Los Hogares de Cristo son centros de recuperación de los demonios de las adicciones

Fundados por el Papa Francisco y Gustavo Carrara, estos centros barriales se convirtieron en un refugio para jóvenes vulnerables en un contexto marcado por el avance del marcotráfico y la indiferencia política

Papa Francisco

Comentando la lectura de los Hechos de los Apóstoles, sobre el Concilio de Jerusalén (discusión sobre si se debía admitir a los gentiles convertidos a Dios que no habían cumplido con el rito de la circuncisión, año 50 d.C.), el Papa afirmó que “el protagonista de la Iglesia” es el Espíritu Santo. “Es Él el que, desde el primer momento, les dio a los apóstoles la fortaleza para proclamar el Evangelio”, recordó (Hechos: 15: 19-22)

Papa Francisco, 19-03-2018 - Exhortación Apostólica Gaudete Et Exsultate

N.166. “¿Cómo saber si algo viene del Espíritu Santo o si su origen está en el espíritu del mundo o en el espíritu del diablo? La única forma es el discernimiento, que no supone solamente una buena capacidad de razonar o un sentido común, es también un don que hay que pedir. Si lo pedimos confiadamente al Espíritu Santo, y al mismo tiempo nos esforzamos por desarrollarlo con la oración, la reflexión, la lectura y el buen consejo, seguramente podremos crecer en esta capacidad espiritual”.

Los Hogares de Cristo

La fuga de nuestros jóvenes debido a los ajustes, el crecimiento del narcomenudeo observado en los barrios pobres y las adicciones de los pibes cada vez menores, muestran datos que no pueden ser ignorados por la política argentina mientras avanza el lento pero irreversible suicidio del país iniciado a partir del advenimiento de la Nueva Democracia.

Los Hogares fueron fundados por el cura Gustavo Carrara, párroco de Nuestra Señora Madre, Villa 1-11-14, hoy arzobispo de La Plata, y por el entonces arzobispo de Buenos Aires, hoy Santo Padre papa Francisco cuando hacía 25 años que vivíamos en democracia. En los primeros años de esta, es decir en 1983, se inició el proceso de tránsito de drogas prohibidas por nuestro país y año tras año se fue creando un mercado interno. Primero como playa de descarga, partición y distribución y después también como lugar de consumo. Este se introdujo primero en los VIPs de los boliches con una hábil estrategia de publicidad para cooptar a los mejores. Los mejores lugares, bellas jovencitas, los mejores diablos armados de las mejores tentaciones rodeando a las famas, y al dinero. Y se hizo fácil la demanda de consumo de los jóvenes de segmentos medios acomodados y la venta por parte de dealers rubios de ojos azules. Así se inundó la década de los años 90 con diversas drogas como marihuana, cocaína y metanfetaminas como el éxtasis al ritmo de “la marcha”. Por último se abrió el mercado de las propias villas. Aquí la modalidad fue el punto de droga, los pibes de la esquina, la desaparición del pago, el ajuste de cuentas o a juntarla de caño en la ruta. Así fue como el narcotráfico instaló su firme aparato en nuestro país. Mientras tanto penetró la política y el sistema de seguridad y de justicia intoxicando por un lado a gran parte de la juventud y contaminando el sistema democrático. Presidentes, diputados, ministros y otros funcionarios. También incluyeron al mundo financiero. Muchos pasaron a ser funcionales al crimen organizado.

La Iglesia denunció en innumerables declaraciones esta circunstancia hasta que advirtió que los políticos hacían oídos sordos y los medios se encontraban en muchos casos financiados por oscuros intereses de la mafia. Se trataba de una invasión muy bien programada. La decisión a que aludimos más arriba de 2008 de parte del padre Carrara y el arzobispo Bergoglio fue crear un ámbito de asistencia fundado en el principio de subsidiariedad frente a la ausencia de políticas públicas humanitarias.

En aquel entonces, en la capilla de la Virgen de Caacupé el párroco era el padre Di Paola celebró el Jueves Santo de 2008. El arzobispo, en su homilía, dirigiéndose en especial a los adictos en proceso de rehabilitación anunció: “Recibir la vida como viene… -y prosiguió diciendo- una esperanza guarda el árbol: si es cortado, aún puede retoñar, y no dejará de echar renuevos" (Jb 14,7).

El Espíritu Santo dice “sean pacientes pero no se resignen”

“Decir ‘sí’ al Señor, es animarse a abrazar la vida como viene con toda su fragilidad y pequeñez, y hasta muchas veces con todas sus contradicciones e insignificancias con amor.

Asumir la vida como viene. Es abrazar nuestra patria, nuestras familias, nuestros amigos tal como son, también con sus fragilidades y pequeñeces. Abrazar la vida se manifiesta también cuando damos la bienvenida a todo lo que no es perfecto, a todo lo que no es puro ni destilado, pero por eso no es menos digno de amor. ¿Acaso alguien por ser discapacitado o frágil no es digno de amor? Les pregunto, ¿un discapacitado, una persona frágil es digna de amor? Sí. Entendieron.”

(Ideas cardenal Bergoglio, Capilla de la Virgen de Caacupé, 20 de marzo 2008, texto disc. papa Francisco, JMJ, Panamá 2019).

¿Qué hacer cuando la realidad es muy adversa?

A veces la realidad es adversa. Somos derrotados, enfrentamos obstáculos; vemos como muy cerca nuesstro mueren consumidores muy jóvenes, crecen las mafias en el interior del país, pasa a raudales la droga por la hidrovía del Paraná, muchos estudiantes abandonan, otros delinquen y van presos, “me hice adicto y no puedo salir…”. De adictos pobres pasan a ser soldados. Hoy -para colmo- escuchamos “no tengo plata para sobrevivir… no tengo techo, no tengo trabajo…la jubilación no me alcanza. ¿Qué hago?”. Claro que no se trata de negar la realidad. Por más mala que sea o porque nos dañe debo aceptar la realidad. ¿Debo resignarme? No. Aceptar la realidad y ver cómo podemos cambiarla. Aceptar la realidad no significa aceptar el mal, considerando que “la paciencia es lo contrario a la resignación”, dice el Papa Francisco (hom. Misa en Santa Marta, 12/02/18, Osservatore Romano 23/02/18).

Sólo lo que se ama puede ser salvado

Hace algo más de un año, cuando nos disponíamos a participar en una ceremonia religiosa en Barracas, cuales columnas de un ejército de luz, una y otra multitud de fieles marchaban, muchos de los Hogares de Cristo, hacia la Capilla de la Virgen de Caacupé. En los brazos se nos hizo la “carne de gallina”. Colmaron las calles de las adyacencias y una de las barriadas más populosas de nuestra ciudad se puso de pie: la 21/24 recibió con júbilo y aplausos a las delegaciones de otros barrios pobres de Capital y del Gran Buenos Aires. Batían los tambores y redoblantes mientras a paso lento caminaban cantando. Nosotros y otros grupos rodeábamos un altar callejero improvisado y en el altar esperaban el Cristo crucificado, la imagen de San José y otra de la Virgen Santa y en el centro dos líderes históricos de los Hogares de Cristo: Pepe Di Paola y Toto De Vedia a quienes después se sumaron muchos más.

Aquellas palabras de Bergoglio se hicieron versos de la canción para la comunión y el discernimiento común

Francisco, en diversas homilías y en especial en los discursos a la juventud, en las JMJ y otras celebraciones, en sus múltiples documentos y declaraciones pontificias en los diversos pueblos del mundo reiteró esa expresión.

¿De dónde nacen los pensamientos iluminados que el pueblo toma? Nacen en el Espíritu Santo y son revelados al hombre por intermedio de la razón decía Santo Tomás, y la razón siente lo que Dios o el Mal le dictan. Hablamos de discernimiento común como el proceso en el cual la palabra es revelada al grupo, o a esa entidad mayor que es el pueblo de Dios.

Hay que medir muy bien cada decisión o ver bien cada situación para discernir y distinguir el bien, la palabra del Espíritu Santo, del mal, las tentaciones del demonio. En la Epístola a los Corintios dice: 2. 14. Y nada tiene de extraño: que el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz.”

La multitud se encuentra, habla, participa, celebra como aquella memorable mañana de septiembre de 2023 en Barracas. Recordando que ahí había estado el cardenal Bergoglio junto al padre Di Paola un jueves santo de 2008 y el primero trasmitió el Mensaje del Espíritu Santo.

El año pasado en cambio, el Altar fue montado en el frente de la Capilla de la Virgen de Caacupé. En la vereda. Columnas de las otras barriadas del Bajo Flores, Quilmes, Lomas, La Matanza, Merlo-Moreno y otras parroquias del conurbano…saben que Dios está ahí y también saben que el Diablo amenaza y da vueltas en los puntos de venta donde sus soldados se ocultan en los laberintos de la villa 21/24 al igual que lo que sucede en sus comunidades. El rostro esperanzado de las Madres del Paco, la bondad de los voluntarios y voluntarias, algunos obispos y más de 40 curas líderes de las distintas parroquias allí presentes. Todos portadores de la buena noticia.

La vida como viene, vamos a recibir y dar al que no tiene esperanza, la fuerza para vivir…”

El Mensaje aquel se hizo canción y prendió el fuego en los corazones y encendió la piedad popular y la esperanza, tal como también sucedería más adelante en la multitudinarias Misas en el santuario de Caacupé en Ciudad Evita, en San Cayetano de Isidro Casanova, en la Capillita de Nicole de González Catán y en otras celebraciones y procesiones que recorren el “conurbano infinito”.

“No podes quedar de brazos cruzados y sólo mirar al que está tirado”

“Te quiero pedir que salgas corriendo tal que está sufriendo”

“Te quiero contar ésta gran noticia de poder luchar contra la injusticia”

(Canción, La vida como viene)

El discernimiento común y la parábola del Buen Samaritano

Enseña la Palabra de Jesús según San Lucas, dirigida a los fariseos que lo indagaban preguntándole “quien es mi prójimo?” que frente al herido que está tirado a un costado del camino que une Jerusalén y Jericó (ver Lucas 10:25-37) hay dos respuestas: mirar para otro lado para no ver, actitud del sacerdote y el levita y seguir de largo y la del natural de Samaría, el extranjero. Mirar y ver lo que le pasa al caído, observar sus heridas, sentir cómo por la presencia del caído se le retuercen las tripas y cumplir con lo que le manda el corazón: lavar la carne con vino y cargarlo llevándolo a un lugar seguro donde lo acompaña y encarga que lo asistan y cuiden, pagando de su bolsillo los gastos. ¿Quién se comportó como prójimo? preguntó el Señor; el que auxilió al necesitado, contesto el fariseo; “Muy bien, haz eso y tendrás la vida eterna”. Sabiamente contesto Jesús, sin decirle quien sería su prójimo, sino indicándole cómo él cumpliría con ser prójimo del otro necesitado.

Destaca el Santo Padre en sus lecciones a los jóvenes que los motivos que impulsaron al sacerdote y al levita a decidir no ver y seguir de largo, se debieron, según su interpretación, a no mancharse con la sangre del herido, en tanto según la Ley tocar la sangre de un herido o a un enfermo era una causa de impureza. “No ayudar al herido para no ensuciarse las manos”, dice Francisco desde Scholas, Roma.

Nótese asimismo que si bien estamos reflexionando sobre el discernimiento común el caso habla de discernimientos individuales (los ladrones, el herido, los religiosos, el extranjero o natural de Samaría). El papa Francisco -a nuestro juicio -abre esta posibilidad de extender las enseñanzas evangélicas al proceder y discernir de los grupos cuando califica de samaritanos a los movimientos populares (véase discursos del Santo Padre a los Movimientos Populares). Más allá de los procedimientos desarrollados siguiendo las lecciones de San Ignacio de Loyola en los Ejercicios Espirituales para el ámbito jesuítico (clasificación, etapas, oraciones, selección, ideas principales, conversión, preguntas, reunión de datos, evaluaciones, análisis, decisión, acción, celebración, evaluación y comunicación) -podemos afirmar que hay un discernimiento común en el campo popular que se desarrolla en las calles, en las capillas u otros grupos, como son los Hogares de Cristo.

Una cuestión sobre la que el pueblo argentino tiene que hacer un profundo examen de conciencia colectiva

El testimonio de los líderes de los Centros barriales de los Hogares de Cristo sobre la realidad es contundente. Una cantidad significativa de adictos a la cocaína y otras drogas de los barrios pobres, mueren por el consumo extremo. Esas muertes no se investigaron nunca. Las partidas de defunción consignan “paro cardíaco” que es una forma de ignorar la causa subyacente ya que el paro puede ser provocado por una enfermedad coronaria o por muchas otras causas entre ellas el consumo excesivo de drogas. Por otra parte miles de niños padecen de discapacidad cerebral permanente u otras secuelas a causa del consumo del paco. Un 60% de los que se asisten en los centros barriales de los Hogares de Cristo no recuperarán nunca el estado normal de su cerebro. Ningún organismo de salud pública sabe decir cuál es la cantidad, ni la gravedad de esas dolencias. Bajo ningún gobierno se supo, ni hay denuncias, ni los medios investigaron. Nada. Por décadas un silencio público y privado helado como la muerte, terrorífico, demoníaco.