Jimmy Carter, o el tiempo de los hombres justos

Como político formó parte del lado bueno de la historia. Como presidente, le correspondió pagar cuentas de sus antecesores

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Jimmy Carter hace la señal
Jimmy Carter hace la señal de la victoria mientras su esposa, Rosalynn Carter, sostiene un periódico después de ganar la primaria presidencial demócrata de Wisconsin el 7 de abril de 1976. (AP Foto/Paul Shane, Archivo)

Jimmy Carter partió con la misma sencillez con que llegó a este mundo. Hijo de una familia campesina cuyo sustento dependía de la venta del maní, sus primeros años estuvieron marcados por el esfuerzo diario para crear valor. Porque la agricultura es una tarea que demanda tiempo, precisión y esfuerzo. En los surcos de su querida Georgia pudo darse cuenta de lo cruel, inútil y despilfarrador que era el sistema segregacionista que imperaba en el sur de los Estados Unidos. En el campo no había diferencia entre brazos negros y brazos blancos a la hora de preparar los terrenos, sembrar, regar y recoger la cosecha. Y de ese entorno tomó la austeridad personal que le acompañaría toda su vida.

Como político formó parte del lado bueno de la historia. Apoyó al presidente Johnson en la lucha por la instauración de los derechos civiles de la población segregada.

Como presidente, en el escenario mundial le correspondió pagar cuentas de sus antecesores. Irán arremetió contra Estados Unidos cuando en la Casa Blanca vivía uno de los pocos líderes políticos occidentales que daba inmenso valor al diálogo como forma de llegar a entendimientos. Pero para Irán, Estados Unidos era y es el Gran Satán de la intervención y el apoyo a regímenes totalitarios. Luego de varios decenios, pareciera que Irán no solo se ha convertido en el Gran Satán del Medio Oriente sino que ha creado ejércitos mercenarios para apoyar regímenes funestos como el de Bashar al Assad.

Imagino que quienes compartieron responsabilidades por el orden mundial con Jimmy Carter estarán ahora ponderando el terrible peso de su decisión sobre el destino de Medio Oriente al no apoyar a Carter mientras se inclinaban por Ruhollah Jomeini. En el ámbito de la política económica doméstica los problemas que llevaron a la parálisis económica y la inflación se incubaron en la administración de Richard Nixon, quien no solo suspendió la convertibilidad del dólar en oro sino que impuso control de precios y congeló los salarios. Tuvo que venir Ronald Reagan a imponer orden colocando al frente de la reserva federal a Paul Volker.

Tengo una vida y solo una oportunidad de hacer que valga la pena para algo”, dijo Carter en una entrevista cuando estableció en la Universidad de Emory el Centro que lleva su nombre. Y a ello se dedicó el resto de su vida.

Y bien que lo hizo. Desde América Latina hasta los confines de Asia y de África se esmeró por transmitir a los pueblos la noción de que en ellos reside la soberanía y por tanto deben elegir a sus gobernantes en elección trasparentes, libres y limpias.

Desde su fundación en 1982 el Centro Carter diseñó e implementó el mejor programa de observación electoral del mundo. Con más de dos centenares de elecciones observadas el Centro se ha constituido en el salvaguarda de la soberanía de muchos pueblos. Su más reciente actuación ejecutada por una de las más destacadas alumnas de Jimmy Carter, Jennie Lincoln, aportó pruebas irrefutables y fehacientes de la derrota electoral de Nicolás Maduro el 28 de julio de este año. Años antes su trabajo en Venezuela fue criticado, desde mi punto de vista, injustamente ya que la oposición de esos días jamás aportó pruebas del fraude perpetrado por el régimen, prefiriendo pactar para continuar teniendo acceso a canonjías. Tuvo que tomar las riendas de la oposición María Corina Machado para que el trabajo de Centro Carter rindiera fruto.

Para los sintecho, Carter puso su prestigio detrás del programa Habitat for Humanity que construye casas prefabricadas de bajo costo usando como mano de obra diversos profesionales que se comprometen a hacer voluntariado para la construcción de una o varias viviendas.

Curiosamente parte en un momento en que pareciera que el mundo podría caer prisionero de lo que se denomina Totalitarismo INC, que es un sistema de gobierno totalitario que pacta con el crimen organizado transnacional para crear un oprobioso sistema que, además de confiscar la soberanía y reprimir, asalta el tesoro del Estado y pone a disposición de organizaciones criminales los recursos del país.

Sin embargo, los sucesos recientes de Siria y Venezuela parecieron darle la razón Carter cuando, en una conversación privada en Puerto Príncipe en la vigilia de la primera elección democrática luego de la partida de Duvalier, me dijo: “Cuando un pueblo realmente entiende que la soberanía es el camino de la libertad, nada ni nadie lo detiene”.

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