Sabemos que desde el día uno que entramos en la dulce espera nuestro cuerpo empieza a cambiar todos los días, junto con él la ansiedad crecerá y algunos miedos o dudas pueden llegar a aparecer. Es importante que le prestemos atención a todos estos cambios y que nos cuidemos en todos los aspectos con responsabilidad y conciencia.
En esta etapa realizar yoga te ayudará a sentir mejor los cambios que se generarán y ser más consciente de los mismos, comprendiéndolos y viviéndolos plenamente.
Progresivo
Si nunca hiciste ejercicio ni practicaste yoga, la instructora Florencia Beber, recomienda que comiences una vez cumplidas las 12 semanas de embarazo, siempre con la autorización médica correspondiente. Si en cambio ya tenés tu práctica, probablemente no haga falta que cortes, pero por las dudas, consultalo con tu obstetra. "Lo importante es adoptar un criterio de progresión donde el cuerpo no sienta nada brusco de golpe, sino empezar la práctica paso a paso. Depende mucho del físico o de la preparación previa que tenía el cuerpo antes de quedar embarazada. Siempre se van haciendo las adaptaciones tanto para los meses de embarazo, como para el cuerpo de la mujer. Si recién empezás y tenés el cuerpo sin entrenar, es lógico que no vayas todos los días, y si practicás diariamente, probablemente necesites más días de yoga. En este sentido es muy personal, porque depende de la necesidad y el estado", indica la especialista.
Decile ¡sí!
Florencia Beber cuenta que esta práctica brinda múltiples beneficios. Algunos de ellos son:
*Estira las fibras elásticas bajo tu piel: Es decir, distiende las paredes abdominales, evitando cualquier tensión, y preparando el vientre para su mejor expansión, previniendo estrías.
*Evita dolores de la espalda baja: Producidas por el aumento de peso a medida que avanza la gestación.
*Mejora la circulación y oxigenación de la sangre saludable hacia la placenta.
*Reduce el estrés y la ansiedad.
*Expande la capacidad respiratoria: Permitiendo mantener la respiración amplia y profunda a lo largo del embarazo.
*Ayuda a mantener una mejor respiración: Durante el embarazo, el útero presiona el diafragma y los pulmones, llevando a que, a medida que crece la panza, la expansión en la respiración sea cada vez más reducida. Esto puede provocar un ritmo respiratorio corto y agitado, produciendo una pobre oxigenación y bajos niveles de energía. "La práctica de posturas y respiración específicos, expanden la capacidad respiratoria, garantizando entre otras cosas una buena oxigenación, permitiendo mantener la respiración amplia y profunda a lo largo del embarazo".
*Brinda bienestar físico, emocional y espiritual: Y eso hace que estemos mucho más perceptivas y reflexivas.
La clase
La estructura básica de una clase consiste en la toma de conciencia, la práctica de las posturas (Pranayama), de las respiraciones (Asanas), relajación y meditación. La misma dura entre 1 h. y 1.30h. y si bien existen clases para embarazadas, las rutinas que se llevan a cabo no son exclusivamente para ellas, perfectamente pueden ser mixtas ya que cada una realiza su propia adaptación. "Estando embarazada se podrán realizar todas las posturas, excepto las de posiciones invertidas, ni boca abajo, ni nada que presione demasiado el abdomen a medida que va creciendo el bebé", aclara la asesora.
Beneficios extra
La conciencia física y la respiración -ambos logros que nos da el yoga-, no sólo ayudan durante los meses de gestación, sino que son un gran aliado a la hora del trabajo de parto, y al momento de pujar. "Los tejidos musculares están mucho más resistentes, más fuertes, más elásticos. La firmeza en los músculos previene el desgarro y a su vez al estar más flexible, se obtiene mejor resistencia", señala la profesional, y agrega: "Esa conciencia general que genera el yoga, sirve en ese momento clave, para no agotar todas las fuerzas, sino que poder ir regulándola".
Por Paula Germino / Asesoró: Florencia Beber, instructora de Hatha Yoga en Fundación Columbia de Conciencia y Energía.
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