Al igual que las palomas que vuelan por lo alto, ella siempre se sintió valiente, sin ataduras y con la libertad de crecer sin mandatos. "Creo que mis padres me pusieron este nombre porque me quisieron inculcar la libertad de las aves. Me dieron unas alas enormes para ser quien quisiera ser en esta vida", explica Paloma Herrera (41).
A dos años de su despedida de los escenarios, la bailarina más importante de la Argentina sigue dando que hablar y va por todo: es la flamante directora del ballet estable del Teatro Colón, publicó su autobiografía (Una intensa vida. Mi historia íntima como nunca antes la conté) y acaba de lanzar su primer perfume (Paloma Herrera, de Fragancias Cannon). "Hace mucho tiempo decidí registrar mi nombre porque sabía que algún día iba a hacer algo fuera de la danza, ¡y tener un perfume es increíble! Estuve involucrada en cada momento, desde la búsqueda del aroma hasta el packaging", adelanta súper entusiasmada en una de sus primeras notas como empresaria. Sobre la fragancia, asegura que es "etérea, transparente, floral y cero invasiva".
Aunque ya no pasa diez horas ensayando, con funciones todas las semanas y giras internacionales, Paloma mantiene su silueta intacta. "Estaba preparada mentalmente para que me cambiara el cuerpo, no me preocupaba. Sin embargo, estoy gratamente sorprendida. Claro que no tengo el mismo cuerpo que tenía cuando bailaba, pero me tiene sin cuidado. Me siento bien, sigo a full con mis clases de bikram yoga (a 42ºC de temperatura) y comiendo saludable, aunque más tranqui", aclara con una voz dulce y de bajo volumen. Quizás sean sus nuevos proyectos laborales, su vuelta definitiva a Buenos Aires o que está hace un año enamorada… Pero Paloma Herrera está más linda y simpática que nunca.
Desde que te retiraste hace dos años, ¿volviste a bailar? Nunca más volví a tomar una clase de danza. La última vez que bailé fue el 20 de noviembre de 2015. Dejé mis puntas en el escenario y nunca más las volví a usar. Tampoco soy de bailar mucho en las fiestas, prefiero ver a la gente bailar y divertirse.
¿Por qué? Si lo hice súper bien, ¿por qué ahora lo haría de forma mediocre? Retirarme a los 40 años me pareció el cierre perfecto. Quise dejar mi carrera en su máximo momento y que el público se quedara con esas imágenes en la retina. Para mí tuve la carrera ideal y tenía que terminar de manera impecable.
¿Extrañás? No. Igualmente, como directora del Colón estoy todo el día en los ensayos marcando las coreografías o dando clases. Ahora estoy fascinada con el bikram yoga, que es un tipo de entrenamiento súper power e intenso a 42 grados de temperatura. ¡Es como hacer ejercicio adentro de un sauna!
¿Te considerás fashionista? No, cero. Me parece una tortura máxima hacer shopping. Pero tengo mi estilo súper marcado: me encantan el negro, los colores intensos y los buenos géneros. Quizás si abrís mi placard pienses que toda mi ropa es igual, pero jamás fui de seguir tendencias (risas). Cuando vivía en Estados Unidos, siempre que tenía que ir a un evento recurría a diseñadores como Giorgio Armani que me prestaban vestidos increíbles para la ocasión. Después los tenía que devolver, me sentía la Cenicienta (risas).
¿En qué no te molesta gastar? En viajes. Mientras viví en Nueva York aproveché casi todos los fines de semana para conocer algún lugar nuevo. También he invitado a mis papás a acompañarme en giras por Italia, Japón, Francia… ellos han sido importantísimos en mi vida y en mi carrera, quería retribuirles de alguna manera todo lo que hicieron por mí.
Después de tu despedida te mudaste definitivamente a la Argentina, ¿te costó acostumbrarte? Estoy totalmente adaptada, no me costó para nada. ¡Adoro! Después de 25 años de vivir afuera, el primer día que llegué acá sentí como si nunca me hubiera ido. Siempre fui de venir muy seguido, ya sea a visitar o a bailar.
UNA VIDA DE PELÍCULA. "A medida que iba escribiendo mi biografía decía 'wooow, todo lo que hice'. Recién ahora tomé conciencia de las aventuras que viví, de los viajes y las personalidades increíbles que conocí gracias a la danza", cuenta con la humildad de los grandes. Feliz y plena a los 41 años, recuerda con alegría los 20 y los 30, pero no volvería el tiempo atrás: "Me parece que cada etapa tiene lo suyo. Con el paso del tiempo me siento más profunda, intensa y sabia. Si no hubiese vivido de todo, hoy no sabría qué sirve y qué no".
¿Cuál es tu cable a tierra? Mi familia y haber venido tanto a Buenos Aires. Siempre me sentí una persona más. En vez de agrandarme, siento mucho agradecimiento. Los que tuvimos tanta suerte en la vida tenemos que ser mucho más generosos que el resto. Debemos ser mucho más humanos y estar agradecidos de por vida.
Ahora que ya no llevás una vida de trotamundos, ¿te gustaría casarte? Soy antimandatos. No me quita el sueño casarme, hacer una fiesta ni tener hijos. Yo siempre hice lo que sentía que me iba a hacer bien. He estado sola y súper contenta, enfocada en mis tiempos y deseos. Y ahora hace un año que estoy de novia (N. de la R.: prefiere no decir su nombre ya que no es una persona del ámbito público), disfrutando de la convivencia y compartiendo cada día con la persona que amo. Lo más importante es estar feliz, ya sea sola o en pareja.
¿Creés en el amor para toda la vida? ¡Claro! Así como estuve enamorada toda mi vida del baile y de mi carrera, ¿por qué no voy a estar enamorada toda la vida del mismo hombre? Obvio que tuve mejores funciones que otras, pero jamás sentí fiaca. Bailé El lago de los cisnes millones de veces, pero siempre encontré algo para mejorar o cambiar. El amor hace que no te canses, no te aburras ni te des por vencida.
¿Te tienta la maternidad? La verdad que no me tienta. Sé que suena raro, poco convencional, pero nunca fui de esas mujeres que se mueren por los chiquitos. Pensé que con el correr del tiempo me iban a dar ganas, pero nunca me llegaron. Y tomo conciencia del tema, no es que me pasó la vida por delante y no me di cuenta. Todos los días elijo mi libertad, no tener responsabilidades y poder aprovechar cada oportunidad que se me presenta. Si hubiese tenido hijos, definitivamente no hubiera podido tener la carrera que tuve. Suena un poco egoísta, pero me encantó mi vida de bailarina. Y ahora estoy disfrutando mi vida en pareja. Nunca se puede decir "nunca", pero hoy estoy feliz así. ¡Más no le puedo pedir a la vida!
texto AGUSTINA D'ANDRAIA (adandraia@atlantida.com.ar) producción MARITÉ RIZZO fotos CARLOS ALFANO