Un terreno escarpado, con piedras naturales entre las que crecen espinilos, colas de zorro, gramíneas, jazmines, rosales y lirios, crea el marco propicio para esta casa con fachada de hormigón y un traje de piedras de la zona que aportan el color de sus diferentes matices.
Una hilera de miniventanas con cuatro ladrillos de vidrio recorren la casa de punta a punta para garantizar la luz natural matinal. Junto al portón de hierro de la entrada, dos maceteros con cactus ofician de custodios. Frente a la casa, una cineraria marítima suma pinceladas de un brillante gris plata. Como fondo, la imponente silueta del Uritorco.
Desde el living se puede ver el cerro Uritorco y todo el paisaje serrano que lo rodea. Para disfrutar de este espectáculo se ubicaron tres sillones y un chaise longue con funda de gabardina blanca, con una mesa patinada de verde al centro donde apoya una damajuana intervenida.
Como auxiliar de apoyo, una mesa china con incrustaciones de nacar. Contra paños de vidrio fijos se recortan una escultura metálica de Enio Iommi y sobre una columna de acrílico, un busto de mujer de Martín Digirola.
La biblioteca de platil y madera alberga libros y objetos varios como un gran plato pintado de Alico Robiralta.
El sector comedor diario reúne una mesa de cristal y sillas cromadas con asiento de cuero -diseño de Philipe Stark- que se apoyan contra una isla central con tapa de granito y hornallas eléctricas.
El lateral de la isla está forrado con corchos de vinos variados bebidos en la casa. Al fondo se ubicó la cocina, con un estante sobre el ventanal para libros de recetas internacionales. La larga mesada es de granito. Desde el techo a doble altura cae una lámpara redonda colgante italiana hallada en Roma.
En un lateral de la casa, contra el muro de piedra, se armó una mesa con un par de sillas de chapa oxidadas para protegerse del viento y contemplar el magnífico paisaje protegidos. Los pisos exyeriores son de cemento alisado.
Produccion Andrea Sanguinetti
Fotos: Facundo Basavilbaso
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