Dicen que madre hay una sola y, aunque muchas otras personas puedan suplir su rol en la crianza, es la madre biológica, the one and only, quien determina nuestra herencia genética. "Heredamos más información de nuestra madre que de nuestro padre", asegura el científico del CONICET Patricio Yankilevich, especialista en bioinformática. "En el óvulo –antes de ser fecundado– ya se aloja la mitocondria. Ésta es el centro neurálgico de las células eucariotas y su función más importante es producir energía. Cómo procesamos la energía se hereda de la madre. El temperamento, por ejemplo, lo heredamos de nuestra mamá", explica el especialista.
IGUALITA A MAMÁ. Pero eso no es todo. La acción mitocondrial determina la energía que hace funcionar nuestro organismo y también nuestra apariencia estética. La mitocondria es clave en la producción de sangre y de hormonas como la testosterona y el estrógeno. Cuando las mitocondrias no funcionan bien, el organismo se cansa y pueden aparecer disturbios oxidativos. Las disfunciones mitocondriales son responsables de lo que se llama estrés oxidativo. Dicho estrés acaba en la destrucción de moléculas por los radicales libres, provocando envejecimiento prematuro. "La piel depende mucho de la base genética y el gran porcentaje estadístico lo da la madre", asevera la doctora Cristina Sciales, médica cirujana y directora médica de CS. Dra. Sciales. Así que, está comprobado científicamente que podemos hacerla responsable del modo en que envejecemos.
LO QUE SE HEREDA NO SE HURTA. "Cuando te enamores de una chica, fijate en su mamá para saber cómo será con el paso de los años", suelen aconsejar las abuelas a los nietos. Hay una tendencia a heredar el tipo de cuerpo, la morfología de la madre. Estos son algunos rasgos físicos que se pueden heredar: la contextura tipo triángulo (torso chico, cadera ancha) o contextura triángulo invertido (torso amplio y cadera chica); acumulación de grasas en el abdomen; celulitis; várices; estrías; cuerpo delgado o tendiente a engordar; musculatura firme y marcada; espalda ancha; lolas grandes… Obviamente que en cuestiones de peso también intervienen los hábitos alimenticios de cada familia. Por ejemplo, si tu mamá o tu abuela tienen o tuvieron celulitis, tenés un 50% de probabilidades de heredarla, pero si a eso le sumás buenos hábitos es una condición que se puede cambiar.
"La herencia nos transmite el color de los ojos, la piel, el pelo, la estatura, incluso la complexión física", comenta el Dr. Christián Sánchez Saizar, dermatólogo miembro de la SAD y director de Concepto estético, y agrega "la característica hereditaria más importante a nivel genético es el tipo de piel". Nuestro tipo de piel juega un rol determinante en el modo de envejecer: "Las pieles muy blancas, por ejemplo, ya saben que van a tener que cuidarse mucho de la exposición solar y que serán más propensas a la aparición de arrugas desde temprana edad. Ningún factor genético se queda fuera de la repercusión sobre nuestra dermis, y la melanina es uno de los más importantes. El fototipo determina la forma en la que nuestra piel reacciona ante agresiones externas, las cuales pueden dañar nuestra superficie cutánea y acelerar su deterioro y la aparición de los signos de la edad. Lo mismo sucede con las manchas o la flaccidez facial, las arrugas. Si bien en estos casos también influyen los cuidados cotidianos que llevemos a cabo, una parte muy importante está dada por la genética y si, por ejemplo, nuestra madre es propensa a las manchas o a la flaccidez, seguramente tenemos esa predisposición genética por nuestro tipo de piel", explica el dermatólogo.
Si tu mamá o tu abuela tienen o tuvieron celulitis, tenés un 50% de probabilidades de heredarla
S.O.S. CELULITIS. "Hay cuestiones que son hereditarias y que no tienen que ver con el entorno y, aunque nos cuidemos, van a estar presentes más allá de los tratamientos que hagamos", asevera Griselda Seleme, cirujana plástica, especialista en estética, miembro de la SACPER y directora de Seleme Medical Beauty. La celulitis es una de ellas y no solo la heredamos de nuestra madre, abuela o bisabuela, el ADN que la porta viene del paleolítico, literalmente "de la época de las cavernas". "La celulitis tenía un rol fundamental en esa época: de presentarse un período de hambruna, servía como fuente de energía que le daba a la mujer la posibilidad de seguir amamantando a sus crías y asegurarse la propagación de la especie", añade la Dra. Sciales.
Pero así como heredamos los defectos, podemos heredar también las virtudes y no sólo eso; tanto el modo en que envejecemos, como la celulitis o la caída del pelo, son rasgos modificables. "Aunque tengamos condicionantes genéticos que nos hagan padecer problemas de piel como manchas, arrugas o flaccidez, podemos luchar contra ellos comiendo sano, haciendo deportes, teniendo hábitos sanos, usando protección solar cada día y usando cremas específicas para nuestro tipo de piel", concluye Sánchez y nos alivia un poco la idea de "la pesada herencia".
textos MARIELA RAFFAELLI fotos LATINSTOCK