Hace ocho meses Sofía Montes Casas (27) no vivía en la casa en la que hoy nos recibe, no tenía el taller en el que ahora pinta, ni estaba embarazada de Aquiles. Varias cosas cambiaron en el 2017 que está cerrando, las primeras y más evidentes: su casamiento y el embarazo dos meses después.
A los 27 años, la diseñadora de indumentaria y acuarelista no parece muy ansiosa ni sobrepasada por los cambios. En tiempo récord se mudó y armó su nueva casa y taller en Palermo, un lugar milimétricamente ordenado en el que nos recibe esta mañana de diciembre.
Dípticos y trípticos hechos por ella son los objetos más llamativos del lugar, que combina los clásicos muebles tipo escandinavos del momento con algunas joyitas que se trajo de su Salta natal. Entre grises y beige, las hojas enormes y flores de sus cuadros son protagonistas de un lugar que parece más una casa que una planta baja porteña.
RECUERDOS DE SALTA. Hija de una decoradora y exproductora de moda, Sofía tiene facilidad para la estética y no quedan dudas: desde la picada impecable con la que nos recibe al orden de los pinceles de su taller, todo da fe de eso. "No lo ordené porque venían, yo siempre lo tengo así", asegura Sofía que, como artista, se reconoce orientada a la decoración. "Mi abuela era una artista reconocida y mi hermana estudia Bellas Artes como algo mucho más serio. Lo mío va por otro lado, yo siempre pinto pensando en el lugar en el que se va a colgar".
Los hijos de Simón Montes y Sandra Casas son cinco, tres varones y dos mujeres. La segunda y mayor de las mujeres es Sofía, que no solo comparte el gusto por la casa con su madre sino que se parece mucho. Hace algunos días ella llegó de Salta a visitar a su hija, que está embarazada de quien será su primer nieto. "Tienen una casa enorme en San Lorenzo, Salta, que quedó casi vacía", cuenta. En esa casa Sofía hizo su civil hace unos meses, cuando se casó con Tomás Garat (35), su novio desde hace cuatro años.
Hace casi diez años que Sofía se mudó de Salta a Buenos Aires, pero todavía tiene un poco de acento de la provincia en la que nació. "La familia de mi mamá no era salteña, pero se fueron apenas ella nació. Mi abuela, Francis, era norteamericana –de Nueva York–, pero lo conoció a mi abuelo, que era diplomático, y se vino", cuenta. De esa abuela neoyorkina que se fue a vivir a Vespucio, el campo de los Casas en Tartagal, heredó Sofía el gusto por la pintura. "Yo no creo que a mi abuela le gustara demasiado la idea de irse a Salta, pero lo hizo por mi abuelo… Sobre todo por el contraste que es para alguien de Nueva York instalarse en el medio del campo", reflexiona. En esa casa de Salta siempre se hablaron los dos idiomas, algo que no se replicó en en el hogar de Sofía, en San Lorenzo. Entre el barrio de Tres Cerritos y el de San Lorenzo, un lugar residencial a pocos kilómetros del centro, Sofía transitó la infancia y adolescencia hasta que se vino a Buenos Aires para empezar la facultad.
"Me inscribí en Diseño de indumentaria en la ABM. Me gustó y me dio un montón de herramientas, pero hoy me doy cuenta de que no era lo mío", reflexiona Sofía, que decidió ir para el lado del diseño de vestuario y la producción. "Hice el vestuario de dos obras y además empecé con una productora con la que vestíamos mucho a celebrities". Pero con 21 años dejó su trabajo para probar suerte en la pintura. "Desde el colegio pintaba, y acá empecé taller con Cecilia Ibarguren primero y después con Guillermo Roux", cuenta. El primer intento de vender obras a través de Facebook funcionó, y hace ya seis años que Sofía se dedica exclusivamente a producir y comercializar sus acuarelas.
PINTAR Y DISFRUTAR. "En un primer momento pensé: empiezo a estudiar Bellas Artes. Más que nada porque me parecía que era lo que tenía que hacer, pero la mayoría me aconsejó que no lo hiciera porque lo único que iba a lograr era endurecerme", cuenta. "La realidad es que después de años de ir a talleres yo ya había logrado un estilo, y ponerme a estudiar era volver a empezar".
Con una panza que pasa bastante desapercibida, pero ya en su quinto mes de embarazo, Sofía se prepara para un primer verano lejos de Salta, pero feliz en su nueva casa.
Textos: LUCÍA BENEGAS (lbenegas@atlantida.com.ar)
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