El estudio Peah de arquitectura e interiorismo eligió una arpillera estampada (la de las bolsas de café de importación) para vestir un muro de Monina, un encantador restó del barrio de Núñez. El recurso no sólo suma calidez y modernidad al espacio, sino que también colabora para mejorar la acústica del lugar.
Los arquitectos Carlos Virasoro y Carolina Olarte Galbusera colaboraron a la hora de ambientar la casa donde se inserta este playroom. Allí, a las cortinas de seda en un suave color crudo se les sumó un faldón de tusor a rayas. Mientras transmiten una luz diáfana que invita al relax, las mismas dialogan con la colchoneta de lino gris y los almohadones.
En el dormitorio principal de los dueños de Los Vados del Isen, los géneros son protagonistas. Las cortinas combinan dos diferentes: uno con grandes flores –que también se usó para tapizar una butaca– y el otro con rayas (ambos de De Levie). Acompañan de maravilla a la manta con pompones de colores que cubre la cama.
El recurso. Un género puede ser un gran disparador para la decoración de un ambiente. Elegí uno que te guste para una o varias paredes o para las cortinas, y utilizá su gama de colores para pintar el resto de los muros o para decidir el tapizado de los muebles.
Esta habitación, que se inscribe dentro de una casa de campo portuguesa ambientada por el estudio Sá, Aranha & Vasconcelos, se convierte en una composición retro. Esto ocurre en gran parte gracias a la pared cabecera, entelada con un género en tono mostaza con motivos étnicos, que luego se repite en las fundas de almohadas.
A la hora de componer una ambientación masculina, las decoradoras Mandy y María Elena Coelho decidieron entelar las paredes del cuarto principal con un lino (Compañía del Comercio) en un tono de gris que acompaña la gama de la ropa de cama y las cortinas, sólo contrastados por la pareja de almohadones rojos y el colorido cuadro de Claudia Brito Sousa que irrumpe sobre el respaldo.
En este dormitorio, obra del Estudio Didot, la cama lleva un respaldo tapizado en lino marfil y un acolchado haciendo juego, también en sintonía con la banqueta capitoné. Almohadones de arpillera y géneros estampados (Casa Didot) condimentan el conjunto, que destaca contra una pared entelada en lino.
Este dormitorio de niñas fue ambientado como un auténtico cuarto de princesas. En gran parte por las camas –tres diseños antique de hierro pintado de blanco– que se coronaron con doseles de gasas en color marfil con apliques de rosas de tela. Los acolchados de algodón, con estampas de animales (Mesopotamia) llevan mantas tejidas al crochet a los pies. Mientras las cortinas de terciopelo ribeteadas con pasamanería que visten las tres ventanas acompañan la estética elegida por los arquitectos Carlos Virasoro y Carolina Olarte Galbusera.
El recurso. A pesar de todas sus bondades, tené en cuenta que no conviene usar entelados en lugares húmedos, con acumulación de olores o expuestos al hollín. Si tu ambiente está libre de esos factores, pero las paredes están expuestas a roces o manchas, podés elegirlos texturados o de fibras naturales.
En este cuarto del hotel boutique Vain, una pared entelada en rafia beige marca a fuego la estética de la ambientación. Contra ella se apoya el respaldo de la cama y las dos mesas de luz antiguas con tapa de mármol.
La interiorista Natalia Benedetti revistió la pared cabecera de este dormitorio principal con un lino chinchilla (De Levie) que le da un elegante respaldo a la cama vestida con ropa de algodón y lino y flanqueada
por dos mesas de luz antiguas, restauradas por el estudio de la Arq. Adriana Randazzo.
Textos: MARINA DENOY/ CLARISA CORSUNSKY. Fotos: Archivo Atlántida
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