Estrías, varices, y arañitas: cómo 'corregir' el efecto posparto en la piel

La epidermis es una de las partes del cuerpo más afectadas por el embarazo, pero no desesperes: ¡tiene solución!

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Posta parto en la piel:
Posta parto en la piel: (Foto: Archivo Atlántida)

Durante los 9 meses del embarazo, el cuerpo cambia permanentemente. En general, no somos conscientes del proceso, pero sí de los efectos y resultados. Esto es obvio y evidente en la piel (que se estira y estira a medida que crece la panza). Por eso la dermatóloga Silvia Boccaccio despeja nuestras dudas e inquietudes.

Estrías

Durante el embarazo, a medida que crece la panza, la piel se estira, se estira y se estira…. Esto no es gratis, porque más allá de que algunas mujeres tienen una predisposición genética, en todas se "rompe" el tejido conectivo y se forman las estrías.

Este proceso tiene 3 etapas: en la primera, no son visibles; luego, se vuelven rojas y en la última, blancas o nacaradas.
*Qué podemos hacer. Una vez concluida la lactancia, las estrías recientes (rojas) se pueden tratar con retinoides y/o combinadas con ácido glicólico, que aunque son tratamientos tópicos, pueden llegar al torrente sanguíneo y alterar la leche, por eso se recomienda postergarlo hasta después de amamantar; las estrías antiguas (blanco nacaradas) se tratan con microdermoabrasión, un peeling mecánico con punta de diamante, y peeling, pero los resultados son inferiores.

Cicatrices

La cicatriz de la cesárea variará de acuerdo a la ubicación, el tipo de sutura y las características particulares de la piel. De todos modos, la médica es clara: "Todas las cicatrices tienden a mejorar con el paso del tiempo".
*Qué podemos hacer. En el caso de las cicatrices hipertróficas:
–un poco más exagerada que la cicatriz común– o de los queloides
–es un tipo de cicatriz anormal, más gruesa y oscura, que excede
los límites de la incisión– requerirán un tratamiento específico, por ejemplo, cremas con esteroides y otros compuestos,
o infiltración con corticoides que el médico indicará de acuerdo
al tipo de cicatriz.

Estos tratamientos conviene evitarlos durante la lactancia, pero si la cicatriz o el queloide es muy molesto, se puede llegar a prescribir una crema con corticoides, para calmar la picazón y esto no es riesgoso.

Todas las cicatrices tienden a mejorar con el paso del tiempo.

Várices y arañitas

Si bien la predisposición genética juega un rol importante en la insuficiencia venosa, el embarazo es un factor agravante, por la presión que ejerce el útero sobre el sistema venoso en la pelvis y ésta sobre las piernas. Si bien les decimos várices a toda vena inflamada en las piernas, hay que distinguirlas de las arañitas.
Las arañitas o telangiectáceas son dilataciones de pequeñas venas
azules o rosadas, con aspecto ramificado: como si te hubieran dibujado raíces azules con una birome.

En cambio, las várices son dilataciones de venas más grandes que se observan como cordones azulados. A diferencia de las arañitas, las várices tienen relieve, sobresalen.

Es común que se acompañen de hinchazón de las piernas.
Imaginate el efecto en las piernas de la panza y los kilos que
se suben durante la gestación. Más allá de la prevención, hay que
esperar al posparto para tratarlas, cuando el cuerpo y su peso van
recuperando su estado normal.
*Qué podemos hacer. La prevención es simple: evitá estar de pie
por largos períodos y caminá, para ejercitar los músculos de la pantorrilla, lo que favorece el retorno venoso. En cuanto a los tratamientos, el especialista es el fl ebólogo. Éste va a evaluar tu estado con un ecodoppler venoso: una ecografía de las venas que permite descartar problemas más serios que exceden lo estético.

Las arañitas se tratan con inyecciones esclerosantes –para secar la vena– y también con láser; ambas opciones se recomienda hacerlas cuando ya no des la teta, para no afectar la leche. Las várices, en cambio, se tratan con microcirugía o cirugía y esto sí se puede hacer durante la lactancia, porque sólo hay que anestesiar una vez y la intervención en sí no afecta la leche materna.

Por Florencia Romeo / Asesoró: Dra. Silvia Boccaccio, dermatóloga de FEMEBA, M.P. 17.046.

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