La lactancia es uno de los momentos de mayor acercamiento e intimidad que podemos tener con nuestro bebé. Pero, como a mucho de lo relacionado con la maternidad, se le asigna una función casi celestial, y cuando nos encontramos que ni es tan sencillo o que las mamas y los pezones pueden presentar problemas, lo vivimos con temor y dolor, en gran parte por falta de información adecuada.
Área sensible
Apenas nace nuestro bebé, nos concentramos en que se prenda bien a la teta y en ver cuánta leche tenemos. Pasado un tiempo, es común que se empiecen a sentir molestias, en especial en el pezón.
"Es un área muy sensible. Una mala prendida del bebé rápidamente puede generar algunas grietas en la piel. Entonces, es clave verificar que la prendida sea correcta. El bebé no debe prenderse del pezón. Para evitarlo, debemos procurar que tanto el pezón como la areola (o la mayor porción posible de esta), queden dentro de la boca del pequeño durante la toma", indica la asesora, quien además sugiere evitar jabones y sustancias que puedan resecar la zona, usando solo agua para higienizarse.
También dice que la propia leche es lo más adecuado para curar las heridas, y recomienda también mantener los pezones aireados, para evitar que la zona se mantenga húmeda y pueda estar más propensa a agrietarse.
Precauciones a tomar
El uso de algunos accesorios ayuda a mantener una buena lactancia, siempre y cuando sean bien utilizados. De lo contrario, pueden convertirse en un obstáculo más. Por ejemplo, los casquillos. Su función es airear el pezón para que no se mantenga húmedo tras dar la teta. Ahora, como dice la especialista, es fundamental evitar que presione mucho la zona de la areola y termine provocando la acumulación de leche.
Otro de los accesorios que utilizamos, y mucho, es el sacaleche. Su uso excesivo podría causar congestión en las mamas, por aumento de la producción de leche (como respuesta natural al mayor estímulo recibido). Ante esto, la asesora recomienda que el uso del sacaleches esté indicado y supervisado por un profesional, que pueda guiar a la mamá en la correcta utilización. Además, agrega que en este caso, la principal precaución está relacionada con la higiene y el debido proceso de conservación de la leche extraída.
La leche extraída debe ser conservada en envases esterilizados (frascos de vidrio, bolsas o envases plásticos que se comercializan específicamente para este fin), dentro de la heladera, congelador o freezer. De la temperatura a la que se almacene dependerá el tiempo que dure, pudiendo variar de 2 a 3 días en la heladera (en el interior, nunca en la puerta), hasta 3 meses en el congelador (en el caso de que esté ubicado en la parte superior de la heladera, y no en el interior del cuerpo principal) y 6 en freezer.
No tan usuales
Más allá de los problemas que pueden surgir con el hecho de amamantar, como las grietas en el pezón, o por el uso de accesorios, como los casquillos o el sacaleche, hay otras situaciones no muy gratas asociadas a la lactancia, que son menos comunes pero que pueden aparecer. Ellas son:
*Taponamiento de pezón: puede darse por mala prendida del bebé, por composición de la leche (una leche con alto contenido de grasas, puede producir taponamientos a repetición). Dependiendo del caso, para destapar el conducto se puede poner al bebé a mamar, utilizar calor y extracción manual de leche.
*Obstrucción de algún conducto: puede ser por una mala prendida del bebé, utilización de corpiños con aro, o con costuras que ejerzan mucha presión en una determinada zona. También puede ser por la composición de la leche. Se puede evitar corrigiendo la prendida del bebé, colocándolo a mamar en diferentes posiciones, para descongestionar diferentes zonas de la teta, modificando la dieta de la madre, dependiendo el caso.
*Muguet: es una enfermedad causada por un hongo. Algunas causas de su aparición pueden ser mala higiene de las manos al amamantar, no cambiar con frecuencia los protectores mamarios (generando mucha humedad y un ambiente propenso para el desarrollo de bacterias y hongos).
*Mastitis: es la inflamación de la glándula mamaria y, en algunos casos, puede requerir la prescripción de antibióticos. Lo recomendable es seguir amamantando al bebé, porque esto ayudará a bajar la inflamación. Además, debe extraerse la leche acumulada y guardar reposo, en la medida de lo posible.
De todas maneras, y más allá de estos inconvenientes que puedan llegar a surgir, es importante destacar que las mujeres estamos preparadas para dar la teta y que solo necesitamos información, sostén y, sobre todo, apoyo.
Por Florencia Romeo / Asesoró: Laura Krochik, puericultora especialista en lactancia y crianza. Presidente de la Asociación Civil Argentina de Puericultura y Directora de la Carrera de Puericultura, dictada por dicha Institución.
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