"Hace 8 años, cuando buscábamos una propiedad para comprar, por la plata que teníamos se conseguía un monoambiente bien ubicado o un PH antiguo de 160 m2 entre Barracas y La Boca. Fue una locura, pero ni lo dudamos: resignamos zona por metros cuadrados", dicen Fernando y Tate, dos diseñadores audiovisuales.
La casa estaba deshabitada y tan abandonada, que, para empezar, estuvieron cinco meses en obra renovando las instalaciones de agua, electricidad y gas.
Luego, con el presupuesto ya mermado, empezaron a buscar oportunidades en galpones y compraventas de barrio: las aberturas, la bañera, los sanitarios y hasta algunos muebles surgieron de esas pesquisas. "Muy a pulmón fuimos recuperando nosotros mismos cada ambiente, respetando el estilo original de la casa, pero sumándole eclecticismo, color y diseño", cuenta Fernando, quien durante ese proceso fundó Don Terrenal, la tienda online que se especializa en muebles informales y objetos recuperados que se volvió su ocupación principal.
Sobre una alfombra de lana (Ikea), un sofá provenzal reciclado se enfrenta a una mesa baja estilo campo (Don Terrenal). Alrededor orbitan un sillón Bertoia Diamond, una silla infantil de hierro (Don Terrenal) y una mesa art decó pintadas de amarillo, para inyectarles energía. A un lado del sofá se
ubica una mesa baja de diseño escandinavo (Mercado de Pulgas)
con una lámpara de Philippe Stark (Kartell), y al otro, una mesa
Adjustable, reconocible diseño de Eileen Gray. Un planisferio
antiguo enmarcado en nueve partes y una lámpara estilo Imperio
completan la escena.
Trío vintage: el sillón comprado por Internet, un aparador americano que se usa como bar y unas lámparas colgantes retro conviven en este rincón
dominado por un afiche callejero. El almohadón con el rostro de La
Gioconda se compró en un supermercado (Coto).
El hall de entrada conserva el piso granítico y las aberturas originales de la casa ("tenían como diez capas de pintura y las llevamos a madera a fuerza de pistola de calor, removedor en gel, viruta y mucho trabajo", cuenta Fernando). Un pequeño aparador de campo, decapado y con un tirador de conejo de bronce, una silla americana pintada de verde claro e intervenida con una estampa dorada y una silla estilo inglés de roble reciclada reciben a las visitas. Pósters traídos de Nueva York (Chelsea Market), una antigua letra "S" (Vintage & Chic) y un helecho en maceta de mimbre culminan el conjunto.
El comedor se compuso con una mesa Tulip, diseño clásico de Eero Saarinen, con tapa de mármol de Carrara y seis sillas americanas de haya de los años '50, heredadas y recicladas. Se trata de un ambiente en el que las piezas vintage son mayoría: el aparador blanco (que encontró nueva apariencia con pintura, nuevos herrajes y una tapa de mármol negro Marquina), un secrétaire (al que se le lavó la madera), la mesa de la tevé (que se pintó de blanco), el perchero (que encontraron en la calle y repararon) y una silla de madera estilo inglés conviven en armonía. Fotos, planos y afiches enmarcados y unas cortinas de muselina negra que cuelgan de un tensor de acero se les suman.
La cocina tiene pisos calcáreos beige, que fueron mandados a hacer en una fábrica de La Tablada, y la alzada revestida en venecitas color verde agua. Los muebles de cocina fueron construidos por los dueños de casa a partir de maderas reutilizadas ("postigos, puertas, cajones de roble que encontramos tirados por la calle", explican) y llevan mesadas de hormigón revestidas en microcemento color natural. La mesita de roble se trajo de una estancia y se acompañó con diferentes banquitos y taburetes recuperados (Don Terrenal).
Dos estantes perimetrales acomodan vajilla y accesorios de distinta procedencia junto a una lámpara colgante de alambre.
En el balcón, una mesita con pie de hierro fundido y tapa de mármol se emparentó con una silla de hierro tipo Quilmes y una Bertoia moderna, laqueada de blanco.
El toilette, con sus pisos calcáreos, paredes revestidas en machimbre blanco satinado hasta media altura y un empapelado negro mate con motivos brillantes, logra su espíritu de época con una bacha antigua de hierro enlozado, el espejo biselado con marco labrado y la vieja cisterna externa. Un pedestal de madera (Don Terrenal) y un aplique restaurado con caireles y una pantalla de organza negra colaboran para lograr la estética final.
En el dormitorio, una puerta antigua decapada se usó como respaldo para la cama. Una mesa de luz verde intervenida con flores (Don Terrenal) y un antiguo aparador de campo al que se le bajó la altura se ubican a los lados, mientras un añejo ropero de roble suma espacio de guardado. Un baúl blanco restaurado con antiguas hormas de zapatería y una silla matera celeste se ubican a los pies.
El baño principal es un espacio ganado, ya que se construyó en lo que eran las dependencias del departamento. Un antiguo mueble de tocador se convirtió en vanitory: se le modificaron los cajones para pasar las cañerías y se le lavó la madera antes de sumarle la bacha de apoyar. La grifería de pared es modelo Vintage (Robinet) y el espejo, como muchos de los marcos que lo acompañan, se consiguió en compraventas de barrio. El canasto de mimbre (Mercado de Frutos de Tigre) guarda la ropa para lavar.
Conseguida específicamente para recrear un estilo de baño antiguo, la bañera exenta fue comprada en la calle. Como estaba muy oxidada, la instalaron y luego la enlozaron in situ. Como tiene drenaje central, la ducha se ubicó en el centro. El mueble para las toallas es una antigua biblioteca de estilo, regalo de una tía.
El escritorio antiguo de roble (Mercado de Pulgas) –que, como abre hacia ambos lados, permite trabajar de a dos– se acompañó con sillas DSR, de los Eames. Al Bergère lo consiguieron usado, lo mandaron a retapizar en cuero y le agregaron una funda de toile de Jouy al almohadón del asiento.
A su lado, un sillón retro usado que renovaron con un género símil arpillera con vivos de gamuza oscura, y una mesita con un ventilador comprado en un anticuario. Las dos bibliotecas asimétricas fueron confeccionadas por un carpintero, y el mueble turquesa de campo (Don Terrenal) guarda materiales de trabajo.
"La terraza es la única parte de la casa que quedó excluida de la obra y todavía no le hicimos ninguna reforma, sólo nos fuimos apropiando de ella con muebles, color y plantas", cuenta Fernando. Se refiere, entre otras cosas, a la mesa de algarrobo comprada por MercadoLibre. Tiene la tapa gastada por estar a la intemperie y la base está pintada en color acqua; la acompaña un rejunte de sillas Quilmes de San Telmo, el Ejército de Salvación y mercados varios. Las pintaron en diferentes colores para seguir el espíritu del barrio de La Boca. Detrás, una pérgola de madera resguarda la entrada del quincho, y al costado se luce un cartel armado con un viejo pie de cama intervenido con filete porteño, encontrado en una compraventa del barrio.
El quincho, al igual que la cocina, tiene los muebles construidos a partir de maderas reutilizadas (postigos, puertas, estantes de un viejo taller de repuestos mecánicos) y mesadas de hormigón recubiertas en microcemento alisado color natural. En el centro, una mesa de campo de pinotea y un heterogéneo conjunto de sillas de madera y hierro se ubican bajo una lámpara de mimbre (Mercado de Frutos de Tigre).
La vieja heladera, que se renovó con pintura en aerosol, y las aberturas antiguas de hierro con vidrios de colores, que se reubicaron desde otros sectores de la casa para armar el cerramiento, marcan el espíritu alegre del espacio.
Una vieja mesa de chapa con una olla encontrada en la calle usada a modo de maceta, y dos sillas Quilmes le dan contexto a un gallo de cerámica bien kitsch
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