Criar un hijo es, probablemente, el mayor desafío al que nos enfrentemos en la vida. Históricamente, nos manejábamos con los consejos de nuestras mayores: abuelas, madres, tías, madrinas.
Incluso, a más de un médico se le dificultaba dar indicaciones a su paciente, porque se encontraba con la réplica de un familiar. Pero, a medida que el tiempo pasa y las costumbres varían, esa información que era sólo vertical, de mayores a jóvenes, ahora también es horizontal y la compartimos entre pares.
Nos juntamos en grupos durante el embarazo y luego del parto, ya con los bebés, seguimos reuniéndonos para compartir información, apoyarnos, aconsejarnos y hasta recomendarnos pediatras. No estamos solas, formamos una tribu.
Como explica la psicóloga Tatiana Cicala, el término "tribu" nos remonta a tiempos lejanos en la historia de la humanidad y hace referencia a que para criar a un niño no basta con una ni con dos personas, sino como seres sociales y dependientes que somos, se necesita a toda una comunidad o sociedad.
"Mantenemos la denominación `tribu´ porque estamos convencidas de que aunque las sociedades hayan cambiado y la industrialización haya traído nuevas definiciones de familia, de hogar, etc, las necesidades más profundas de padres e hijos siguen siendo las mismas", asegura.
Desde el embarazo
Una tribu es una red de sostén, un grupo de mujeres con sus bebés que se encuentran para acompañarse, informarse, pensarse y apoyarse en la desafiante tarea de maternar, con respeto y amor.
Claro que no todo grupo de madres es una tribu. La profesional explica que la tribu va más allá del encuentro de un grupo de mujeres; por lo tanto, un grupo simplemente catártico no es una tribu, ni lo es un espacio donde se piensa únicamente en el bebé, o únicamente en la madre-padre o quien ejerza esas funciones, sino que consiste en una trama vincular entre ambos.
Una tribu es un espacio de construcción con otros para salir fortalecidos y enriquecidos de la experiencia. La tribu no se forma de la nada, sino que tiene un lugar y un momento de inicio. Una pionera en el tema es la profesora de Educación Física, especialista en Embarazo y Maternidad, Vicky Seguí, en cuyo espacio se han formado numerosos grupos.
Ella nos cuenta: "Las tribus se gestan desde el embarazo. Lo veo en los grupos de gimnasia para embarazadas. A través de una ronda, juntas y en movimiento, comienzan a intercambiar experiencias, expectativas y a compartir emociones. Luego se suman a la preparación física para el nacimiento y los vínculos que eran incipientes prosperan aún más en esta etapa cercana al parto. Por lo tanto, surge una necesidad de compartir y juntarse luego del nacimiento, para transitar el puerperio y la crianza, acompañadas y sostenidas. La consolidación de estos lazos se dan a partir de que las mamás se reencuentran, generando un espacio primordial para atravesar esta etapa".
Una tribu es una red de sostén, un grupo de mujeres con sus bebés que se encuentran para acompañarse, informarse, pensarse y apoyarse en la desafiante tarea de maternar.
Todas juntas, aquí y ahora
Vicky cuenta que la tribu se suele juntar una vez a la semana. Al principio con las panzas, luego con los bebés. Si antes se hacía gimnasia para embarazadas y se hablaba del parto, ya con los hijitos, son otros los objetivos. Por ejemplo, se empieza con la recuperación posparto y a aflojar las tensiones que genera la postura por la lactancia.
Como el contacto se mantiene durante la semana vía grupo de WhatsApp, los temas que se tratan en cada encuentro van surgiendo espontáneamente durante ese intercambio. Por supuesto, también hay tiempo y atención para inquietudes puntuales del día. Es el momento en que las mamás pueden expresar qué les pasa, cuáles son sus dudas, sus miedos, y compartirlas con las otras mamás. Cada una tiene info que le dio su madre, su amiga, la puericultora, el obstetra… y todas comparten y se apoyan mutuamente.
La especialista comenta que todas tienen la posibilidad de hablar e intercambiar, leen artículos, comentan fragmentos de libros, otras veces usan palabras disparadoras de emociones, leen testimonios, ven videos, etc. En general, los encuentros tienen una apertura y un cierre final, ya sea con lectura de un cuento, música, frases o reflexiones, y siempre bajo la coordinación de una psicóloga formada en el área perinatal especializada en la temática.
La mejor guía
Una de las preguntas que se hacen las mamás, entonces, es si es necesario que alguien convoque y dirija una tribu. Dice la licenciada Cicala que las tribus surgen por la necesidad de atravesar esta etapa acompañadas. Quienes hicieron un camino hacia el nacimiento, no sólo vuelven al espacio para compartir su experiencia y que sus pares puedan conocer al bebé, sino para encontrar identificación, entendimiento, empatía y respeto.
"Para nosotras, y desde nuestro dispositivo de trabajo, las tribus tienen el valor de ser gestadas en un espacio que acompañó la escena previa al nacimiento. El lugar físico de encuentro es importante, porque sostiene y dispone a las emociones a trascender la mera anécdota o la catarsis necesaria, para poder capitalizar e integrar esta experiencia", agrega.
El hecho de contar con un día, horario y lugar da seguridad y confianza. La mirada y escucha del profesional de la salud, como lo es una psicóloga formada en el área perinatal, permite un diálogo que busca ordenar y normalizar las emociones y vivencias que a estas nuevas mamás les resultan desconocidas y las preocupan.
Sobre el tiempo y los vínculos
La duración de la tribu es relativa, pero la duración de sus vínculos es definitiva. Algunas mamás, con el tiempo, dejarán de verse, pero otras se hacen amigas para siempre. El regreso al trabajo suele ser un determinante fuerte, pero incluso en esas situaciones muchas mujeres piden días disponibles para seguir asistiendo a ese espacio de sostén.
Algunas están en condiciones de no volver, por elección, o retoman su tarea laboral de otra manera (licencias extendidas, trabajo part-time, home-office, nuevos proyectos personales) permitiendo que los encuentros se prolonguen más en el tiempo. De todos modos, es durante el primer año de vida del bebé cuando más se registra esta necesidad de estar acompañadas.
También es cuestión de adaptarse, cada grupo se regula según sus circunstancias. Cuando una tribu no puede sostener los encuentros presenciales, se pueden pensar dispositivos mensuales o de frecuencia más variable. Incluso otra opción, cuando el espacio ya no es tan apto para los bebés por sus necesidades de desarrollo, juego y desplazamiento, se construyen grupos de jardín rodante entre las madres en sus hogares. Después de todo, siempre vamos a tener temas de conversación, porque la crianza es para toda la vida.
Por Florencia Romeo / Asesoraron: Vicky Seguí, profesora de Educación Física, especialista en Embarazo y Maternidad, directora del Centro que lleva su nombre y Lic. Prof. Tatiana Cicala, psicóloga de la misma institución, M.N. 53.297.
SEGUÍ LEYENDO