza normal que puede sentir cualquier persona y otra es tener una enfermedad. Cuando el padecimiento, los sentimientos y pensamientos no te permiten llevar una vida normal, es hora de pedir ayuda profesional. Yo lloraba todo el tiempo, era muy hipocondríaca, sentía que me iba a morir y no podía salir de mi casa. A veces se necesita medicación, otras con terapia se mejora muchísimo. La gente subestima la depresión, mil veces me dijeron "vos no querés estar bien, levantate y salí de la cama". A una persona que está con gripe y se queda en la cama nadie la cuestiona. La depresión es una enfermedad y tiene que ser tomada con la misma seriedad que cualquier otra.

-¿Cuál es tu cable a tierra?

-Escribo poesía desde que tengo doce años. Me ayuda muchísimo a canalizar lo que me pasa. ¡Tengo un montón de cuadernos y archivos en la compu! Y desde 2012 estoy escribiendo una novela que espero publicar pronto. Me da miedo entregarla al mundo y enfrentarme a la crítica.

Fotos Raúl de Chapeaurouge/ Para Ti
Fotos Raúl de Chapeaurouge/ Para Ti

EN LA GRAN MANZANA. Como la mayoría de los extranjeros, su primer trabajo en Manhattan no se caracterizó por ser glamoroso. "A veces pensaba '¿qué hago acá trabajando de mesera si en Argentina tendría trabajo como actriz?' Pero era más fuerte la belleza de estar construyendo algo. Si no sucedía nada, me quedaba la experiencia a una edad en la que ningún resultado era negativo. Eso me mantuvo calma y paciente", recuerda casi una década después de haber viajado para alcanzar el sueño americano. Y al poco tiempo empezó a trabajar como actriz.

-¿Hiciste amigos del show business de Hollywood?

-No, la mayoría de mis amigos en Nueva York son argentinos: una es decoradora, otro fotógrafo, otra estilista. No es algo que busqué, se fue dando. Lo que pasa es que Estados Unidos es diez veces más grande que Argentina. En general te cruzás con los que compartís algún proyecto, pero rara vez los ves en castings.

-¿Con quién te flasheó trabajar?

-Creo que la que más me flasheó fue Winona Ryder, la amo desde que tengo 15 años cuando la vi en Reality Bites. ¡Quería ser ella! Cuando la conocí parecía enamorada, la miraba embobada como una estúpida (risas). Pero la careteaba porque éramos compañeras de laburo, no daba quedar como una fan. De hecho, no me saqué ninguna foto con ella… Después me arrepentí; ahora tendría el recuerdo. Ella es re buena onda, un amor.

-¿Y con qué famoso tenés una selfie?

-(piensa) Con ninguno, pero porque me da vergüenza, me siento una tonta. Además, para mí vale más haber charlado diez minutos con Leonardo DiCaprio en una fiesta que tener una foto con él.

-¿Estaba en su esplendor o en su versión más rellenito?

-¡Es re lindo! Y cuando tiene unos kilitos de más también; debajo de la grasa esta Leonardo DiCaprio. Lo queremos igual (risas).

-¿Tenés planes de quedarte definitivamente en Argentina?

-Ni a mi psicóloga se lo puedo responder. Siempre soy ansiosa y me la paso pensando en lo que va a venir, pero ahora tengo ganas de bajar un cambio y, quizás, echar raíces en un lugar. La vengo remando en dulce de leche hace más de diez años, así que tengo ganas de disfrutar lo que me está pasando.

-¿Ya estás lista para cumplir 30? ¿Cómo te preparás para el cambio de década?

-Los espero ansiosa. Siempre quise ser más grande porque me imaginaba que los adultos tienen las cosas claras y sufren menos. Los 20 fueron una etapa de mucho cambio y revuelo. Ahora siento que estoy más definida como mujer. A mí me dan ganas de seguir creciendo, no le tengo miedo.

LOS FAVORITOS DE CARLA

UN COLOR: amarillo. EQUIPO DE FÚTBOL: Platense. DIBUJITO ANIMADO: La vaca y el pollito. TATUAJES: ¡tengo 12! MI HOBBY: escribir. PLATO FAVORITO: pastel de papa. LA PARTE DE MI CUERPO QUE MÁS ME GUSTA: las muñecas. LA QUE MENOS: las rodillas. UNA GOLOSINA: no soy muy fan de los dulces, muero por las papas Pringles. CÁBALA: siempre viajo con Juanito, un monito de juguete.

textos AGUSTINA D'ANDRAIA (adandraia@atlantida.com.ar) producción PILAR RESTA fotos RAÚL DE CHAPEAUROUGE
Maquilló: Luli de la Vega para de la Vega make up con productos Revlon. Peinó: Eddy Rodríguez para Cerini. Agradecemos a: Vurda, Las Pepas, Arezzo by Grimoldi, Prüne, House of Matching Colours, Mai Cassal y Mora Lasnier.

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