“Al gobierno le están saliendo todas”. Escuché esa frase una y otra vez durante las últimas semanas. Gente que la pronuncia con alegría, con asombro, y “mandriles” que la pronuncian con pesar, porque más progreso para Argentina significa menos privilegios para ellos.
Yo estoy de acuerdo con la afirmación. Son innegables los avances y el cambio de rumbo. Son innegables la mejora del horizonte económico y el fin de los piquetes. Falta. Pero es por acá.
Mi problema es que a veces las buenas noticias y los avances son tantos que algunos quedan olvidados o pasados por alto. Ese es justamente el caso del área que, como profesor, me interesa: la educación.
En solo un año de gestión Milei logró hacer más por la educación argentina que los 20 años de promesas vacías que lo precedieron. Si tuviera que enumerar todos estos avances los resumiría en estos cuatro puntos: pulverizar la inflación, acceder a tecnología, crear incentivos para estudiar y dinamitar incentivos para no estudiar.
Primer punto: pulverizar la inflación. Milei pulverizó la inflación. Esto es excelente para la educación. La inflación es un fenómeno que te destruye la psiquis. Te hace vivir angustiado y tensionado. ¿Qué tal creés que le va a ir a un docente que vive angustiado y tensionado? Más angustia y más tensión son menos paciencia y creatividad en el aula. Más inflación significa menos productividad: trabajar más horas en más colegios, corriendo de un lado a otro sin poder concentrarse completamente en ninguno. ¿Qué tal creés que va a trabajar un docente en estas condiciones?
Y no solo los docentes. Una buena educación resulta del trabajo en equipo entre docentes y familia. Unos padres angustiados y tensionados que trabajan cada vez más horas para ganar cada vez menos, ¿cuánto tiempo y paciencia van a tener para hacer tarea con los hijos o para sentarse a leer con ellos? Erradicar la inflación va a traer mil veces mejores efectos educativos que cualquier paper vendehumo o “política pública educativa” (lo que sea que eso sea) de los últimos 20 años. Se los garantizo como docente y padre.
Segundo punto: acceder a tecnología. Para este punto me voy a valer de mi experiencia trabajando en colegios de Estados Unidos, un país con capitalismo y libre mercado. Un país al que Milei quiere que nos parezcamos. Un país distinto al infierno filo-socialista estatista dirigista hiperregulado y proteccionista que fue la Argentina kirchnerista de los últimos 20 años. En mi primer día de trabajo enseñando en una secundaria estadounidense me dieron un IPad y una macbook. Solo para mí. Incluso comenté que prefiero Windows y me cambiaron la macbook por una PC. En Argentina compartía con 6 colegas una laptop de ensamble nacional que a las pocas semanas perdió varios tornillos.
Lo mismo vi con todos los estudiantes de todos los colegios que visité o donde trabajé: todos tienen múltiples dispositivos. De mayor o menor calidad pero muy superiores a la mayoría de los escasos dispositivos que podés encontrar en un aula de Argentina. Y lo más impactante es que ningún dispositivo está ploteado con la propaganda política del cacique local. Ningún estudiante recibe netbooks obsoletas y licitadas con sobreprecio entregadas a cambio de una foto con el magnánimo y populista caudillo de turno.
No, los dispositivos los compran sus padres en el mercado. Un mercado abierto y desregulado que permite acceder a mejores productos a menores precios. Productos que facilitan y expanden las posibilidades educativas de un estudiante. Un mercado como el que Milei está impulsando en Argentina, con menos trabas para importar y más libertad para elegir. Seguir abriendo y facilitando la importación de tecnología va a tener mil veces mejores efectos educativos que cualquier “política pública educativa” (lo que sea que eso sea) de los últimos 20 años.
Y ni hablar de las conexiones a Internet. Tuvo que venir un frío empresario capitalista a traer Starlink con sus antenas satelitales a bajo precio para hacer lo que 20 años de populismo berreta, deficitarias empresas públicas de “soberanía satelital” (lo que sea que eso sea) e incontables capas geológicas en ministerios de educación no pudieron hacer: conectar a familias, docentes y escuelas de todo el país.
Tercer punto: crear incentivos para estudiar. En el debate educativo es completamente irrelevante hablar de contenidos, metodologías, ideologías, habilidades, y demás saraza si primero no se habla del motor que mueve a todo estudiante a aprender: los incentivos. Sin incentivos no hay aprendizaje. Fin. Si no tengo una razón para aprender las leyes de Newton vos podes revivir a Newton para que me las enseñe e igual no las voy a aprender.
En el aprendizaje estas razones pueden ser intrínsecas o extrínsecas. Puedo querer aprender porque me divierte o me satisface la curiosidad, o puedo querer aprender porque con eso consigo una nota, o un ingreso a la universidad o a un trabajo. Al impulsar una economía más abierta y desregulada Milei está favoreciendo la creación de muchas y más dinámicas empresas. Esto equivale a muchas más oportunidades. Y en esas oportunidades y en la competencia por acceder a ellas va a estar la motivación que muchos estudiantes necesitan para aprender más.
Trabajé fuera de Argentina enseñando matemáticas a estudiantes de países con economías abiertas y dinámicas. Fue absolutamente fascinante e impactante para mí observar el nivel de compromiso que los estudiantes y sus familias tienen con el aprendizaje. Se comprometen a fondo con contenidos muy por encima del “diseño curricular” por el simple hecho de aumentar sus oportunidades de entrar a cierta universidad o trabajo. Las empresas y oportunidades de la economía abierta que impulsa Milei van a tener mil veces mejor impacto educativo que cualquier “política pública educativa” (lo que sea que eso sea) de los últimos 20 años.
Trabajar con estudiantes de todos esos países me permitió comprender que no se invierte en educación para mejorar la economía, sino que se abre la economía para incentivar una mejor educación. Hacia eso nos lleva Milei.
Cuarto punto: dinamitar incentivos para no estudiar. Los hijos del militante kirchnerista Luis D’Elia no terminaron la secundaria y tenían mejores ingresos que un ingeniero gerente en una multinacional. Eran jefes (o algo así) en una delegación (o algo así) de ANSES. Con plus por desarraigo (o algo así). El famoso ascenso social peronista: plata estatal fácil por ser “hijos de”. Tan solo la punta de un iceberg de ñoquis y burócratas que infectan toda Argentina.
El país deja de tener futuro en el instante en que las aspiraciones del joven promedio son “pegar un carguito, plancito o contratito” con el puntero, dirigente, concejal o diputado amigo. ¿Para qué estudiar? Para nada de eso hace falta estudiar.
El futuro vuelve a ser esperanzador si se terminan o secan esas cajas. Y eso es lo que Milei está haciendo: dinamitar antros de ñoquis, cortar despilfarros, eliminar transferencias discrecionales, prohibir cargos por herencia, etc.. En definitiva, herir de muerte al kraken monstruoso e inutil que es el burocrático Estado argentino.
Un kraken que no solo ahoga a quienes producen en Argentina sino que además deglute a millones de jóvenes que jamás irán a desarrollar su enorme potencial a otro lado. Y terminaran en cambio tomando mate y atendiendo entre cinco la mesa de entradas en la delegación de los hijos de D’elia.
Al achicar el Estado Milei está indirectamente haciendo más por la educación argentina que cualquier “política pública educativa” (lo que sea que eso sea) de los últimos 20 años. Porque está eliminando incentivos para no estudiar.
Estos avances son espectaculares y marchan viento en popa. Personalmente en el futuro cercano quisiera ver que se avance también en estos dos aspectos: desburocratización y Libertad Educativa al estilo Trump.
Es necesario que el esfuerzo desburocratizador que está haciendo Milei permee a los niveles provinciales que manejan los sistemas escolares. Este punto merece una columna aparte pero lo resumo con este ejemplo: en la ciudad de Buenos Aires toma más de un año habilitar una nueva escuela. ¡Hay que tener el edificio vacío durante Uun año antes de poder usarlo! Es un delirio que ahoga la innovación y el dinamismo que la reforma educativa necesita. Milei y sus funcionarios tienen que hacer un esfuerzo para demandar a las provincias y a CABA la misma mentalidad de eficiencia y dinamismo que tiene el gobierno nacional. O mejor aún: arrebatarles los distritos en las próximas elecciones…
Lo otro que Argentina necesita con urgencia es que Milei copie con más ímpetu lo que su aliado Trump logró en Estados Unidos (país federal con un sistema escolar similar al argentino): un tsunami de Libertad Educativa. Esto ocurrió porque Trump lo promovió desde la presidencia, desde donde no gestiona escuelas pero sí influye en la cultura. Y al final del día los cambios de verdad vienen desde la cultura y no desde la gestión.
Hay que avanzar hacia un cambio cultural en el que la gente demande que se les devuelva el dinero de los impuestos para gastarlo en la forma que mejor consideren para educar a sus hijos. Y a la vez desregular todo el sistema para que emprendedores educativos puedan ofrecer alternativas a las familias en el mercado educativo. Esto está ocurriendo en muchísimos estados de Estados Unidos y es una maravilla.
Milei puede lograrlo también en Argentina.