El tema no es que baje la brecha, sino cómo baja

Que la distancia entre el dólar oficial y los paralelos sea menor es algo bueno siempre y cuando sea fruto de un mercado libre y no de una intervención del Gobierno. Festejar esa caída sin indagar en los motivos y si es sostenible, puede conducir a conclusiones erradas sobre el futuro de la economía

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El presidente Javier Milei y
El presidente Javier Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo

Varios economistas venimos señalando los errores de la política cambiaria del Gobierno.

Se puede entender que en vez de dolarizar como prometió en la campaña electoral el presidente Javier Milei, diciendo que ya tenía los dólares para rescatar la base monetaria, esté apuntando a un bimonetarismo, que es lo que actualmente pretende implementar dado que no es una competencia de monedas, en la forma en que la presentó Hayek en su libro “Desnacionalización de la moneda”.

Decía, se puede entender que vayan a un bimonetarismo, lo que es desacertado es ir a un atraso cambiario en que el peso, que según Milei era excremento que no servía ni para abono, pasó a ser la moneda fuerte que defiende el Gobierno.

Esto que venimos señalando varios economistas argentinos, ya fue señalado por el FMI en su octava revisión de junio pasado. Pero, además, Donald Trump, futuro presidente de EEUU, nombró a Mauricio Claver-Carone como el Enviado Especial del Departamento de Estado para América Latina.

¿Qué sentido tuvo devaluar el peso porque estaba sobrevaluado para terminar en el mismo punto de partida?

Hace poco, en una entrevista, Claver-Carone sostuvo: “Ojalá esa ortodoxia liberal a la que aspiró Milei pudiese regresar. Sin embargo, lo que estamos viendo es un equipo que básicamente está trabajando a nivel doméstico en políticas peronistas de reforzar el peso argentino, de seguir buscando maneras de gastar reservas para reforzar el peso en vez de ir por la liberalización de la que tanto habló Milei en las elecciones. Desafortunadamente, ha estado gobernando con políticas peronistas y personas de trayectoria peronista”.

Y agregó: “Caputo es más de lo mismo. Están gastando todas las reservas, haciendo lo mismo que hacían los peronistas, lo mismo que fracasó la primera vez cuando era presidente del Banco Central y ministro de Macri”.

En otros términos, más allá de la simpatía que Trump puede tener por Milei, habrá que ver si se hace realidad la esperanza de que el elegido presidente norteamericano termine ayudando a Milei a conseguir dinero fresco del FMI para financiar la salida del cepo.

Lo concreto es que, casi al terminar el año, el Índice de Tipo de Cambio bilateral entre Argentina y Estados Unidos, que diariamente publica el BCRA, está un 6,3% por encima del índice del 7 de diciembre de 2023, que fue el último día de gobierno K.

Puesto en otras palabras, si en diciembre el Gobierno devaluó porque el tipo de cambio de ese momento estaba sobrevaluado, un año después, tener casi el mismo tipo de cambio que dejó el kirchnerismo es un dato que no se puede dejar pasar por alto.

En diciembre la brecha baja porque sube el tipo de cambio oficial por la devaluación y no por una disminución del tipo de cambio libre

¿Qué sentido tuvo devaluar el peso porque estaba sobrevaluado para terminar en el mismo punto de partida?

Las reformas estructurales, por ahora, son más anuncios que hechos. Es cierto que se avanzó en la desregulación de la economía, que hay superávit fiscal primario y que se redujo la planta de personal estatal, pero eso no alcanza para explicar semejante sobrevaluación del peso.

Tampoco es un argumento válido que la brecha cambiaria se haya reducido notablemente gracias a que bajaron los tipos de cambio libres. No hubo un ataque de confianza en el peso, hubo una combinación de factores que hicieron bajar los tipos de cambios “libres”.

La moratoria impositiva, el blanqueo, los dólares que todos los meses vende la clase media para poder pagar la tarjeta de crédito dada la caída del salario real, el carry trade y el dólar blend son una mezcla de factores que influyeron para que bajaran los dólares libres haciendo bajar la brecha.

En diciembre la brecha baja porque sube el tipo de cambio oficial por la devaluación y no por una disminución del tipo de cambio libre. De ahí en adelante la brecha baja por una leve caída del tipo de cambio libre y la suba del oficial en el crawiling peg del 2% mensual.

Puede bajar la brecha y, transitoriamente, el Banco Central no perder reservas

Pero a partir de mayo, cuando el BCRA empezó a expandir fuerte la base monetaria, la brecha empezó a crecer hasta llegar a niveles cercanos al 50% en julio. Justamente en ese mes se anunció la emisión cero por la cual el BCRA le compraba los dólares a los exportadores en forma forzosa contra emisión monetaria, y luego usaba parte de esos dólares para vender en el CCL y hacer bajar los dólares libres.

Ahí se produjo una baja que da lugar a un importante carry trade que todavía sigue.

El stock de depósitos a plazo fijo aumentó desde que el Gobierno anunció que iba a intervenir en el mercado CCL vendiendo dólares que le había comprado a los exportadores y retirando del mercado los pesos emitidos.

Se argumenta que si el BCRA estuviese interviniendo en el mercado de cambios para bajar la brecha estaría perdiendo reservas. En los 70, cuando se estableció la tablita cambiaria, la brecha era cero y las reservas del BCRA aumentaron fenomenalmente.

De manera que puede bajar la brecha y, transitoriamente, el BCRA no perder reservas.

En síntesis, un buen economista no se limita a mirar un número y sacar conclusiones. Además, tiene que ver cómo se llegó a esa cifra, si es sostenible en el tiempo y cuáles pueden ser los efectos sobre la economía si ese dato es una distorsión generada por el Gobierno.

Por ejemplo, si hay atraso cambiario y, al mismo tiempo, se abre la economía, no habrá estímulo a las exportaciones y subsidiando las importaciones con impacto en el nivel de empleo. Es decir, se va a estar desprestigiando una buena medida como es la apertura de la economía hecha en un contexto de distorsión cambiaria.

En síntesis, la baja de la brecha cambiaria en principio es buena, siempre y cuando sea fruto de un mercado libre y no de una intervención del Gobierno, como puede ser con todas las otras variables de la economía.

Festejar esa baja sin indagar cómo bajó y si es sostenible, puede conducir a conclusiones muy erradas sobre el futuro de la economía.

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