Ubicada en la esquina de una zona de casas bajas de San Isidro, esta terraza recibe la luz del sol casi todo el día. Fue diseñada y realizada por sus dueños con un mix de elementos reciclados, encontrados en la calle, comprados en anticuarios y heredados, pero su rasgo más distintivo es el piso en damero que resalta con el verde de las plantas y el tono lacre elegido para los muros. Desde la galería que habilita el ingreso al dormitorio principal se puede apreciar la pérgola de hierro con techo de cañas y una reposera de madera de pino con ruedas de hierro que lleva un almohadón con apliques (Este Loco Corazón) y una manta tejida en telar comprada en un viaje.
La parrilla, que está unos escalones por debajo del nivel de la terraza, tiene chimenea moldeada en cemento y se pintó de un tono celeste que se lleva de maravillas con el verde de la Ampelopsis que la abraza. Glicinas y un jazmín del país trepan por las columnas de la pérgola, mientras en macetas se acomodan unos malvones, algunas suculentas y Ericas, entre otras especies.
Bajo la pérgola, el comedor de exterior tiene una mesa con tapa de chapa oxidada y laqueada, patas de hierro y sillas de aluminio y rattan plástico (Easy).
En el centro de la terraza se ubicó un pallet antiguo –al que le pusieron ruedas para poder moverlo– con suculentas en macetas de barro, cerámica y tazas viejas. Detrás, sobre el deck de madera, una mesita con sillas Quilmes (adquiridas en una compraventa de Lobos) ocupa la galería con cenefa de flor de lis.
En el deck que tiene entrada al dormitorio principal, se armó un desayunador con una mesa y sillas de hierro. A cada lado se ubicaron carreteles de cables, que llevan faroles comprados en distintos anticuarios y compraventas y unos candelabros torneados.
Por: Natasha Vázquez (paisajista).
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