Con la estabilización de los precios y la recuperación de la moneda, cambiarán las conductas de inversores y empresas. La moneda vuelve a ser reserva de valor y unidad de cuenta para los negocios; los precios de los bienes expresados en la propia moneda son la verdadera medida de la escasez relativa, dando señales inequívocas tanto a los inversores para asignar sus recursos como a las familias para tomar decisiones de ahorro y consumo.
Ello implica descomprimir la demanda por dólares como resguardo de valor, lo que da cuenta de la fuerte apreciación del peso en 2024. Si a ello se suma el potencial exportador en nuevas áreas con importantes ventajas comparativas como la energía, la minería y la innovación, Argentina podría alcanzar un superávit estructural de divisas otorgándole aún más fortaleza al peso.
Ello tiene implicaciones importantes para las inversiones:
- se amplía su horizonte temporal;
- el análisis de rentabilidad no depende fundamentalmente de fluctuaciones cambiarias motivadas por componentes idiosincráticos (inestabilidad económica domestica) o factores externos (la política monetaria de la Reserva Federal) sino de la asignación de recursos eficiente referenciada en la moneda local;
- la integración comercial permitirá al país incorporarse a las cadenas globales de valor con las mejoras de productividad asociadas; y
- la profundización de los mercados financieros podría facilitar la reasignación de los recursos de la economía de sectores menos competitivos a los sectores más competitivos.
La integración comercial permitirá al país incorporarse a las cadenas globales de valor con las mejoras de productividad asociadas
Cuanto antes responda la inversión a estas condiciones, menos traumática será la transición al nuevo equilibrio.
En este contexto se plantean importantes desafíos. Los sectores productores de bienes transables deberán mejorar su productividad adoptando nuevas prácticas, capital humano y tecnologías. Dichos sectores dependen de insumos del sector no transable -servicios y mano de obra-, que son a su vez caros con relación a su productividad; estos sectores también deben modernizarse incorporando tecnología y conocimiento.
Ambos sectores están expuestos al “costo argentino” -altos impuestos, sobrerregulación, corrupción, conflictividad laboral, infraestructura deficiente, etc. La eficiencia de los mercados de trabajo y capital es esencial para mitigar la disrupción en la transición.
La dinámica de los mercados
Más allá de la necesidad imperiosa de bajar el costo argentino y mejorar la eficiencia de los mercados de factores, la macroeconomía no se puede desvincular de la microeconomía. De ahí el rol importante de permitir que los mercados jueguen con sus propias dinámicas, particularmente, el sector más intervenido en la actualidad: el mercado cambiario.
Un tipo de cambio flexible es esencial para la adaptación a la nueva estructura de incentivos; contribuiría a mitigar los costos de transición y facilitará el crecimiento.
Un tipo de cambio flexible es esencial para la adaptación a la nueva estructura de incentivos; contribuiría a mitigar los costos de transición y facilitará el crecimiento.
¿Cuál es la velocidad de apertura comercial óptima? Y, en todo caso, ¿cómo se debe secuenciar la misma con relación a la liberalización financiera? Son temas relevantes y complejos que exceden el propósito de esta nota.
Mientras tanto, Argentina cuenta con sectores que impulsan el crecimiento económico. Las reservas de gas y petróleo shale de Vaca Muerta se potencian con importantes logros de productividad de todo el ecosistema de proveedores de las operadoras.
Se suma a ello el potencial de desarrollo de las industrias del conocimiento; Argentina es el segundo país con más unicornios en América Latina (17 por ciento).
La nueva minería del cobre y el litio recién empieza; su potencial surge de una mera comparación con Chile y Bolivia.
A ello se suman sistemas integrados competitivos ya establecidos como la agricultura, la industria alimenticia, el sector siderúrgico y de aluminio, y el sector automotriz. Todos son sectores con economías de escala y comprobada orientación exportadora. Los encadenamientos hacia atrás y hacia adelante permitirán generar valor a lo largo de una extensa cadena generando desarrollo de capital humano, ganancias de productividad e ingresos.
La recuperación económica no vendrá de “planes platita” o corridas del peso hacia bienes para protegerse de la inflación. A lo sumo puede venir de la recomposición de ingresos reales a medida que la inflación profundiza su caída. Más importante posiblemente sea el desarrollo de los mercados financieros y de capitales -sector semi destruido tras la estatización de los fondos de pensiones hace más de una década-.
La recuperación económica no vendrá de “planes platita” o corridas del peso hacia bienes para protegerse de la inflación. A lo sumo puede venir de la recomposición de ingresos reales
Los mercados financieros tienen el potencial de dinamizar el empleo directo en el sector, pero sobre todo tendrán un impacto movilizador del ahorro y por ende de inversiones en los nuevos sectores competitivos.
Cambio de época
Los sectores donde haya más desregulación encontraran más oportunidades de desarrollo sin el freno del Estado, regulaciones anacrónicas y demandas de corrupción. La estabilización y la desregulación darán señales de dónde y cómo invertir.
La desregulación beneficia al turismo mediante la liberalización de la competencia en el transporte (terrestre y aerocomercial) y en la proliferación de oferta de operadores turísticos (guías de turismo, servicios culturales, hotelería y gastronomía).
También promueve la competencia entre regiones para mejorar la oferta de servicios mediante clusters turísticos (cultura, hotelería, gastronomía, áreas con atractivos naturales).
La estabilidad macroeconómica reduce la incertidumbre cambiaria de los turistas. La profundización de este canal requiere extender la desregulación a los ámbitos provinciales y municipales y la modernización de infraestructura. También requiere capacitación de recursos humanos para profesionalizar y hacer más competitivo el turismo.
El dólar dejará de ser la unidad de cuenta para evaluar la rentabilidad inmobiliaria. En Chile y Brasil las propiedades están denominadas en moneda local o en su defecto en una variante de la moneda local o en su defecto en una unidad de cuenta que se ajusta con la inflación. Con estabilidad de precios la propia moneda provee la mejor unidad de cuenta para evaluar la rentabilidad de las inversiones.
El precio de la propiedad dependerá de atributos del producto como puede ser la ubicación, tipología, diseño o calidad del proyecto, la productividad, el acceso a insumos externos, demandas urbanas específicas. La volatilidad intrínseca de una moneda extranjera como el dólar no impactará en general sobre las condiciones de demanda y oferta de la propiedad. Este cambio de criterio en la evaluación de negocios tendrá efectos expansivos sobre la actividad en general y en particular en el sector inmobiliario y, por derivación en el alicaído sector de la construcción.
La volatilidad intrínseca de una moneda extranjera como el dólar no impactará en general sobre las condiciones de demanda y oferta de la propiedad
El alto costo del m2 de construcción expresado en dólares (que hoy actúa como un freno a la inversión) pasara a ser irrelevante si el costo en moneda local del mismo m2 es conmensurable con el valor de venta o la renta que genera el activo. En todo caso, se deberán:
- profundizar la desregulación a nivel provincial y municipal -estos estamentos son a menudo máquinas de impedir u obstruir la iniciativa privada a través de normativas discrecionales y anacrónicas-;
- facilitar el acceso del sector al financiamiento bancario y de los mercados de capitales simplificando los requisitos y tendiendo puentes con inversores institucionales y promoviendo los ahorros de retiro, pensión y vida; y
- crear un marco regulatorio para la participación de la inversión privada en infraestructura.
El autor es economista. Execonomista líder del Banco Mundial y ex gerente del BCRA