El año 2024 ha registrado el nivel de conflictos militares globales más relevante desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
El que está teniendo lugar entre Rusia y Ucrania es el más relevante para Occidente. Comenzó hace casi tres años con la “operación especial” rusa en Ucrania, la que tras avances y retrocesos, ha dejado un 20% del territorio ucraniano en manos rusas. Si bien en los últimos meses las fuerzas ucranianas han realizado una ofensiva exitosa que les permitió ocupar parte de la región rusa de Kursk, las fuerzas de Moscú ya han recuperado el 40% de este territorio.
El tiempo vuelve a jugar a favor de Moscú. El agotamiento del personal y el deterioro del equipamiento ucranianos se acentúan. como ya ha sucedido en otros momentos del conflicto. Dentro de los mandos de Kiev, aparecen dudas sobre si es posible mantener el territorio tomado en Kursk, ya que retirarse del mismo implicaría una derrota y un obstáculo para la estrategia de una futura negociación a partir de los territorios ocupados por ambas partes.
El 20 de enero asume Donald Trump, quien ha dicho que terminará rápidamente con esta guerra, imponiendo una solución que se inicie con un cese del fuego. Tanto Moscú como Kiev han mostrado cierta flexibilidad para aceptar una solución de este tipo. Rusia exige retener el 20% del territorio ucraniano que ha ocupado y que Ucrania se comprometa a no integrar la OTAN. La situación en Europa es confusa. Mientras algunos países se inclinan por acompañar la propuesta de negociación estadounidense, otros se manifiestan partidarios de acompañar a Ucrania para continuar la guerra.
El 7 de octubre de 2023 tuvo lugar el ataque terrorista de la organización Hamas en el territorio ocupado por Israel en la Franja de Gaza. La represalia de las fuerzas israelíes se extendió en pocos meses hasta constituirse en una guerra regional. Estados Unidos mantuvo un fuerte apoyo a Tel-Aviv tanto diplomático como militar. Washington ha intentado gestiones diplomáticas para obtener un cese del fuego, pero no ha tenido éxito. Las operaciones israelíes fueron gradualmente exitosas en los quince meses desde el inicio de esta guerra. Primero logró tomar el control de la zona de Gaza, aunque no totalmente (que todavía queden rehenes israelíes en poder de Hamas lo confirma). Las autoridades palestinas sostienen que los muertos civiles en Gaza habrían llegado casi a los cincuenta mil y que los heridos serían dos veces más, sobre una población de dos millones trescientos mil habitantes.
A fines de 2023 se inició una ofensiva de las milicias hutíes pro iraníes que desde Yemen atacaron buques occidentales civiles y militares, complicando la navegación. Mientras tanto se fue extendiendo un conflicto militar entre Israel y Hezbollah en la frontera con El Líbano, donde rige ahora una tregua muy débil entre ambas partes. Acciones esporádicas tuvieron lugar contra milicias pro iraníes en Irak y Siria. Pese al apoyo de Irán y Rusia, el régimen sirio -que llevaba medio siglo en el poder, ejercido sucesivamente por padre e hijo- se derrumbó por una ofensiva liderada por el HTS, una organización insurgente formada a partir de los restos de Al-Qaeda.
La situación es confusa: tropas turcas participaron en la coalición anti-Asad, apoyando a las milicias afines (Turquía es el segundo país de la OTAN por cantidad de efectivos); las minorías religiosas, como los cristianos drusos y la secta alauita del clan Asad, han empezado una desorganizada resistencia militar; Rusia mantiene sus dos bases militares que tiene desde hace décadas en Siria, y Estados Unidos otro tanto. La situación es peligrosa, pero hasta ahora Israel e Irán -dos actores muy relevantes en la región- han contenido sus mutuas reacciones.
El nuevo gobierno sirio, ha establecido relaciones con Arabia Saudita y Qatar y las busca con Ucrania.
Pero en la última semana de octubre, los servicios de inteligencia de Corea del Sur informaron que fuerzas de Corea del Norte se encontraban en la región de Kursk para apoyar la ofensiva militar rusa. Esto implica formalmente la entrada de un tercer país en el conflicto ruso-ucraniano. Meses atrás, el dictador norcoreano, Kim Jong-un, había firmado una alianza militar con Moscú de amplio alcance, incluyendo la defensa mutua.
Mientras algunos sostienen que la presencia militar norcoreana en Rusia tiene por objetivo experimentar a estas tropas, otros sostienen que se trata de un esfuerzo militar concreto para que Moscú pueda terminar con la presencia ucraniana en Kursk. El número de las fuerzas norcoreanas es incierto, pero se calcula entre diez mil y quince mil hombres. Lo mismo sucede con sus bajas, que la inteligencia surcoreana calcula ya en aproximadamente mil.
Cabe señalar que Corea del Norte tiene armas nucleares y puede desatar un conflicto de estas características en Asia, dada la imprevisibilidad del dictador norcoreano. Históricamente éste estuvo bajo un relativo control de China, pero ahora podría estarlo de Rusia. Corea del Norte tiene el 2% del PBI surcoreano y la mitad de su población, pero con un poder militar considerable en lo nuclear. En Corea del Sur hay treinta mil hombres de las fuerzas estadounidenses y también armamento nuclear. Washington no puede eludir participar en este conflicto dada la garantía de seguridad que ha dado a Seúl, ciudad que se encuentra a sólo sesenta kilómetros del emplazamiento de la artillería norcoreana.
Pero simultáneamente ha estallado en Corea del Sur la crisis político-estacional más grave desde que se constituyó el país en los años cincuenta. El 3 de diciembre 2004, el entonces presidente Yoon Suk-yeol declaró la ley marcial, para lo cual tiene atribuciones dado el riesgo de guerra permanente con su vecino del norte. Lo hizo utilizando las Fuerzas Armadas para cerrar el Parlamento.
El Presidente es un dirigente conservador y muy contrario a Corea del Norte. Pero se vio obligado a las seis horas a suspender la ley marcial. Para destituirlo el Congreso necesita dos tercios de sus trescientos legisladores. No los obtuvo en la primera votación, pero sí en la segunda, que se realizó el 14 de diciembre. El poder pasó formalmente al primer ministro, que es nombrado por el Presidente. Si un presidente surcoreano es destituido por el Congreso, la decisión tiene que ser ratificada por seis de los nueve miembros del Tribunal Constitucional. El problema es que hay tres cargos vacantes en ese tribunal y entonces se requiere unanimidad para hacerlo. A ello se suma que el 18 de abril se abren dos vacantes más.
El primer ministro se negó a nombrar de facto las vacantes del Tribunal Constitucional y entonces fue destituido por el Congreso, una situación inédita en la historia surcoreana.
La Justicia ha ordenado un cuarto allanamiento de la residencia del ex presidente Suk-yeol, acusado de encubrir actos de corrupción de su esposa, pero la custodia presidencial lo ha impedido. Ahora hay un orden de detención contra él, que debe hacerse efectiva antes del 6 de enero. El de este mes, las fuerzas policiales intentaron detenerlo. Lo impidió la custodia presidencial, el regimiento escolta y partidarios del Presidente. Peleas, forcejeos. La Justicia decidió postergar la orden de detención.
Corea del Sur enfrenta así una crisis institucional sin precedentes y de incierto desarrollo hacia el futuro. Corea del Norte recién se manifestó a diez días del inicio de la crisis, diciendo que se trataba de una lucha de poder de facciones en el régimen surcoreano, entre “bandas gangsteriles y corruptas”. Cabe señalar que Corea del Norte tiene influencia en los sindicatos surcoreanos y eso se ha visto en las calles, durante las manifestaciones contra el ex presidente Suk-yeol.
La oposición tiene el apoyo de dos tercios de la población, que mantiene una actitud dialoguista hacia Corea del Norte, mientras que el presidente mantiene el apoyo del tercio que mantiene una postura dura frente a ella. Además, el líder de la oposición surcoreana busca acelerar los tiempos porque quiere impedir que una acusación de corrupción que lo afecta le impida ser candidato. La crisis que implica al mismo tiempo el conflicto político-institucional surcoreano y la presencia militar norcoreana en Rusia, conforma un escenario peligroso.
En conclusión: la situación de guerra global en Europa, Eurasia, Medio Oriente y las tensiones en Asia, crean la situación más inestable y peligrosa desde la Segunda Guerra Mundial; Trump tratará de contener y encauzar los conflictos, comenzando por el de Rusia y Ucrania, aunque su resultado sea hoy incierto; las tropas norcoreanas en Rusia implican una peligrosa extensión del marco del conflicto, que va desde el extremo de Asia hasta el territorio europeo de Kursk; por último, la crisis político-institucional en Corea del Sur agrega tensión y riesgos a esta situación.