Durante 37 años, sus días, objetivos, logros y frustraciones pasaron por el deporte. Su vida giraba en torno al calendario de torneos internacionales, entrenamientos con el seleccionado, giras, mundiales y juegos olímpicos. Y su cabeza estuvo siempre enfocada en ser la mejor. Y lo fue. Luciana Aymar (40) ganó ocho veces el premio como mejor jugadora del mundo (2001, 2004, 2005, 2007, 2008, 2009, 2010 y 2013) y en 2008, la Federación Internacional de Hockey (FIH) la consagró como "Leyenda del Hockey". Fue abanderada de Argentina en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, ganó cuatro medallas olímpicas e hizo crecer al hockey argentino.
Estaba enfocada en ser la mejor y eso conllevó sacrificios, presiones y una autoexigencia enorme que no le dejó tiempo para mucho más. Pero a fines de 2014 aquel frenesí terminó cuando decidió retirarse. Empezó una vida de autodescubrimiento, lejos de ese mundo conocido donde ella era la protagonista. Hoy está instalada en Santiago de Chile junto a su novio, el ex tenista Fernando González. Vino al país a dar unas charlas y Para Ti aprovechó para hablar a solas con ella sobre este nuevo momento de su vida.
¿Cómo cambió tu vida después de retirarte del
hockey? Completamente. Empecé el 2015 sin hockey y terminé mi noviazgo de cuatro años con Michel (Gurfi, modelo y conductor). Fue difícil, pero me reencontré conmigo misma. Empecé terapia y me di cuenta de que no me conocía del todo. En cuanto a lo emocional, fue el peor año de mi vida, estuve muy triste y angustiada. Poco a poco descubrí cosas mías que me gustaban, y después de tocar fondo pude ver que en realidad fue un año positivo.
¿Cuáles son esas cosas? Empecé a investigar por qué tuve ciertas actitudes, por qué fui demasiado exigente y estricta conmigo misma. No le di espacio a muchos aspectos de mi vida personal y cuando dejé de jugar me di cuenta de que vivía en una burbuja, tapando un montón de cosas con el deporte. Fer llegó en ese momento.
¿Cómo empezó tu historia con él? Empezamos a salir en marzo de 2016. Igualmente, ya nos conocíamos como deportistas, nos mandábamos mensajes deseándonos lo mejor para los partidos y también cuando nos retiramos.
¿Y cuándo fue la primera cita? ¡Ay, no me acuerdo! (se ríe). Mirá, nos vimos en el verano de 2014, que yo estaba como imagen de una marca de autos y él estaba jugando en Pinamar. Nos sentamos a tomar unos mates y empezamos a hablar de cómo había sido el retiro para cada uno. Para él, lo mejor que le había pasado en la vida, ¡y para mí no! Yo me obligué a retirarme, me costó mucho, y además mis amigas no ayudaban: todas me pedían "un añito más". Con eso tiré como cinco o seis años (se ríe). Recién nos volvimos a ver en el Miami Open, en marzo de 2016. Nos encontramos, y a partir de ahí empezamos a salir. Me había quedado sola en Miami para estar un tiempo sin nadie, hacer playa, y fue durante esos cuatro días que, por esas cosas de la vida, me di la oportunidad de salir. Tenía unos nervios tremendos, Fer me parecía un hombre sumamente atractivo y además lo admiraba mucho.
¿Sos tímida? Si no me conoces sí, pero después soy el polo opuesto. Y él también es bastante tímido. Me acuerdo que me invitó a cenar y yo no comí nada, pero fue muy divertido, empezamos a tomar unos tragos para que pasara el estrés. Sentimos mucha empatía. Es lógico: por el deporte encontrás muchas cosas compatibles a la hora de charlar.
¿Se pusieron de novios rápido? El título no sé cuándo fue. Pero a partir de ese momento yo sentí que podía estar con él.
¿Cómo fue la decisión de mudarte a Chile? Yo viajaba más que él porque Fer tiene sus escuelas de tenis armadas allá y se le complicaba; yo estaba más libre. Cuando viajamos a los juegos de Rio 2016 –yo fui a relatar los partidos de las chicas (Las Leonas) y él a acompañarme– decidimos que queríamos estar juntos. En ese momento no sabía bien qué iba a hacer de mi futuro laboral y tuve ganas de jugármela e instalarme allá.
¿Sos de adaptarte rápido a los cambios? Sí, me gustan los cambios. Igual, en Chile todavía estoy tratando de adaptarme porque a pesar de que estoy allá hace más de seis meses, tampoco estoy del todo. Viajamos mucho, él tiene parte de su familia en Miami y además sigue jugando un torneo para tenistas profesionales retirados que se da en diferentes lugares. Eso en el tenis está muy bueno y bien armado.
¿Te gustaría que existiera en el hockey? ¡Me encantaría! Estaría buenísimo que hubiera una pequeña liga para exjugadoras. He intentado incentivar a la FIH para que haga algo con eso, pero es difícil, el hockey es mucho más amateur.
¿Qué otros viajes tienen planeados? El 29 de septiembre nos vamos a París; después lo acompaño a Mallorca donde va a jugar, y terminamos en Barcelona. Estoy muy tranquila, viajar tanto hace difícil tener algo estable. Me propuse no tener nada fijo, aprovechar para viajar con él y hacer lo que vaya surgiendo. Hace poco hice un campus de hockey en Miami, por ejemplo. Y en Chile tenemos un departamento con jardín y pileta; trato de armarme mi rutina, busco mi lugar para entrenar y trato de hacer sociales.
¿Y te gustaría jugar en un equipo de Chile? ¡Ya me llamaron! (se ríe). La verdad que el primer proceso fue distanciarme. A diferencia de muchas compañeras de Las Leonas, dejé de jugar en todos lados porque era la única manera de soltar. No puedo hacer las cosas a medias: si jugaba en un club iba a volver a entrenar. Y preferí decir que no. Hoy quiero darle lugar a una relación y a otras cosas de mi vida personal.
Dijiste que tenías el deseo de ser madre, ¿ya lo charlaron? Sí, imaginate que los dos estamos en una edad que si se da es genial, la ilusión está. A los dos nos encantaría.
¿Sos de las que ya tienen todo preparado? ¡Nooo! Soy cero así. Me encanta que la vida me vaya sorprendiendo.
¿Y qué deporte te gustaría que practicara tu hijo? ¿Tenis o hockey? Imaginate que ni en broma está charlado eso. Me encantaría que hiciera deporte, pero el que quiera.
Al haber sido los dos deportistas de elite, ¿hay algo de ego que los haga chocar? Podría ser, porque encima los dos somos leoninos, tenemos un ego bastante enroscado. Pero por suerte nos llevamos muy bien y somos muy tranquilos. Yo disfruto de la admiración que le tengo.
¿Y cómo ves hoy a Las Leonas? Hoy soy más objetiva y veo los partidos sin la tristeza y la angustia de no poder estar. Cuando fui a relatar los Juegos Olímpicos de Rio todavía tenía todo muy a flor de piel y fue muy duro comentar los partidos. No sabía qué decir, ni en qué lugar ponerme, estaba desbordada. Pero hoy veo y disfruto los partidos, y a veces les mando mensajes a las chicas con las que tengo más confianza para corregirles cosas.
Y a futuro, ¿en qué te ves trabajando? El primer año me llegaron un montón de propuestas y dije que no a todo porque no quería seguir tapando. Hoy estoy abierta a muchas otras cosas. Si me toca un partido que me proponen comentar y tengo ganas de hacerlo, lo voy a hacer. Tengo un montón de proyectos guardados porque yo no estaba bien. Ahora estoy con ganas de empezar a hacerlos.
textos CANDELA URTA (curta@atlantida.com.ar) fotos FRANCISCO TROMBETTA