El estudio japonés Kuli Kuli es originario de Kobe, ciudad célebre por su carne. Los diseñadores trabajaron en colaboración con curtiembres locales convirtieron el cuero de vaca tradicionalmente no aprovechado en una colección de nuevos productos. El jurado valoró el proceso de recuperación y aprovechamiento del material para aplicarlo a un amplio rango de productos.
Creación del Studio Philipp Hainke, de Alemania, Halo es un concepto para una silla ideada para poner en evidencia la fuerza y las posibilidad de un material liviano conseguido a partir de cáñamo y caseína, que los diseñadores desarrollaron durante su projecto de investigación llamado Organico. Lo premiaron porque se trata de " un ejemplo de diseño en el amplio sentido, que involucra un estudio contemporáneo del material, la forma, la funcionalidad y el método productivo".
También japoneses, Baku Sakashita crearon unas estructuras de alambre que a primera vista se ven como delgadas líneas en 2D dibujadas en papel plano. La ilusión óptica deriva de la delgadez del alambre, que solo tiene 0,3 mm de diámetro.
Del equipo de diseño croata Koko, este proyecto diseñado para chicos es una combinación de ocho elementos, que cuando se arman de modo diferente, ofrecen otras funcionalidades y apariencias.
El Studiomirei, un colectivo de diseño italiano, creó una serie de lámparas que recuerdan las nubes interestelares de polvo espacial y están fabricadas con fibra de banana. Ellos trabajaron en la manipulación de géneros basándose en las propiedades intrínsecas de esa fibra.
Por último, la diseñadora australiana Kristen Wang se quedó con el premio especial que entrega el banco Intesa Sanpaolo al mejor Proyecto que utiliza comida como objeto de diseño, y lo hizo por su banquito Re.bean coffee, que está realizado con granos de café.
No solo tiene un aroma y un tacto únicos conseguidos a partir del café, sino que también es 100% biodegradable.
Texto: Marina Denoy
Fotos: Gentileza SalloneSatellite
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