La casona que hoy cobija al Alondra Iberá fue hace 220 años un antiguo almacén de ramos generales, barraca de acopio de cueros y casa de familia, antes de ser reciclado en una hostería de cuatro habitaciones. La puerta principal de madera está en la ochava, con una galería circundante.
La sala de estar tiene un mix de muebles heredados, comprados en anticuarios o subastas y otros hechos ad hoc. Sillones esterillados estilo Tudor de un anticuario de Rosario conviven con un sofá de cuero realizado por un tapicero local y una mesa ratona de hierro negro muy estilizada, con libros sobre el Iberá. Contra la rústica pared de ladrillos apoya una biblioteca-estantería de un viejo bazar de la ciudad de Corrientes.
De costado, un bargueño Chippendale heredado, que se ambientó con fanales de vidrio y esculturas de hierro. Lo acompañan una colección de mapas antiguos de la región y un maniquí con uniforme antiguo (@guasudesign). Sobrevuela el estar un jabirú de la escultora y bióloga barilochense Nadia Gutman. La obra representa al ave más grande del Iberá.
El bistró, con sus paredes de ladrillo, pisos de madera lustrados y grandes arañas, es un mix de la Belle Époque con un bar de pueblo. La mesa principal, de estilo Chippendale, tiene sillas afrancesadas, pero con un entramado de tientos realizado por un artesano local. El conjunto aparece bendecido por una espectacular araña de hierro con soga gruesa de barco. Al fondo, imponente, el viejo mueble de ramos generales de madera decapé turquesa con teteras chinas de hierro (claudiaadorno.com).
La galería conserva su piso de calcáreos con guardas y el cielorraso de tablones de madera blancos, vigas y columnas color natural. Allí, encuentra su lugar este espacio para un café con mesa de mármol y sillas de bar.
La reina absoluta del dormitorio –con piso de cemento alisado, estucado y lustrado– es la cama imperial con respaldo con orejas. Telas nobles envuelven la cabecera y se extienden como cortinas y almohadones (De Levie). En tanto, las mantas de pie de cama están tejidas en telar con lana hilada a mano. Una repisa lustrada reúne una colección de mapas de la zona. Debajo, sillón de madera y cuero comprado en Corrientes. Las lámparas son diseño de Porfirio Aquino.
El antebaño tiene un clásico vanitory de mármol y patas cromadas que se complementa con el espejo oval, de marco también cromado. Tanta elegancia parece contrastar con el piso, bien rústico, de calcáreos con guardas, un clásico de la zona: en este caso, las piezas realizadas en Corrientes por la empresa Antiques (antiquespisos.com) tienen un diseño que replica el logo del hotel.
El quincho tiene los mismos techos inclinados de madera y pisos calcáreos que la galería. Dos mesas de madera con tapa de zinc se ubicaron en los extremos; al centro, una isla de trabajo que se enfrenta a la parrilla y al horno de barro. Las sillas de hierro negro con tablitas de madera se recortan contra un cerco de caña que divide el perímetro. Fruteras de cristal antiguas, floreros con manzanas y maceteros de barro ambientan las mesas de manera ecléctica. Como cierre, casi a los pies del jardín, un increíble banco tallado en una sola pieza de la escultora Hada Irastorza (Guasú Design).
Producción: Andrea Sanguinetti.
Fotos: Axel Indik.
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